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  • 12 de febrero de 2025
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ProfesorXs. Un emoji

ProfesorXs. Un emoji

ProfesorXs. Un emoji

El viejo topo

Licencia Creative Commons

Hacia el aire fresco: “ProfesorXs. Un emoji”, de Santiago García Tirado

 

Andreu Navarra

 

El mundo de la educación está rodeado de demasiado ruido: el ruido atosigante del pedagogismo y su apologética con ambiciones universales, las controversias megalómanas, el gestualismo de los que necesitan aparentar ser santos y no avaros, el ruido también de las redes sociales más furiosas, que comen odio… Por eso se agradece un libro como el de Santiago García Tirado, que no abandona en ningún momento el tono descriptivo y reflexivo y que renuncia a tomar al lector de la oreja para que vea horrores. Y entiéndaseme: no es que no haya horrores, sino que ha de haber algún lugar, alguna cabeza de puente para la cordura, en alguna playa mental, desde la que empezar a reconstruir la institución escolar.

Sin duda este estilo neoclásico del autor (es un elogio: García Tirado es claro, expositivo, legible, fiable) es una garantía de que buscar una salida racional al atolladero actual no sólo es deseable sino también posible. Había del verbo haber, de Ánjel María Fernández (Pepitas de Calabaza, 2023) nos había dejado noqueados, bordeando la rendición, la desesperación.

El autor sabe desplegar argumentaciones generosas para llegar a puertos claros, islas donde podemos respirar; por ejemplo, la quinta “idea fuerza” o punto de partida básico con el que trabaja: “El estrés debe morir: regreso a la escuela libre de prisas”. ¡Qué profesor, de derechas o izquierdas, cuadrado o circular, tecnófilo, tecnófobo o todo lo contrario, no estaría de acuerdo con la desburocratización de la profesión, con la vuelta a los ritmos didácticos, es decir, humanos!

Las secciones finales del libro se dedican a glosar las opciones más demagógicas que han venido configurando el nuevo paradigma escolar: desde las campañas inverosímiles de Eduard Vallory y los presupuestos astronómicos (y astrológicos) de la Fundació Bofill hasta los ideolectos y neolenguas propios del desmoche antiilustrado actual, este gran “cambio” que nadie acierta a definir claramente pero que la izquierda más lúcida ya está empezando a combatir.

Hay elementos preocupantes de la posteducación actual que García Tirado muestra muy acertadamente. Por ejemplo, la invasión de lenguajes económicos y lavados de cerebro postcapitalistas: “He visto cosas que no creeríais: a directores buscando financiación privada para mejorar sus edificios; a empleados de banca privada dando charlas a alumnos de la ESO; al telediario explicando las ventajas de pedir un préstamo con el que acabar los estudios. “Nos ofrecemos voluntarios”, me dijeron los empleados de la banca, como si pudiesen disimular que venían en horario en que deberían estar en sus empresas produciendo beneficios a pleno rendimiento. La misión altruista en estas charlas consistía en enseñar a los alumnos que un presupuesto es una idea cardinal, y que servía para asegurar un orden de prioridades en el gasto. Según las charlas, de todos los pagos a los que se enfrenta una familia, el de la hipoteca es el primero e irrenunciable. Por encima de la comida o las necesidades sanitarias. En aquel centro nunca venían artistas a hablar de la necesidad del arte” (págs. 47-48). Esta hipocresía repulsiva existe: yo mismo he tenido que contemplar cómo se le explicaba “autoemprendimiento” a un chico de trece años que llevaba el mismo chándal sin lavar durante dos semanas, y que no sabíamos dónde vivía, posiblemente en un piso ocupado sin instalaciones, cosas así. Surrealismo del que duele, del que ofende.

Las primeras líneas del libro son un recuerdo de la Odisea de Homero; luego el autor sabe crear mitos representativos con un sano toque de humor: “Nadie puede dar fe de haberla visto, pero su influjo sobre el centro educativo es indiscutible. Es un signo zodiacal de nueve meses, una esfera de cristal que desde su cénit supervisa el discurrir de las horas. Es incorpórea. Incluye todos los nombres en el nombre, lo que tiene ecos de Cortázar, y de Borges y, por tanto, de Schopenhauer: lo que dice se tiene que extrapolar a la humanidad toda, cuanto exige es una cuestión de dimensión histórica. No hay reunión a lo largo de un año escolar donde [la Gran Madre Hipotética] no sea invocada” (pág. 73).

Todo esto es consecuencia del paradigma neoliberal, donde se ha utilizado la Deconstrucción para desregular, donde el Estado ya no es nada más allá de un reclamo nacionalista banal o la víctima del dickcheneyismo económico. La autocensura, la inseguridad jurídica y las coacciones presiden la vida laboral de los docentes, sometidos a este Panóptico culpabilizador y censor de la Gran Madre Hipotética. Todo se hace en nombre de un qué dirán, de una presunta unanimidad autoritaria que ahoga cualquier asomo de dificultad o cultura, y que lo denuncia todo.

Luego, afortunadamente, o no, la mayoría de padres y madres reales son bien distintos. Recuerdo esos años en que yo era tutor y tenía que llevar paquetes de pañuelos de papel a las reuniones con las familias, porque lo más habitual era encontrarse madres tronchadas, literalmente partidas por la mitad de matarse a trabajar y no recibir la ayuda de nada ni nadie. García Tirado sabe explicar, sabe narrar; quizás porque lleva 25 años dando clase de Lengua y Literatura. Su libro ha aparecido en una colección interesante, que ha dado libros que aportaron muchas claves: La manada digital, de Josep Burgaya (2021); o el pionero Nos quieren más tontos, de Pilar Carreras y Eduardo Luque (2016).

Neoclasicismo reparador, pues. Hasta hace muy poco a nadie le interesaban las historias de los alumnos que pasaban doce horas sin comer. Todo eran hiperaulas y otras paparruchas brillantes, o cibereucaristías lacrimógenas. Y de esta emoescuela de la caridad hay que avanzar hacia la escuela de los contenidos y la emancipación social.

Algún día tendremos que vivir en una democracia vivible y no en una farsa decorada con pantallas de colores. El gran cambio era una realidad, pero para mal, para confusionista. Para desposeer al alumnado mayoritario de su derecho básico a recibir una educación digna, dado que el pedagogismo sólo contempla una escolarización estricta, banalizada y lúdica, distractora. La escuela es el lugar en el que se intenta alterar la estructura económica de la sociedad, no el contexto en el que se convence al personal de que vive en una jaula dorada. El tiempo dirá si al final de este túnel burocrático y escolástico diseñado para aumentar y consolidar la desigualdad hay algo de luz. Lo que sí podemos afirmar es Profesor(X)s. Un emoji ya aporta algo de la claridad de ese mañana.


Título: «ProfesorXs. Un emoji».

Autores: Santiago García Tirado

ISBN: 978-84-10328-44-0

Editorial: El Viejo Topo

Idioma: Castellano

Número de páginas: 215

Fecha de publicación: enero de 2025


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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