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  • 4 de junio de 2024
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Escuela y libertad

Escuela y libertad

Escuela y libertad

“Argumentos para defender la enseñanza frente a políticas educativas y discursos pedagógicos demenciales”

Portada del libro de Javier Mestre y Carlos Fernández Liria. / Akal

Licencia Creative Commons

 

Andreu Navarra

 

La educación y el zombi

En su Tratado de la reforma del entendimiento (1677), Baruch Spinoza escribió que las ideas más válidas eran aquellas que reunían dos condiciones indispensables: por una parte eran claras y, en segundo lugar, eran transmisibles. El libro que estamos reseñando se propone “defender la enseñanza frente a políticas educativas y discursos pedagógicos demenciales” con una prosa fluida y directa, sin los barroquismos confusionistas y neoescolásticos de los defensores del pedagogismo, entestados en revivir al muerto viviente de las reformas competenciales, que ya sólo creen de puertas a afuera un puñado de intelectuales orgánicos instalados en la más lamentable ridiculez. Esto que es tan evidente consiguen demostrarlo los dos autores con un estilo polemista que combina el rigor con la ironía.

Y es que el Frankenstein competencial ya no responde ni a los chispazos eléctricos más desenfrenados, como podemos comprobar con los ejemplos de la vida real que los autores traen a colación, ejemplos que proceden de una derecha muy interesada en deshumanizar la educación pública y una izquierda social liberal que le hace el trabajo sucio a los privatizadores y parásitos de todo pelaje. El libro se inicia con el relato del día en el que el pedagogo sueco Jonas Linderoth confesó que “las ideas reformistas de los noventa utilizaron el marco de la pedagogía  con el secreto fin de reducir el gasto educativo” y mostró “cómo una agenda económica se disfrazó de pedagogía” (pág. 8). En nuestro país aún hay demasiados incautos que aún no se han caído del guindo, que aún dicen defender presuntas causas humanitarias cuando en realidad lo que está sobre la mesa es la residualización obligada de la red pública para convertirla en un vertedero social para población declarada sobrante por nuestros gobiernos y organismos de estructuración economicista.

Mestre en su largo texto argumentativo (el epílogo de Fernández Liria es más bien un alegato autobiográfico)  habla claro y no deja espacio para ambigüedades: “¿Cabe pensar hoy que la última (y enésima) reforma de la educación preuniversitaria, impuesta por el PSOE, es de verdad una reforma progresista? ¿En qué parámetros se ha de situar una posición progresista -de izquierda, si se quiere- cuando hablamos de educación? La aplicación apresurada y forzada de la LOMLOE en España encaja bastante bien en la advertencia de Linderoth y la experiencia previa del Plan Bolonia. La nueva ley eleva a los altares un popurrí pedagógico que aúna elementos centrales de las llamadas pedagogías alternativas con la tendencia patrocinada por multimillonarios estadounidenses conocida como “Diseño Universal de Aprendizaje” (DUA) y el creciente consenso empresarial -proveniente de la neoliberal y economicista OCDE- sobre el desplazamiento de la centralidad de los conocimientos para fijarnos, mejor, en las competencias” (pág.9). Esos mantras liquidacionistas, acompañados de las acostumbradas campañas de desprestigio y criminalización, dice Fernández Liria que lleva escuchándolas desde los años 70 del siglo pasado.

La novedad del libro consiste en la colección de disparates sonrojantes que aportan los dos autores para demostrar cómo una ideología demencial que estalló hace cincuenta años ha servido para destruir los cimientos de la escuela ilustrada que una democracia necesita sostener para no perder sus valores sociales básicos. Y, uno por uno, van deconstruyendo las principales bases del pedagogismo actual para mostrar de qué forma están sirviendo para carcomer la convivencia democrática: la Educación Basada en Competencias, la burocratización, los decretos de evaluación delirantes, la demencia digital y la conversión de la instrucción en un mercadillo hiperactivo y disparatado, que si aguanta es únicamente por el heroísmo que demuestran cada día los docentes que la administración se dedica a insultar y humillar desde los principales medios del país.

La idea vertebral de este ensayo es la siguiente: una política educativa de izquierdas no es la que impone una supuesta escuela de izquierdas, sino la que blinda y dota generosamente una escuela pública fuerte, en un país que prohíba explícitamente el circuito segregador concertado. En la algarabía habitual de brujerías pedagogistas, el fondo del tema a veces no se ve del todo claro: PP y PSOE (y otras formaciones políticas de ámbito no estatal) lo que se dedican a hacer es a blindar la segregación para generar una sociedad estamental inmersa en el absolutismo economicista. Toda la retórica del pedagogismo lomloísta no es más que una pantalla de distracción orientada a blanquear un proceso imparable de liquidación cultural y recorte acelerado. Ha llegado un punto de que las palabras han perdido su significado habitual y la jerga pedagogista les ha asignado un sentido oblicuo y manipulado, de modo que cuando nos hablan de “libertad” hemos de entender “segregación”, y donde se habla de “inclusión” en realidad lo que se impulsa es un “austericidio”.

Así pues, si para algo puede servir este libro es para sacar la controversia educativa de los delirios que suelen emborronar la realidad para plantear sin estridencia pero con cierta contundencia la situación actual, presidida por la neolengua pedagogista, totalmente “simplista y populista”.

Resulta imprescindible leer Escuela y libertad para darnos cuenta de hasta qué extremo surrealista ha llegado nuestro país en su empeño por cambiar una escuela para la emancipación ciudadana en una fábrica de generar desigualdad y carne de cañón laboral sin derecho a dignidad humana. El lector deja el libro perplejo ante los despropósitos que le acaban de presentar con un orden y una serenidad expresivas realmente encomiable, y por desgracia el diagnóstico, en ausencia de una izquierda racional y responsable decidida a defender los valores de la escuela democrática, no puede ser optimista: “El aula acabará por convertirse en un almacén de particularidades y faltará lo esencial para aprender, que es el silencio de los individuos y dejar que en ellos hablen los conceptos, las ideas que nos permiten pensar racionalmente el mundo. Cada uno se quedará con su ordenador y su software adaptado y tuneado según sus gustos personales, tal como preconiza el DUA, y la clase será una prolongación de la burbuja de ego en que se convierte la experiencia con los dispositivos electrónicos conectados a las redes sociales y los servicios de feed de internet”. Lo han repetido hasta la saciedad nuestros dirigentes: no hay nada que aprender, lo que se debe fomentar es la gimnástica de la resiliencia que permita al futuro empleado sobrevivir entre terremotos económicos, sin espacio para la reflexividad, el ocio libre, el saber estructurado, la pausa racional, la comunicación interpersonal, la lectura concentrada, el estudio profundo, el debate informado y el conocimiento de las culturas y los valores universales, sustituidos por el Estándar Digital y la obediencia al Autómata.


Título: «Escuela y libertad. Argumentos para defender la enseñanza frente a políticas educativas y discursos pedagógicos demenciales».

Autores: Javier Mestre y Carlos Fernández Liria

ISBN: 978-84-460-5523-5

Editorial: Akal

Idioma: Español

Número de páginas: 171

Fecha de publicación: 15 de abril de 2024


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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