• Opinión
  • 8 de mayo de 2025
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Una neolengua para seducir y colonizar la escuela

Una neolengua para seducir y colonizar la escuela

Una neolengua para seducir y colonizar la escuela

En poco más de tres décadas se ha impuesto sobre los docentes un léxico artificial que nada tiene que ver con el léxico de nuestra lengua materna. / Imagen: IA_GROK

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Santiago García Tirado

 

Piense en esto: le van a decir que no es lo mismo ejercicios que tareas, que atienda a los saberes, no imponga contenidos, sino ayude a que los propios alumnos construyan su aprendizaje, pero huya de lo teórico, los alumnos deben consolidar competencias, y las competencias se manifiestan en un uso práctico, todo el trabajo que usted programa debe quedar enmarcado en el D.U.A., observe si en sus prácticas es lo suficientemente inclusivo o inclusiva, si la atención que usted da es personalizada, mire que no se quede al margen nadie que tenga diagnosticado un T.E.A., un T.D.A.H., un Asperger, una dislexia, aunque no dude también en plantear el caso en su C.C.P., tal vez haya que modificar las R.O.F. -si usted es vasca o vasco-, las N.O.F.C. -si usted es catalana o catalán- las N.O.C. -si es usted madrileña o madrileño-, practique siempre formas amigables de la enseñanza como las matemáticas socioafectivas, y sobre todo sepa que sus estrategias, sus programaciones de aula, sus horas invertidas en aprendizaje basado en proyectos y todos los demás planteamientos solo tendrán sentido en la medida que apunte adecuadamente a un determinado perfil de salida. Piense en todo ello. Relea este párrafo cuantas veces sea necesario y, una vez subrayado, intente declamárselo a usted mismo o misma en voz alta. Ponga el tono adecuado, vocalice. Si después de toda esa ceremonia no se ha ruborizado, si aún es capaz de atribuirle algún sentido más o menos coherente, y, además cree que lo que ha leído está en castellano, lamentamos decirle que se ha equivocado. Lo que ocurre con usted es que ha interiorizado una neolengua, la ha dado por válida, tal vez sin saberlo, y eso, en el ámbito de la educación, no es una buena noticia.

En poco más de tres décadas se ha impuesto sobre las y los docentes un léxico artificial que nada tiene que ver con el léxico de nuestra lengua materna. En realidad es un léxico parásito, asume el control y pone a su servicio todo el léxico de la lengua. A ese léxico se lo ha dotado, además, de unas reglas de organización, o lo que es lo mismo, de una gramática. El resultado es una neolengua que ya inunda leyes, documentos de nuestros centros educativos, incluso la verborrea de políticos y creadores de opinión.

Como todo lo que afirma venir del futuro, esta neolengua juega su baza de fascinación y rupturismo. Se trata de una lengua sofisticada, pseudocientífica, aunque no hay que olvidar que, por encima de todo, es una lengua artificial. Ha sido fabricada, y no precisamente por manos amigas. Naturalizar en nuestra charla cotidiana expresiones de esa lengua invasora, como “perfil de salida” -lo que es una exigencia de la OCDE-, ni es inteligente ni respetuoso con lo que entendemos como educación en igualdad. Ocurre lo mismo con expresiones abstrusas como “poner en el centro al alumno”, “contenidos socioafectivos”, o el insufrible “aprender a aprender”. Suenan cuquis, sugieren vanguardia, pero esconden un modelo de mundo que no es el que subyace a nuestra lengua natural. Su modelo de mundo ha sido diseñado desde las esferas del neoliberalismo, y en él el ciudadano-tipo es mano de obra dócil y se integra a la perfección como parte de la gran masa consumidora que mantiene el ciclo en estado óptimo.

Una vez colonizadas las facultades de Educación, la neolengua pedagogista se ha convertido en lo que es hoy, una lengua franca. Indiscutida, asimilada por políticos, difundida por pedagogos, aceptada por negociadores sindicales y, en los últimos años, inoculada a la multitud de profesoras y profesores, en lo que ha sido un moderno proceso de alfabetización. Maestras y maestros, profesores y profesoras bienintencionados se han esforzado hasta empaparse de ese lenguaje, y aquí lo tenemos, hecho una realidad que cortocircuita cualquier intento de apelar a la sensatez, al sentido común, que boicotea aquello que debería ser la enseñanza de una materia.

Günther Anders habla de intelectuales que acostumbran a pertrecharse de una lengua opaca: resultan seductores, su saber se impone como un saber esotérico, el problema es que a menudo está vacío. No son sabios, ni pedagogos, son mistagogos, simples guías que pretenden llevarnos de la mano al misterio. Y en el caso de la neolengua pedagogista el misterio es una brutal suplantación del sistema educativo democrático por otro cuya finalidad es perversa. El único freno a este atropello lo puede poner nuestra inteligencia. Frente a una lengua prefabricada y tóxica, la exigencia de que nos hablen en lengua natural. Y frente a las mistificaciones y las tomaduras de pelo, la razón. Nos va a llevar tiempo explicárselo a algunos, en estos días en los que las facultades de Educación ya han sido colonizadas, pero nos importa -y mucho- dejarnos la piel en el empeño.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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