Razón personal y Razón abstracta: a propósito de una carta de María Zambrano

Razón personal y Razón abstracta: a propósito de una carta de María Zambrano

Razón personal y Razón abstracta: a propósito de una carta de María Zambrano

La Digitalización es la descomposición para la previsión de todos nuestros comportamientos y anhelos

El río Arno, Florencia, Italia. / Imagen: Michelle Raponi – Pixabay 

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Andreu Navarra

 

El 24 de octubre de 1949, María Zambrano se encontraba en Roma y acababa de visitar Florencia. Se dispuso, una vez más, a intentar escribir a su amigo Josep Ferrater Mora, que en aquellos años le enviaba noticias muy puntuales sobre sus logros bibliográficos y el estado de salud de su hijo Jaime. Lo que le escribe la filósofa es la descripción más completa que existe sobre lo que es un stendhalazo: “Desde que pisé esta tierra, es decir, desde que entré en el Mediterráneo empecé a oscilar furiosamente como una aguja imantada por algún polo demasiado intenso y cercano o quizá por dos y si he pasado vertiginosamente de los éxtasis más intensos a la desgracia más honda y por la misma causa. Y más aún que en Roma, en Firenze, he sufrido vértigos de tiempo, en un instante me caía desde varios siglos como los aviones cuando “pican”.” Esta maravillosa carta se puede leer en el Epistolario 1944-1977 que preparó Miguel Osset en 2022 para la editorial Renacimiento.

Retrato fotográfico de María Zambrano (1904-1991). Archivo fotográfico procedente de la Fundación María Zambrano, en Vélez Málaga. Autor desconocido. / Wikimedia

En Florencia, según Zambrano, era “todo de una belleza exasperante”. Y continúa: “Cualquier huella de Grecia -de la madre- me hace sonreír apaciguada, como si me transportara a un punto desde el cual todo puede ser entendido, en el centro mismo del mundo inteligible, que no es el mundo de la Razón pura sino el mundo de la razón del alma”. Unas páginas más hacia atrás, Zambrano le ha explicado a su pulcro corresponsal que para un exiliado la pesada ‘Razón histórica’ acogota siempre a la razón personal que le permitiría llevar una vida más placentera o fácil. Se trata de la dicotomía tradicional entre la ‘Razón violenta’ y la ‘razón poética’ zambraniana, procedente del pensamiento español encarnado y del mundo griego.

Y sigue así: “Ahora no tenemos, que yo sepa, nada semejante a lo que fue la vida cristiana al comienzo; lo concreto e inmediato es simplemente lo económico y cuando más lo “psicológico”. Sí, la Psicología: psicoanálisis, etc, quiere llenar ese hueco tremendo que deja en la vida humana el vivir bajo una cultura cada día más despegada y «abstracta».” ¿Qué actual, no? Es curioso que Franco “Bifo” Berardi,  pensador aún en activo, se refiera a la “abstracción” radical de nuestras existencias como a uno de los principales problemas sociales de hoy que la izquierda no está sabiendo detectar. Efectivamente, la Digitalización es la descomposición para la previsión de todos nuestros comportamientos y anhelos. Nuestras administraciones y el mundo empresarial no parecen comprender, ni les interesa hacerlo, cómo es posible que un pequeño grupo de comunidades humanas o comportamientos aislados (pasear, cenar, el humor negro, la lectura atenta) no puedan ser reducidos a ‘Razón economicista’. Lo asombroso es cómo María Zambrano, hace más de setenta años, ya se diera cuenta de que el psicologismo (hoy diríamos “educación emocional”) es un parche impotente ante la desconexión impuesta de la Razón histórica o economicista.

“El pedagogismo, como cualquier otra religión, no comprende la resistencia íntima, no entiende que alguien prefiera vivir su propia vida al margen de la Revelación”.

Algo parecido pasa con el pedagogismo: sus narrativas solemnes y megalómanas, su estupidizante utopía de estandarización masiva y clasificación social causan sólo ansiedad y depresión donde, en teoría, debería abrirse paso un Paraíso. ¿Por qué? Porque aniquilan la improvisación, el factor humano, la dimensión auténtica del vivir y su razón personal indigitalizable y transutópica. El pedagogismo, como cualquier otra religión, no comprende la resistencia íntima, no entiende que alguien prefiera vivir su propia vida al margen de la Revelación, pura Razón histórica y violenta, en contacto con la belleza libre y la reflexión explorativa, los stendhalazos y los sentidos sin nombre. No comprende que alguien desee no ser previsto, no ser biometrizado ni comercializado, al margen de las prótesis ciberfeudales y paternalistas de la actualidad.

Ferrater Mora le respondió el 22 de diciembre de 1949, desde Pensilvania, para escribirle esto: “El hombre se ha convertido en un “ser psicológico”: ¿hay algo más azorante? Casi estoy a punto de reconocer que era más aceptable la actitud de los materialistas del siglo XIX, para los cuales el hombre era desde luego un “ser fisiológico”. Por lo menos, la fisiología, siendo más ingenua, es menos “demoníaca”. Pero dejemos esto -si es que esto dice algo-”. Dejaremos esto también nosotros, si es que en realidad hemos dicho también algo.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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