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  • 26 de septiembre de 2024
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Esta educación es una ruina

Esta educación es una ruina

Esta educación es una ruina

Editorial Brief.

Licencia Creative Commons

 

David Rabadà

 

Este ensayo es un retrato realista y áspero de las leyes educativas de nuestro país. Durante el mismo la autora, Beatriz Rabasa Sanchís deja claro que las leyes actuales son herederas de la LOGSE de 1990, algo que durante todo el libro demuestra con creces. Con un estilo elegante y una redacción impecable, el libro estructura perfectamente sus argumentos. Durante todo el ensayo se expone, se demuestra y se contrasta un gran número de hechos sobre la educación nacional. Es tanta la información que aporta la autora, que queda muy claro cuáles son los factores que lastran la educación nacional, aunque también aporta todas aquellas soluciones para superar los prejuicios, las ideologías y los intereses que gobiernan nuestra enseñanza.

La autora, y como profesora de secundaria de Matemáticas y abogada, conoce perfectamente todos los detalles de las últimas leyes educativas nacionales viendo cómo las promesas de éxitos educativos sin esfuerzo ha sido algo electoralista, aunque cabe la posibilidad de que los artífices de estas leyes creyesen en sus palabras atribuyendo propiedades casi mágicas a las nuevas metodologías. Demuestra como estos marcos legales han potenciado y protegido la disminución del currículo educativo rebajando el esfuerzo, los contenidos y la disciplina entre unos alumnos infantilizados, procrastinados y sin casi deberes ni exámenes. En ello deja claro que los padres de la LOGSE, y sus leyes posteriores, fueron los culpables de todo este estropicio. En ello cita claramente a Javier Solana, ministro de Educación y Ciencia entre 1988 y 1992, a Alfredo Pérez Rubalcaba, Secretario de Estado del Ministerio de Educación en aquellos tiempos, y a Álvaro Marchesi como impulsor de la ideología logsiana existente hoy en día. De hecho, los demás arquitectos de la LOGSE fueron un conjunto de políticos, psicólogos y pedagogos que poco o nulo contacto tenían con la realidad de las aulas. Y a pesar del fracaso que conllevó la LOGSE, y según Beatriz Rabasa, sus autores no pararon de repetir que esta fracasó porque todavía predominaba un modelo educativo tradicional, obsoleto y anterior, pero que, paradójicamente, antes no fracasaba. Ante ello, la autora queda perpleja al ver cómo las bases de la LOGSE han llegado intactas hasta el actual marco legal educativo, la LOMLOE.

El cambio que implicó la LOGSE, y sus sucesivas leyes como la actual LOMLOE, fue poner al alumno en el centro de la educación como un ser capaz de aprender por sí mismo sin la necesidad de la transmisión de conocimientos por parte de docentes expertos. Así, y de esta manera, se extirparon o rebajaron de las aulas el latín, el griego, la historia, la literatura, la geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. Todo ello dejó a los profesores como meros orientadores, monitores y mediadores de los alumnos para que ellos mismos aprendieran los conocimientos que durante miles de años la cultura y la historia han alcanzado entre la humanidad. De ahora en adelante se evaluarían más las destrezas, habilidades y competencias de los alumnos en detrimento de la meritocracia de los conocimientos memorizados y su transmisión, pero bajo la obligación de no frustrar a los ya “no estudiantes” ahora amparados por una felicidad cortoplacista impuesta por el logsismo. De hecho, y en todas las leyes desde la LOGSE, y sus herederas, se ha insistido en el mantra que hay que educar para la felicidad, concepto muy abstracto en función si tomamos la definición dada por Platón o por Hitler. No obstante, y siento la felicidad un concepto muy relativo, las leyes han substituido la transmisión de conocimientos de los docentes por las lúdicas tecnologías por la red como por ejemplo la educación basada en proyectos en donde lo más importante no es el producto o el resultado final de los conocimientos adquiridos, sino el proceso de aprendizaje lúdico en sí mismo. Es decir, que el alumno, y por sí mismo, podrá divertirse accediendo a internet u otros medios digitales, aunque el desprecio a la memorización provoque que se obstruya la consolidación y el desarrollo de esquemas mentales a largo plazo, es decir, cuando externalizamos nuestra memoria a una máquina, también subcontratamos una parte muy importante de nuestro intelecto e incluso de nuestra identidad.

En fin, y dado todo lo anterior, la función del profesor se transmutó en ser un guía y orientador de la actividad emocional del alumno procurando evitar sus frustraciones para que sea “feliz” en el aula o guardería. En ello todos los alumnos deberán adquirir las mismas competencias básicas, aunque estas hayan sido definidas con grandes ambigüedades. Esta es la llamada escuela comprehensiva y su equidad, que pretende igualar a todos los alumnos, y hasta los 16 años, para que alcancen las mismas competencias básicas, aunque ello suponga suspender varias materias y según la LOMLOE, pasar de curso bajo una promoción “semiautomática”. Conviene la autora que una enseñanza en la cual se puede pasar de curso con muchas asignaturas suspensas es una enseñanza que abandona el esfuerzo y al alumno, algo ahora por imperativo legal, la LOMLOE. Esta ley, o ley Celaá, plagiando el seguidismo de la LOGSE, dijo buscar la justicia, atender a la diversidad y orientar las decisiones de los alumnos, pero lo que realmente consigue es bajar el nivel de conocimientos y con ello la pérdida total del ascensor social de la educación pública. Ello, y según la autora, ha propiciado los llamados objetores escolares, alumnos que acumulan una trayectoria de fracaso escolar cuyo interés en permanecer en las aulas es notoriamente escaso bajo el buenismo logsiano, y que no les interesa en absoluto la comprehensividad que impone la ley hasta los 16 años. Ha sido normal entonces, que más de un 30% de los alumnos de nuestro sistema haya optado por el abandono escolar temprano, algo muy alejado del objetivo europeo del 10%. Al final cabe preguntarse, ¿qué hay de malo en un sistema de transmisión de conocimientos anterior al logsismo? Un método para enseñar algo puede ser bueno, aunque sea tradicional, y puede ser malo, aunque sea muy novedoso. Confundir lo bueno con lo novedoso y lo malo con lo tradicional puede ser perdonable en un progre quinceañero, pero para nadie más.

El libro se estructura en once capítulos, cada uno de los cuales detalla y resume los pormenores y defectos de nuestras leyes educativas. En ellos expone con prístina claridad y lógica irrefutable la eterna lucha entre el pedagogismo teórico por comprobar y la didáctica pedagógica demostrada. La primera se proclama innovadora y en posesión de la verdad, pero repite ideas antiguas no demostradas. La segunda, la didáctica, va mejorando la enseñanza con la experiencia y sus innovaciones contrastadas. Por desgracia, y así lo demuestra la autora, el pedagogismo logsista pervive en nuestras leyes educativas entorpeciendo y empeorando el sistema. La prueba son los informes PISA que hace décadas denuncian como el fracaso escolar nacional aumenta en nuestro país. Las causas de todo ello pueden resumirse en un rechazo a la autoridad docente, otro rechazo a la tradición efectiva, más un rechazo hacia la institución de los docentes, quiénes han dejado de ser una autoridad en el sistema educativo. Como decía Hannah Arendt en 1959, la educación no puede renunciar a la autoridad ni a la tradición. Y es que por más competente que sea el profesor, no por ello va a estar revestido de autoridad si no domina su especialidad. La cultura es una herencia y sin la autoridad del pasado, que no autoritarismo, ya no hay herencia cultural posible. Y comprenderemos que hasta que los niños adquieran su autodisciplina, se les debe imponer límites con normas y castigos cuando éstas se transgreden.

Pero, y a pesar del fracaso del logsismo, sus defensores optan por negar los resultados competenciales en las pruebas PISA, o mantenerse optimistas ante estos, aunque predicando que el que logsismo requiere de mayores inversiones y de mayor formación pedagógica entre los docentes, algo paradójico ya que se ha invertido más que nunca en educación y en la formación de los docentes a través del máster de educación pagado por los futuros profesores. Por ejemplo, entre el año 2000 y el 2009 la inversión pública en educación se duplicó obteniendo en PISA 2009 una caída en los resultados nacionales. En ello la OCDE advirtió de que no basta con gastar, sino que es preciso gastar bien. Cabe añadir que nuestro país mantiene una de las proporciones más bajas de alumnos de alto nivel en Europa y con unas diferencias muy acusadas entre las distintas comunidades autónomas en los resultados PISA, algo paradójico dado el objetivo de la escuela comprehensiva de los logsistas, es decir, que todos llegaran al mismo nivel de competencias. La autora en ello añade que, si felicitamos a todos los alumnos por igual, estaremos consiguiendo justo lo contrario de lo que deseamos, estaremos precisamente desmotivando a los alumnos y fomentando su holgazanería. Es decir, y contra todas las evidencias científicas que demuestran el desacierto de ese tipo de escuela que considera iguales a todos los alumnos, en cuanto no lo son, no se entiende que la propia ley quiera hacer desaparecer los deberes con la excusa que los alumnos son muy diferentes entre sí. En vez de pedir al alumno que no ha aprendido a que haga más deberes o que repita, se instala la promoción automática. Se dice que es más importante el desarrollo social que el intelectual y que el joven conserve los mismos compañeros de curso para no frustrarse. Además, tanto los sobresalientes como los suspensos se convierten en calificaciones no deseables según la ley. En cierta forma los logsistas desean que todos los alumnos obtengan buenos resultados sin esforzarse y no les gusta que los asiáticos obtengan buenos resultados porque lo hacen con esfuerzo. En fin, que por mucho ocultar la realidad esta no cambia. Rebajar el nivel de exigencia escolar en general, es privar a los que no tienen dinero de la posibilidad de ganarlo y de progresar en la escala social y laboral. Por lo tanto, el pedagogismo de la LOGSE, y sus leyes herederas parche, segrega más que su objetivo inicial.

En resumen, la educación logsista de la LOMLOE, y según la autora, cuestiona la moral de quien disiente de ellos, algo muy propio de los absolutismos de nuestra historia. Además, esta ley promueve el exceso de burocracia en los docentes que deben asumir la promoción automática de sus alumnos, aunque hayan suspendido. Ello conlleva un gran número de profesores quemados por el sistema. Podríamos añadir que la LOMLOE no permite que la escuela facilite el ascenso social de los alumnos más capaces y trabajadores en el sistema público. Ello anima, a aquellas familias con buenos recursos económicos, a matricular a sus hijos en escuelas privadas alejadas de los experimentos logsianos. En palabras del pedagogo Gregorio Luri, si un niño rico encuentra  la escuela cerrada al conocimiento, tiene otros lugares donde acudir, pero el pobre no. En fin, si el objetivo de nuestras leyes educativas comprehensivas y demás zarandajas era alcanzar la igualdad de oportunidades para todos nuestros alumnos, ha provocado todo lo contrario. Es más, si el alumno que ha terminado la secundaria en la pública con un nivel mínimo y sin hábitos de estudio ni esfuerzo, se va a encontrar con serias dificultades para cambiar radicalmente y empezar a estudiar cuando el mercado laboral se lo exija. En definitiva, el fracaso escolar y social está servido, ¿vamos a ver quién se lo come?

 

Beatriz Rabasa Sanchís es profesora de secundaria de Matemáticas y abogada especializada en temas de mediación familiar. Es autora de los libros El profesor quemado y Cómo dar clase sin quemarse. Ha sido, y durante más de diez años, representante del profesorado en el Consejo Escolar Valenciano. También ha pertenecido al Comité de Seguridad y Salud Laboral como delegada de prevención de riesgos laborales, de ahí su preocupación por cuestiones relacionadas con la salud de los docentes. En la actualidad imparte clases de Matemáticas en un Instituto de Valencia y, desde la Sección de Mediación del Colegio de Abogados de Valencia, trabaja para lograr la implantación efectiva de la Mediación.


Título: Esta educación es una ruina

Autor: Beatriz Rabasa Sanchís

ISBN: 978-8418641008

Editorial: Editorial Brief

Idioma: Español

Número de páginas: 238

Fecha de publicación: Diciembre, 2020


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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