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  • 6 de junio de 2025
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Pilar Bayona en el espejo de su “correspondencia escogida”

Pilar Bayona en el espejo de su “correspondencia escogida”

Pilar Bayona en el espejo de su “correspondencia escogida”

Libros del Innombrable y la Institución Fernando el Católico

Licencia Creative Commons

 

Marta Vela

 

Recientemente ha sido publicado el volumen Correspondencia escogida de Pilar Bayona por parte de los Libros del Innombrable y la Institución Fernando el Católico, perteneciente a la Diputación de Zaragoza, proyecto dirigido desde el Archivo Pilar Bayona por los propios sobrinos de la pianista, Antonio Bayona y Julián Gómez, con prólogo del escritor Juan Marqués. Sin duda alguna, Pilar Bayona ha sido una de las figuras más relevantes de la música en España durante el siglo XX y, precisamente, una de las virtudes de este libro reside en observar su relación con toda una pléyade de figuras que habrían de marcar el desarrollo artístico de ese período.

Zaragozana de nacimiento (1897), fue niña prodigio y enseguida tocó en Barcelona y Madrid. Se había formado con los hermanos Sirvent, alumnos a su vez de Joaquín Malats, el pianista que inspirase la Suite Iberia de Albéniz, de la que Pilar Bayona fue una intérprete consumada (“esta obra, esta Iberia de mis pecados, la escribo esencialmente por ti y para ti”, había escrito Albéniz a Malats el 22 de agosto de 1907”).

 

Pilar Bayona toca Evocación, Lavapiés, Málaga, Eritaña de Albéniz (1962)

 

 

Anteriormente, Malats había sido alumno de Juan Bautista Pujol, el pianista representado por Fortuny Fantasía sobre Fausto (1866), en el Museo Nacional del Prado.

Pilar Bayona hizo giras por Francia y Alemania después de la Primera Guerra Mundial, donde cosechó un gran éxito, como se lee en una carta al compositor López Chávarri, el 10 de octubre de 1925, hace casi cien años:

He conocido a muchos músicos y en Stuttgart, donde también toque, me presentaron al maestro [Wilhelm] Kempf, director del conservatorio, y también a una señorita discípula suya que tocaba el piano, pero a la manera moderna, que consiste en tocar con todo el brazo haciendo unos esfuerzos enormes y, por lo tanto, una postura feísima, y se cansan muy pronto porque eso no es natural. Y lo gracioso es que lo que más gustó en Alemania fue mi manera de tocar sin esfuerzo alguno. Falla y Albéniz les entusiasmaron y los demás autores también, pero encontraban las obras pequeñas y, en parte, tienen razón, pues en el repertorio español no disponemos de muchas obras de las dimensiones que a ellos les gustan. Se portaron muy bien con nosotros y nos obsequiaron demasiado.

 

Pilar Bayona toca la Toccata BWV 914 de Bach

 

Asimismo, Pilar Bayona tuvo correspondencia con todos los grandes artistas de ese momento: Buñuel, Falla, López Chávarri, Mompou, Joaquín Rodrigo, Todrá, Esplá, Remacha, Halffter, Samuel Rubio, Luis de Pablo, etc. De hecho, fue una gran defensora de la música contemporánea y dedicó buena parte de sus esfuerzos a estudiar y estrenar obras para piano solo y música de cámara de diversos compositores contemporáneos a ella.

Entre los numerosos artistas de su círculo, merece la pena mencionar a Carlos Baena, que llegaría a ser primer cello de la Orquesta Nacional de España, con quien tuvo una relación muy cercana a partir de deliciosos juegos de palabras, con una despedida “musical” característica, tantas veces copiada al final a las cartas dirigidas a la pianista, de la Sonata Op. 81a de Beethoven, donde el compositor se despedía de la familia imperial escribiendo, bajo el melancólico tañido de la trompa evocado al teclado, la palabra Lebewohl [adiós]:

 

Beethoven, Sonata Op. 81a “Les adieux”.

El día que tú te fuiste, estuvimos los cuatro (tus primos, Galve y yo) tomando café (por hacer algo) en un café de la calle Preciados y no nos sabíamos separar. Sentíamos tristeza, faltabas tú, hacías una falta enorme, nos eras absolutamente necesaria y, sin embargo, la realidad cruel era que te alejabas, irremisiblemente, a una velocidad espantosa. Aunque hubiéramos querido seguirte, nuestras pobres personas no hubieran podido ni lejanamente competir con esa horrible máquina que te llevaba… yo estuve viviendo en un mundo de imágenes, de recuerdos que veía a través del mundo físico (tranvías, metro, taxis, etc.) que me rodeaba. Así me mantuve unos días recordando la Verdadera Música en la que tú me has iniciado aún más, ese mundo inefable de Debussy… pero después he caído ante el peso de la realidad estridente en la que no tengo más remedio que estar sumergido (diciembre de 1940).

Resulta maravillosa la familiaridad con la que otros artistas se dirigen a la pianista, en un contexto de completa confianza, como Luis Galve, otro pianista zaragozano de larga trayectoria:

Querida Pilar: me gustaría haber oído algo de lo que habrás dicho y pensado de mí, y digo algo, porque si me entero de todo, tendría que retorcerte el pescuezo. En fin, aquí me tienes en carta. Ya veremos cuándo me contestas tú, porque por una ranciedad de postal que me mandaste ya creerás que has cumplido para cinco o seis meses (Madrid, 13 de febrero de 1940).

Querida Pilar: tengo la oreja izquierda señalada de tanto hablar por teléfono con unos y con otros; buscándote el concierto y todos me han encaminado finalmente a la Orquesta Filarmónica, que, efectivamente, lo tiene y según me ha dicho Carlos Baena (tu incondicional…, ¿pero qué le das?, ¡¡¡Pilarín, Pilarín!!!, el maestro Pérez Casas está muy gustoso en dejártelo. Carlos se encarga de finalizar el asunto. Tú fíjate que hasta he tenido la heroicidad de pedírselo a Cubiles, por cierto, que ha estado muy amable contigo, hasta inteligente ha dicho que eres (Madrid, 2 de abril de 1940).

Querida Pilar: hace ya muchos días que te quiero escribir para darte señales de vida, pero, hija mía, trabajando se pasa el tiempo tan suave que ya ves (…) ¿Qué vida llevas? ¿Estudias? (…) ¿No piensas venir por aquí? Te convendría distraerte y salir de Zaragoza un poco, por muchas razones, ya que además ahí encerrada en ese sótano de la radio vas a terminar como las momias esas tan majas que hay en los museos o, por lo menos, con cara de taquillera del metro que es lo más parecido (…) Hazme el favor de no perder la moral nunca, pues demasiada desgracia tienen los que no tocan como tú…, y ten en cuenta que injusticias las ha habido siempre y las habrá mientras exista el mundo. No me hagas la faena de no contestar y da muchos recuerdos a tus hermanos y a los amigos de por ahí y para ti un buen pellizco sin que se enteren ni Baena, ni Luis [García-Abrines] ni [Alfonso] Buñuel ni [Juan Pérez] Páramo, ni ninguno de la corte innumerable que te rodea  (Madrid, 28 de julio de 1940).

No obstante, Pilar Bayona nunca se casó, y su vida transcurrió entre Zaragoza y Pamplona, donde incansablemente trataba de enseñar su arte, dado que también, anualmente, participó en los Cursos Internacionales de Verano de Jaca.

Es, precisamente, de Carlos Baena, de quien procede el retrato más fiel que se conserva de la pianista, como se lee en una carta de diciembre de 1939, très calme et doucement expresif [muy calmo y dulcemente expresivo], que presenta toda la hondura personal y artística de la insigne pianista:

Esto [la música anterior] expresa magníficamente el recuerdo que tengo de ti (al decir de ti, digo de todo tu ser, de todo lo que hay en ti de espiritual, de psíquico y de físico). Está en perfecta consonancia conmigo, e inútiles serían todas las palabras con que se quisiera expresar todo lo que expresa la “Música”. Con una frase musical se pueden expresar sentimientos que jamás sería uno capaz de decir con palabras, sobre todo, si esos sentimientos son de un orden elevado e idealista (diciembre de 1940).

 

Fue así como Pilar Bayona, la fille aux cheveux de lin, bajo el evanescente influjo de Debussy, conquistó salones y teatros y también el respeto y la admiración de buena parte de sus contemporáneos que ahora podemos leer en su correspondencia escogida


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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