• Opinión
  • 16 de mayo de 2024
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OCDE 1 – UNESCO 0 ¿Se ha impuesto la empleabilidad a la educación?

OCDE 1 – UNESCO 0 ¿Se ha impuesto la empleabilidad a la educación?

OCDE 1 – UNESCO 0

¿Se ha impuesto la empleabilidad a la educación?

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Enrique Benítez Palma

 

Disculpen el título futbolístico con el que he pretendido llamar su atención. En tiempos de sobreabundancia de noticias y opiniones, parece inevitable recurrir a este tipo de trucos o artimañas para conseguir unos pocos lectores. Sin embargo, el contenido de fondo es serio: ¿por qué el debate educativo en España y en tantos países está girando cada vez más en torno a los Informes PISA, que elabora la OCDE, y no tanto a los documentos de la UNESCO, una organización más global, inclusiva y focalizada en la educación? En un contexto de creciente preocupación por los ránkings, la productividad, la competencia y los resultados, dedicar unos minutos a reflexionar sobre esta cuestión puede ser un ejercicio interesante para quienes se sienten preocupados por la educación, con todas sus ramificaciones.

De entrada, recordemos que la OCDE es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Fundada en 1961, integrada en la actualidad por 38 Estados, sus intereses tienen que ver sobre todo con la economía. De ahí que entre sus materias de interés estén tanto la educación como las habilidades necesarias para un buen desempeño laboral (skills). Los investigadores del desarrollo económico han acreditado que se produce un salto de calidad cuando una cohorte de edad accede a la educación secundaria, y desde luego un buen aprovechamiento económico de los recursos y oportunidades de un país pasa por conseguir altas tasas de ocupación y de empleos cualificados.

De esta manera, la propia OCDE explica en su web que su trabajo en materia de educación ayuda a los individuos y a las naciones a identificar y desarrollar los conocimientos y las capacidades que impulsan mejores empleos y mejores vidas, generan prosperidad y promueven la inclusión social. Sin descuidar las competencias digitales, la organización tiene puesto el foco ahora en la sostenibilidad, afirmando que “los sistemas educativos deben redoblar sus esfuerzos para desarrollar las competencias de sostenibilidad medioambiental de los jóvenes. Sólo alrededor de uno de cada tres jóvenes de los países de la OCDE combina unos niveles básicos de alfabetización científica con las actitudes y los comportamientos que les permiten ser consumidores reflexivos y futuros trabajadores de la economía verde”.

La UNESCO, por su parte, publicó en 2023 una nueva edición de su Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo, que no ha tenido el recorrido mediático de las oleadas de los Informes PISA, pese a que trata en profundidad el tema candente del uso de la(s) tecnología(s) en la educación. Algunas de sus conclusiones son muy relevantes: reconoce que “escasean los datos fiables e imparciales sobre el impacto de la tecnología educativa”, recuerda que “la tecnología ofrece un salvavidas educativo a millones de personas, pero excluye a muchas más”, y concluye que, si bien “algunas tecnologías educativas pueden mejorar algunos tipos de aprendizaje en ciertos contextos”, no es menos cierto que la tecnología en las aulas “puede tener efectos perjudiciales si es inadecuada o excesiva”. Sobre esta última frase, sus referencias son informes nacionales específicos y también los Informes PISA.

En esta reflexión no se debe pasar por alto que la UNESCO es una organización con sus propias dinámicas. Fundada en 1945, cuenta con 193 miembros. Sudáfrica se retiró a mediados de los 60, para volver de la mano de Nelson Mandela. La admisión de Palestina en 2011 motivó la salida de Israel y la retirada de la financiación de los Estados Unidos. En 2023, el país expulsado fue Rusia. Son evidentes, pues, las diferencias de fondo entre la OCDE y la UNESCO.

Para explicar estas diferencias y ahondar en las distintas orientaciones de los informes de ambas instituciones, es necesario bucear en la Historia. En el libro Global Governance of EducationMaren Elfert y Christian Ydesen abordan el papel de la UNESCO, la OCDE y el Banco Mundial en la gobernanza global de la educación desde la postguerra mundial. A la manera de “el bueno, el feo y el malo”, la mítica película de Sergio Leone, para estos autores la UNESCO es “el idealista”, la OCDE es “el maestro de la persuasión”, y el Banco Mundial es “el maestro de la coerción”. Al enfoque humanista-idealista que impulsó la UNESCO desde su creación (1945), se opuso desde mediados de la década de los 50 (Guerra Fría) un marco conceptual centrado en la idea de “capital humano”. De hecho, las propuestas de la UNESCO de alfabetización universal fueron vistas desde el principio por el Banco Mundial como una amenaza. Así, concluyen los autores, “mientras que la UNESCO promovía la educación como un derecho y un bien público con un valor intrínseco, el Banco Mundial consideraba la educación principalmente como un medio para un fin, es decir, como una inversión en productividad y crecimiento económico. La posición de la OCDE es similar a la del Banco, aunque hay periodos en la historia de la OCDE en los que ésta mantuvo una especie de término medio entre estas dos posturas”.

La disyuntiva entre educar y formar, por lo tanto, tiene su génesis en los años 50 del siglo XX, y un claro trasfondo ideológico. En sucesivos artículos exploraremos otras cuestiones relacionadas con esta primera reflexión.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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