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  • 21 de enero de 2025
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Razón y demolición

Razón y demolición

Razón y demolición

El arte de escribir ensayos

H&O editores

Licencia Creative Commons

La palabra como material inflamable: Razón y demolición de Andreu Navarra

 

Mónica Caldeiro

 

El ensayo es un arma de pensamiento para tiempos de crisis. Es deseable y sano que así sea en cualquier sociedad; que se creen artefactos de lectura accesibles que blinden la reflexión y la capacidad de crear narrativas que atenten contra los dogmas, que exista un pensamiento crítico fuera de la academia que enriquezca la conversación de la vida pública. La escritura de ensayo debe perpetuarse y reproducirse, ser el micelio que alimenta la reflexión y la duda ante los discursos hegemónicos, no dejar de exponer cuestiones incómodas y cuestionar los esencialismos pétreos.

Por eso Andreu Navarra nos propone este metaensayo, este ensayo sobre el ensayo. Y sí, en él encontramos citados a los grandes ensayistas de la historia y también a nuestros contemporáneos, se nos desgranan las características del género y sus diferentes posibilidades formales, pero Razón y demolición va mucho más allá de las definiciones históricas. Configura una apología humanística del ensayo y de las condiciones materiales de su creación, es decir, de la base orgánica que es el humus del pensamiento ensayístico: la lentitud, la observación, una cierta austeridad y la capacidad reflexiva, todas ellas cualidades que atentan contra el neoliberalismo y la sociedad de la gratificación instantánea.

No en vano señala el autor que «el mejor ensayo suele ser siempre la mejor herejía». No olvidemos la plaga de libros que asolan las estanterías de muchas librerías y que, de manera velada o manifiesta, se enarbolan como herramientas al servicio del pensamiento neoliberal. Desde manuales sobre cómo hacerse millonario hasta mindfulness para aumentar la productividad, el homo economicus, como así lo denomina el autor, no ensaya, escribe propaganda. Ya lo apuntó el filósofo Byul Chung Han en La crisis de la narración. Escribir ensayo no es ni storytelling ni copywriting, no posee un fin estrictamente comercial, no está al servicio de una hegemonía económica: es el rechazo rotundo al hombre individual e independiente de su entorno, a la calendarización de los afectos y la lógica extractivista aplicada a las relaciones humanas. El ensayista contribuye a la construcción permanente del ágora pública, atenta contra la burocratización del pensamiento intelectual y rechaza el deseo neoliberal que crea mecanismos de autosometimiento al sistema económico, un sistema que termina por aislar al individuo y exiliarlo de «la ciudad letrada», como diría Martín Rodríguez Gaona. Nos recuerda Navarra: «En tiempos de autoexplotación laboral cognitiva, son menos los que comprenden que alguien pueda estar deseando distraerse sin trabajar también para el ocio, distraerse pensando». Como comentaba en cierto tono jocoso en una red social el editor y poeta Aníbal Cristobo, «distraídos venceremos».

Y sí, la emancipación individual empieza con la distracción, con el ocio improductivo que no genera beneficios económicos. La prisa neoliberal arrasa con el espacio mental necesario para crear pensamiento. Reivindicar la vagancia como un acto de rebelión es fundamental para ejercer la capacidad reflexiva: ni fitness, ni cuotas de gimnasios, ni centros comerciales, ni horas interminables de scrolling dopaminérgico por las redes sociales. La crítica solo puede ejercerse desde otro lugar; por eso, «hay que perder de vista la vergüenza por dedicarse a pensar». Ese ejercicio que puede parecer, en su fundamento, tan solitario, es en realidad un acto profundamente colectivo. La emancipación individual del pensamiento desencadena una emancipación colectiva mediante la palabra. Y no solo por medio de la escritura. El ensayista se construye en colectivo, sostenido por una red «que acompañe sus ideas». Ese sustrato empieza colectivamente mediante el intercambio de reflexiones, conversaciones, sobremesas y espacios de un formato de lo más variado: audios de Whatsapp, epístolas electrónicas, conversaciones en cafeterías, salones entre amigos, encuentros en centros sociales o clubes de lectura o incluso (a día de hoy) claustros universitarios. Este inicio de escucha deriva en la creación que devuelve al colectivo, mediante el proceso creativo, el artefacto inflamable: una chispa para avivar el debate y la conversación de la que otros posibles ensayistas podrán nutrirse.

Navarra expone y reivindica el derecho a dudar de todo ser humano emancipado. Primero la distracción, luego la duda. «El ensayista no hace proselitismo, no selecciona futuros, no inyecta culpabilidades: su función primordial es compartir perplejidades, desmontar dispositivos irracionales, localizar los orígenes ocultos del poder». Descubrir y visibilizar los mecanismos del poder y la opresión es la única manera de construir alternativas a los discursos distópicos y apocalípticos que tanto proliferan ante el auge los neototalitarismos. Cuando todo parece derrumbarse, la alternativa siempre empieza por crear pensamiento ante panfletos y discursos planos para excavar y buscar en los entresijos de la realidad, que siempre es compleja, sin dictar una sentencia.

Por ese motivo es tan necesario el ensayo siempre, desde la heterodoxia. Desde el momento en el que «la sociedad póstuma fabrica apocalipsis cotidianos para cancelar el futuro de las personas», el material textual concreto, el ensayo, conduce a posibilidades que alientan el presente y el futuro venidero. Y la razón debe actuar como una bola gigante de demolición ante cualquier fanatismo para desestructurar hasta sus más profundos cimientos. Y después del derrumbamiento cabría volver a pensar, y pensar otra vez, para plantear quién podría sustituir al homo economicus al final del Antropoceno.


Título: Razón y demolición

Autor: Andreu Navarra

ISBN: 978-84-128848-4-5

Editorial: H&O editores

Idioma: Español

Número de páginas: 176

Fecha de publicación: 2024


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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