Vicente Luis Mora: “Deseamos creer que realmente podemos conformar la realidad con las palabras”

Vicente Luis Mora: “Deseamos creer que realmente podemos conformar la realidad con las palabras”

Entrevista a Vicente Luis Mora, novelista e investigador, escritor total

Vicente Luis Mora: “Deseamos creer que realmente podemos conformar la realidad con las palabras”

Vicente Luis Mora. Imagen: Virginia Aguilar 

Licencia Creative Commons

 

Andreu Navarra

 

Vicente Luis Mora (Córdoba, 1970) es un escritor estelar, y uno de los filólogos más prestigiosos del país. Nos concede esta entrevista que no sólo quiere repasar su trayectoria literaria, sino también la académica. Porque este hombre ha hecho de todo: poesía, crítica, postensayismo, aforismos, pensamiento estético y varias novelas importantes. Con Cúbit (Galaxia Gutenberg) se acaba de adentrar en la ciencia ficción distópica o visionaria; con Raíz nebulosa (Dykinson), co-coordinado con Azucena López Cobo y Amparo Quiles Faz, ofrece un panorama de la Filología Hispánica actual. Quienes le conocen bien añaden que, además, es una persona generosa y coherente.

 

Pregunta de rigor. Te autorizo a odiarme: Narrativa e IA. ¿Qué debemos saber?

Esta es el típico asunto que tiene más bibliografía que interés, en el sentido de que los resultados narrativos producidos hasta ahora no justifican -de momento, insisto- la atención que le dedicamos. Sobre este tema ya me he pronunciado por lo menudo (https://vicenteluismora.blogspot.com/2023/04/literatura-e-inteligencia-artificial.html), así que me limito a dar algunas pinceladas: si tienes que apoyarte en un programa para escribir, ya sea porque no tienes talento o porque no tienes imaginación, ¿por qué motivo deseas escribir? ¿Para qué y para quién escribes? ¿No tienes nada mejor que hacer que alimentar el algoritmo de una multinacional opaca, que se aprovecha de las obras anteriores de innumerables trabajadores culturales precarios? Si vas a limitarte a perpetrar combinaciones de signos, ¿no sería más productivo y rentable dedicarte a las combinaciones de la lotería? Si lo que buscas es prestigio, ¿crees que presentar obras de refrito digital como obras propias va a proporcionártelo? Si lo que buscas es dinero, ¿estás segura/o de que la literatura es el camino indicado? ¿Qué se siente al aceptar que uno/una no vale un duro como artista, y necesita ayuda creativa externa? En fin, seguiría haciendo muchas preguntas, pero esas ya dolerían más.

“Si lo que buscas es prestigio, ¿crees que presentar obras de refrito digital como obras propias va a proporcionártelo?”

¿Cómo resumirías tus principales líneas de investigación filológica?

Mis líneas de investigación, en teoría, son la narrativa contemporánea en español desde una perspectiva extraterritorial (siglos XX-XXI), la poesía española contemporánea (siglos XX-XXI), la imaginación creadora desde un enfoque cognitivo y el influjo de las tecnologías en las prácticas de lectura y escritura. Pero también me he acercado a otras materias, por las que se me invita a veces como experto, sin serlo, como la literatura neorrural o la inmigración como fenómeno literario. También trabajo en otras direcciones sobre las que, de momento, prefiero guardar silencio.

Algún filólogo tradicional pensará que son demasiadas líneas y excesivamente diversas. Puede ser. Pero técnicamente no soy filólogo; he estudiado tanto derecho, arte, filosofía o ciencia como literatura, y creo que la oxigenación que mis distintos conocimientos aportan al análisis literario hace que surjan perspectivas e ideas a las que la filología “pura” no puede llegar. Así que ahí estamos, cómodos entre el síndrome del impostor y el hallazgo puntual.

¿Qué es el “cratilismo” poético?

Dicho de forma breve, es una suerte de fetichismo literario que sostiene la identidad ontológica entre una palabra y la cosa a la que denomina. En otras palabras, hablamos de textos o autores que no creen que los signos sean arbitrarios, en la línea de Saussure, sino que plantean que existe una correspondencia directa y real entre un ente y su nombre o que el mero hecho de pronunciar una palabra genera efectos más allá de los actos de habla, conformando la realidad. Por poner un ejemplo reciente, el poeta Fernando Menéndez se expresa de este modo en Ni el número ni el orden: “Decir / espliego / y que / se agoste / el tacto / en tanto / recuerdos” (Editorial Dilema, 2023, p. 107). Es un residuo mítico, ancestral, que denomino con el nombre de cratilismo porque es Crátilo quien lo sostiene en el diálogo Crátilo de Platón, frente a la posición consensualista (saussureana) de Hermógenes, que piensa que los nombres son circunstanciales y, como es obvio, varían entre las lenguas, mientras los objetos y seres no. La acuñación cratilista más famosa en nuestra lengua es posiblemente esta de Jorge Luis Borges en su poema ‘El Golem’:

Si (como afirma el griego en el Cratilo)

el nombre es arquetipo de la cosa

en las letras de ‘rosa’ está la rosa

y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’.

Es por supuesto una licencia poética, un juego conceptual, pero tengo recopiladas decenas de usos, tanto en nuestra literatura como en otras, de poetas de notable talento y valía, incluyendo nombres más que canónicos. ¿Por qué continúa vigente algo tan contraintuitivo? Creo que porque refleja nuestra confianza en el lenguaje como una habilidad taumatúrgica; porque deseamos creer que realmente podemos conformar la realidad con las palabras. Es falso, pero en buenas manos sigue resultando hermoso.

“Deseamos creer que realmente podemos conformar la realidad con las palabras. Es falso, pero en buenas manos sigue resultando hermoso”

¿Qué encontramos en Raíz Nebulosa?

Raíz nebulosa. Una mirada a la Filología Hispánica es un conjunto de trabajos generados por el Área de literatura española de la Universidad de Málaga, que no tienen un tema común, aunque sí un espacio teórico coincidente. Hay estudios desde el Siglo de Oro hasta la literatura del siglo XXI -esta última se aborda en mi capítulo y en el de Rafael Malpartida-. El motivo por el que Azucena López Cobo, Amparo Quiles y yo hemos querido hacerlo así, como coordinadores del libro, es porque los monográficos colectivos nunca suelen ser leídos por completo, de un tirón, sino que cada lector espiga sus preferencias. Hoy las búsquedas bibliográficas se realizan digitalmente y a través de repositorios especializados, en donde es factible su acceso digital fraccionado. Pensar que un monográfico temático va a interesar al público diana más que cualquiera de sus capítulos por separado, por el mero hecho de que todos ellos abordan una temática similar, es limitar la comprensión sobre el modo de recepción del ensayo académico, como apunta Azucena. El título del volumen parte de una cita de María Zambrano, una pensadora que sé que te interesa: “El poeta se mantiene vigilante entre su sueño originario –la raíz nebulosa– y la claridad que se exige. Claridad exigida por el mismo sueño, que aspira a realizarse por virtud de la palabra poética” (Filosofía y poesía).

¿Cervantes es un paisaje?

Es un paisaje y una mesa de trabajo. Es lo que ves por la ventana cuando miras y lo que hay por debajo del folio en el que escribes. Es el sustrato y el entorno, si escribes en español. Esto no quiere decir que haya que copiar a Cervantes, ni que imitarlo, pero sí creo –y paso a primera persona, porque no quiero sonar prescriptivo, sino recordármelo solo a mí– que debo tener presente su lección. ¿Cuál es la lección cervantina? Es una lección compleja, con varios puntos: 1). El respeto a la tradición literaria no requiere abandonar la parodia, el pastiche, la crítica ni la ironía respecto a sus puntuales frutos o modelos. 2.) Conoce la literatura de tu tiempo, pero no dialogues con ella, mejor úsala como material en bruto para escribir obras atemporales, que siempre serán de cualquier tiempo. 3). No te tomes muy en serio a ti mismo, y mucho menos dentro de tu obra. 4). Haz lo que te interese, sin pensar en lo que dirán los demás, bastante leña vas a recibir de ti mismo como para fijarte en lo que llega de piel afuera.

¿Qué es lo mejor que te llevaste de tu estancia en Marrakech?

El conocimiento de la cultura árabe, el cariño y la inmensa hospitalidad de los marroquíes que traté, y el contacto estrecho durante varios años con Juan Goytisolo. Casi nada. Parte de ese tiempo en Marrakech fue duro por motivos personales, pero hubo otras vivencias que me han conformado.

¿Cómo es la universidad en Estocolmo?

Pues como cualquier otra universidad, pero con unos medios y una profesionalidad que me resultaron casi desconcertantes, y que solo conocía de Estados Unidos. Esto no quiere decir que en Suecia se haga mejor Filología, por ejemplo, que aquí –una comparación, por lo demás, irrelevante, pues depende del rigor y la creatividad de cada estudioso individualmente considerado–, pero sí creo que los alumnos tienen una mejor experiencia de aprendizaje. Todo allí está pensado para que los estudiantes salgan con un enorme conocimiento en sus materias. La consideración de cada perfil llega hasta el punto de que cuando se doctoran estudiantes en algunas universidades suecas, el director de la tesis crea para cada uno un programa individual, con clases privadas o particulares donde un experto mundial se reúne por videoconferencia con el doctorando durante dos o tres horas para comentar bibliografía, metodología, organización del trabajo, etc. El experto cobra por esa sesión -lo sé porque las he hecho- y le paga la universidad.

“La Universidad de Estocolmo tiene una de las bibliotecas más prácticas y hermosas del mundo, donde no quieres ir a trabajar, sino quedarte a vivir”

Ahora volvamos a España, por ejemplo a Málaga: nuestra universidad tiene un déficit de casi treinta millones de euros y se ha restringido hasta límites increíbles el dinero para investigación. La Universidad de Estocolmo tiene una de las bibliotecas más prácticas y hermosas del mundo, donde no quieres ir a trabajar, sino quedarte a vivir. En la biblioteca de mi Facultad no hay espacio para más libros, y no aceptan donaciones. Esto no quiere decir que no esté contento en Málaga, estoy realmente feliz y hacemos lo que podemos para que los alumnos no sufran todas estas carencias, pidiendo favores a colegas y haciendo ingeniería pedagógica con lo que tenemos, pero el entusiasmo no debe ser complaciente, sino crítico. Que un ente público haya fichado a Broncano por 28 millones de euros, pero ninguna administración dedique ese mismo dinero a enjugar el déficit de mi universidad, dice todo respecto a lo que en este país se considera importante.

¿Por qué consideraste una “novela de terror” tu Autobiografía poética del año 2003?

Foto: Marcos_Cebrián

En aquel momento me pareció divertido, y de hecho es un libro muy menor que excluyo de mi bibliografía poética. Cuando estás inédito o casi inédito tomas decisiones muy malas; hay que tener cuidado con las prisas por publicar, y a mí me jugaron malas pasadas. Es un libro de poesía ficcional, y de ahí la broma de presentarlo como autobiografía perteneciente al género de terror. Esto último lo era: Autobiografía es un libro terrorífico, pero de malo que es.

¿Qué le recomendarías a un joven filólogo español que estuviera empezando a investigar?

Que no haga lo que yo, en ningún sentido. Que haga todo lo que yo no he hecho: le recomendaría seguir el iter marcado por las agencias de evaluación, no sacar los pies del tiesto, no involucrarse en el mundo literario, no cruzar metodologías, no dispersar su atención investigadora, rentabilizar sus líneas de trabajo, no tener más de dos intereses, no escribir creación, no hacer crítica literaria, centrarse en pocas cosas, no leer sobre materias no rentables para la investigación… Cumpliendo esas recomendaciones, seguro que llega lejos. Es lo que ANECA espera que haga.

Eso sí, es muy posible que lo que escriba ese estudiante no me interese demasiado; cuanto más desvío de ANECA muestra un texto, mayor es su interés teórico.

Cuéntanos cómo se gestó Circular 22.

En 1994, durante un viaje que hice a Madrid para presentarme a unas oposiciones que suspendí, tras el examen me monté en un autobús para volver a la casa de un familiar. Suspenso y ya relajado, miraba la metrópoli (para alguien de Córdoba, Madrid era por entonces una megápolis, como Shanghái ahora), y de pronto me pregunté si sería capaz de escribir la ciudad, toda la ciudad, calle por calle, plaza por plaza, inventando personajes y argumentos para cada una de ellas. Ahí surgió el libro entero, de un golpe, en mi cabeza. La epifanía fue brutal, pero me daba cuenta de que en esa época no tenía tiempo para hacerlo -debía seguir opositando- y de que tenía que formarme mejor como escritor para acometer el proyecto sin frustrarlo. Durante los tres años siguientes leí en mis ratos libres a todos los autores experimentales que pude, tanto españoles y latinoamericanos como extranjeros, y estudié teoría literaria, estética, científica, arquitectónica y urbanística, puesto que era una ciudad lo que me proponía hacer. En octubre de 1997 compré un paquete de fichas de mediano tamaño, algo menores que una cuartilla, y comencé a escribir. En su primera configuración, que rigió las entregas publicadas en 2003 (Editorial Plurabelle) y 2007 (Berenice), Madrid era el universo del libro, pero desde 2008 comencé a hacerlo más universal, y Madrid pasó a ser el centro, pero un centro cada vez más pequeño. Con Circular 22 he dado por cerrado el proyecto, después de veinticinco años de escritura bastante continuada. Cuando lo vislumbré, me dije a mí mismo que sería un libro que escribiría durante toda mi vida, pero con el tiempo he descubierto que veinticinco años son una vida, y prefiero que Circular 22 tenga unas dimensiones razonables y, sobre todo, una tensión de escritura que se perdería si me dedico a engordarlo, en vez de a hacerlo crecer.

¿Qué autores españoles te interesan últimamente?

De los vivos, sigo con especial atención la narrativa de Begoña Méndez, Rubén Martín Giráldez, Raquel Taranilla, Mario Cuenca, Andrés Ibáñez, Cristina Morales, Javier Moreno, Belén Gopegui, Gonzalo Torné, Pilar Adón, Luis Rodríguez, Aixa de la Cruz y Borja Bagunyà (no quiere decir que sean los mejores, sino que, por arriesgados, son algunos de los que más me interesan, respondiendo a tu pregunta; si la pregunta fuera quiénes son las voces más destacadas sería una cuestión peliaguda, por cuya respuesta pediría dinero -no es broma-, porque me llevaría años responderla). En poesía, me interesan los veintidós autores que incluí en La cuarta persona del plural y leo con atención a Chantal Maillard, Olvido García Valdés, Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre, Olga Novo, Ángel Cerviño, Miguel Casado, Clara Janés, Miren Agur Meabe, Juana Castro, Concha García, Miriam Reyes, Berta García Faet, Ángela Segovia, David Leo García, Dafne Benjumea, Olalla Castro, Nieves Chillón, Isabel Pérez Montalbán, Esther Ramón, Luz Pichel, Chus Pato, Virginia Aguilar Bautista, Ruth Llana, Lucía Boscá, Lola Nieto, Blanca Llum Vidal, entre otras voces de relieve que voy reseñando en mi blog, y echo muchísimo de menos a Eduardo García y Marta Agudo. Sí, hay muchas mujeres en esta lista; creo que las mujeres nos están adelantando a los varones en el siglo XXI, son más atrevidas tanto semántica como formalmente; nos están comiendo la tostá, como se dice por aquí.

¿Quién era Alba Cromm?

La protagonista de mi segunda novela, la obra narrativa de la que estoy menos satisfecho. Siempre experimento y llevo los libros al límite, y ese riesgo continuo implica que de vez en cuando vas a cometer errores. No es que Alba Cromm sea fallida, pero tiene fallos. No tengo ningún interés en reeditarla, para ello tendría que reescribirla a fondo, y su mundo me resulta cada vez más lejano, seguramente porque es el nuestro. El futuro de aquella distopía es este presente, el de ahora mismo. Nautilus, la inteligencia artificial que describía en 2010 en Alba Cromm, tiene las mismas características que Chat GPT 4.

Foto: Sanchez_6-28

¿Estás enamorado de Cúbit?

Ojo con Cúbit, que no es tan buena como parece. Se supone que Alcio la rapta y huye con ella para salvarla de los experimentos a los que va a someterla su gobierno, pero luego es ella la que experimenta con Alcio… Y eso no es más que el principio. Para escribir Cúbit tuve claro que la novela requería que las tres especies (la itria, la humana y la IAR) realmente luchasen por su supervivencia contra las demás. Las lecturas buenistas de la obra -y del personaje Cúbit- no van bien orientadas.

¿Qué escribes ahora?

Ahora no escribo más que artículos académicos. En verano, si puedo, comenzaré el borrador de una novela sobre la que llevo tres años pensando y tomando notas. Pensaba escribirla el verano pasado, pero todavía no estaba lista -o no estaba preparado yo-. Ahora sí, literalmente me explota la cabeza de ideas y necesito echarlas fuera, ponerlas por escrito. Nunca he tenido más ganas de escribir.

¿Habrá un Circular 50?

¡Buf! Creo que no, tengo la mente en otros proyectos y hace tiempo que he logrado desconectar del tipo de atención que requiere el libro. El único factor de distorsión en mis planes de dejar atrás el proyecto sería que Circular 22 se tradujese a otras lenguas, en cuyo caso tendría que volver a meterme en su mundo, para garantizar una buena traducción. Y ahí ya no respondo; el libro es un pulpo en cuyos tentáculos sería muy fácil caer de nuevo. En cualquier caso, pase lo que pase, siempre estará ahí, porque lo considero el centro nuclear de mi literatura.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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