• Opinión
  • 31 de mayo de 2024
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La falsa ciencia de la pedagogía ante el buen pedagogo

La falsa ciencia de la pedagogía ante el buen pedagogo

La falsa ciencia de la pedagogía ante el buen pedagogo

En España, y no se sabe la causa, se insiste en llamar ciencia a la pedagogía, aunque el concepto de esta no la incluya

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David Rabadà

 

En España existen expertos, pedagogos o no, que trabajan en las llamadas ciencias de la educación. Pero la educación en sí misma, no es una disciplina científica sino una suma de métodos que aprendemos para enseñar los contenidos. A veces los adquirimos bajo prueba y error, que no es método científico, y otras las obtenemos de otros buenos docentes bajo un acto de fe, que tampoco es ciencia. Prueba de lo anterior es Estonia que obtiene muy buenos resultados en PISA. Pues allí, y contrariamente a España, utilizan la pedagogía no como ciencia, sino como un conjunto de técnicas que funcionan. Para ello los docentes experimentan con didácticas nuevas y no con teorías sin contrastar. Primero presentan una tesina final de carrera producto de una serie de datos y técnicas reales. Posteriormente, y durante sus actividades en el aula, continúan probando si tal estrategia mejora o no la didáctica de las clases, es decir, se aplica la prueba y el error. Así se genera un corpus de técnicas totalmente alejadas de reflexiones teóricas, pero eficaces en el aula.

En España, y no se sabe la causa, se insiste en llamar ciencia a la pedagogía, aunque el concepto de esta no la incluya. Una ciencia es un conjunto de conocimientos contrastados bajo una teoría central que ofrece una explicación unitaria. La pedagogía no ha ofrecido jamás una explicación unitaria y contrastada del proceso de aprendizaje humano. Es decir, esta disciplina no ostenta un paradigma central como las ciencias propiamente dichas. Solo se trata de un conjunto de opiniones sin un acuerdo común entre todos sus expertos. La Geología con la Tectónica de Placas, la Física con la Relatividad, la Biología con el Neodarwinismo y la Química con la Tabla Periódica sí contienen un paradigma central que les permite pronosticar hechos, la pedagogía no. Esta lleva más de doscientos años vacilando en sus pronósticos de cómo educar a los escolares. La causa de ello es simple y prístina, no es una ciencia por ahora y lo que hay que hacer es seguir las estrategias de docentes o pedagogos versados en la enseñanza. En tal caso vale la pena mencionar a uno, pedagogo de formación, que fue de gran influencia en el aprendizaje de muchos. Como profesor sabía infundir responsabilidad y exigencia entre sus estudiantes para que éstos no permanecieran dentro de sus limitaciones. Y antes que salieran las pruebas PISA ya se había fijado en el modelo educativo de Finlandia, que ya por aquel entonces daba muy buenos resultados. De hecho, se puso a estudiarlo para aplicarlo en su centro. Xavier Melgarejo mostró las virtudes, que también los defectos, del modelo educativo finlandés. Su tesis doctoral corrió entre muchos políticos, incluso algunos se fueron a Finlandia con Melgarejo para tomar nota de la panacea nórdica. Pero, y en pocos años, muchos demagogos se olvidaron de Melgarejo. Ahora alguno ejerció de eurodiputado sin prestar atención a todo lo aprendido.

Melgarejo, desde su honradez, humanidad y humildad, nos regaló sus amplios conocimientos sobre un sistema de enseñanza que fue exitoso temporalmente, el finlandés, un sistema que él mismo estudió y se ganó a pulso sin ayuda institucional alguna. Merecidamente, y a finales de octubre de 2014, le fue otorgada la cruz de caballero de la Rosa Blanca por parte del Gobierno de Finlandia. Para quien conociera a Melgarejo, éste era, y por encima de todo, un espíritu bondadoso lleno de lucha, perseverancia y amor, pero que no se engañe el lector ya que este pedagogo práctico exudaba crítica, sinceridad y acidez hacia la mediocridad institucional. Su lucha contra el cáncer le reforzó el valor que ya sentía por algo que finalmente acabó con él, el tiempo. Por ello decía:

<< Si la educación debe resolverse y sabemos cómo, ¿a qué esperamos? Si el modelo finlandés resuelve el fracaso escolar bajo la equidad y la eficiencia, ¿qué demonios hace nuestro país con la igualdad, la libertad y la felicidad en sus objetivos educativos? ¡Si jamás los alcanza! >>

Por tanto, Xavier abandonó los debates aceitosos y pegajosos por fuera, pero vacíos y teóricos por dentro. Es decir, se dirigía directamente a las soluciones prácticas y plenamente probadas con más técnica y menos teoría. Así aplicó, y con éxito, lo que aprendió en Finlandia en el centro que dirigía evitando también sus defectos. Cabe recordar que Finlandia ha bajado en las pruebas PISA de los últimos años.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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