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  • 11 de abril de 2025
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Pamela Snow: «Me preocupa mucho que estemos experimentando sin control con los niños»

Pamela Snow: «Me preocupa mucho que estemos experimentando sin control con los niños»

Entrevista con Pamela Snow, logopeda y psicóloga australiana

Pamela Snow: «Me preocupa mucho que estemos experimentando sin control con los niños»

Pamela Snow. Foto: cortesía de la autora

Licencia Creative Commons

 

Eva Serra / Xavier Massó

 

Pamela Snow es profesora de Psicología Cognitiva en la Facultad de Educación de la Universidad La Trobe ((Bendigo campus, Australia). Licenciada en logopedia, realizó un posgrado en Trastornos de la Comunicación en el Instituto Lincoln de Ciencias de la Salud (posteriormente absorbido por la Universidad La Trobe). Completó su doctorado sobre lesión cerebral adquirida en la Universidad La Trobe y, posteriormente, un certificado de posgrado en educación superior en la Universidad Monash. Se colegió como psicóloga en 2003.

Interesada en promover la práctica docente basada en la evidencia, su especialización en logopedia, junto a la psicología influyen significativamente en la investigación que realiza, centrada en cómo las habilidades lingüísticas y de lectoescritura afectan el éxito académico y la salud mental, especialmente en niños y adolescentes en riesgo. En la actualidad su trabajo estudia la transición temprana del lenguaje a la lectoescritura y las mejores maneras de apoyarla en las aulas de educación infantil.

Apoya la investigación para un público general, particularmente padres, maestros, médicos y legisladores a través de su blog The Snow Report, donde desglosa perspectivas basadas en la evidencia sobre la enseñanza de la lectura. También es conocida por criticar intervenciones educativas sin evidencias, como el Programa Arrowsmith. Galardonada con varios premios de investigación, su reputación se basa en una combinación de investigación rigurosa, impacto práctico y liderazgo intelectual, lo que la sitúa entre las figuras más destacadas de la psicología cognitiva en su país.

 

¿A qué atribuye el declive gradual de la comprensión lectora en muchos países occidentales, como se refleja en los informes PISA y PIRLS?

En primer lugar, diría que la comprensión lectora es el resultado de una gran cantidad de estímulos, algunos de ellos probablemente distantes en el tiempo. Parte de nuestra capacidad para leer se debe a factores genéticos, biológicos, sociales y culturales; por ejemplo, si el tipo de hogar en el que hemos crecido estaba o no rodeado de libros, si leíamos o considerábamos leer como una actividad valiosa. Algunos de estos factores son ambientales, pero hay otros que determinan el complejo proceso de comprensión lectora: en particular el tipo de instrucción lectora que hemos recibido.

«Lamentablemente, no hay una única respuesta a la pregunta sobre qué está pasando con la comprensión lectora. Creo que debemos centrarnos en lo que podemos controlar, y lo principal es el entorno educativo y la calidad de la instrucción»

Durante décadas, en los países angloparlantes se ha generado un gran debate sobre cuál es la mejor manera de enseñar a leer. El español tiene la suerte de tener una ortografía y un sistema de escritura más transparente, pero como es bien sabido, en inglés tenemos un sistema de escritura bastante complejo. Sabemos que uno de los factores que mejor contribuyen a la comprensión lectora es la capacidad de los niños para descifrar las palabras y decodificar el texto con precisión y fluidez. Un estudio publicado, creo en 2023, por un equipo de investigación internacional estudió una cohorte generacional finlandesa de más de 3000 gemelos. Contrastaban entre las habilidades previas y el disfrute de la lectura y comprobaron que antes del disfrute debe haber, en efecto, habilidad lectora.

La pandemia también tuvo un impacto significativo en los estudiantes según su etapa académica. Las pantallas restan tiempo y concentración a los jóvenes; ya sean teléfonos inteligentes, portátiles o tabletas, los dispositivos suelen ser atractivos y no exigen tanto a nivel cognitivo. Personas como Maryanne Wolf, científica estadounidense especializada en la enseñanza de la lectura, argumentan de forma convincente que no le hace ningún bien a nuestra capacidad de atención el tiempo que pasamos leyendo frente a una pantalla.

Lamentablemente, no hay una única respuesta a la pregunta sobre qué está pasando con la comprensión lectora. Creo que debemos centrarnos en lo que podemos controlar, y lo principal es el entorno educativo y la calidad de la instrucción a la que están expuestos los niños. No creo que en mi país se dé la suficiente consistencia para garantizar la calidad de la instrucción lectora que los niños reciben, con el ritmo, la eficiencia y la precisión necesarios.

La lectura es una habilidad biológicamente secundaria que se adquiere mediante la instrucción. ¿A qué edad considera esencial comenzar una instrucción de lectura estructurada y explícita? 

Una pregunta compleja y con muchos elementos a considerar. De acuerdo con profesor David C. Geary, psicólogo evolutivo de la Universidad de Missouri, en educación deberíamos tener muy en cuenta la distinción entre las capacidades biológicamente primarias y las biológicamente secundarias. Las primarias son aquellas que los humanos hemos desarrollado con cierta facilidad. El lenguaje oral es biológicamente primario. Hay que recordar que los adultos no dedican, por lo general, su tiempo a favorecer y promover el desarrollo del lenguaje oral de los niños, ni a estructurarlo. Así, como principio general, podemos decir que los niños adquirirán el lenguaje oral y, a menos que exista algún tipo de barrera neurológica, aprenderán a hablar.

Sin embargo, capacidades como la lectura, la escritura y la ortografía son habilidades que nuestros cerebros pueden aprender, pero que no van a adquirir por ósmosis, por decirlo así. Hay un porcentaje muy pequeño de niños que sí parece que pueden aprender a leer con bastante fluidez por su cuenta, pero, como principio general, cuando hablamos de habilidades biológicamente secundarias nos referimos a cosas que los niños necesitan aprender en la escuela, como el álgebra y la trigonometría, por ejemplo. No son habilidades que esperamos que los niños absorban por medio de la mera exposición ambiental, sino que necesitan que se les enseñe. Incluso algo aparentemente tan elemental como las fracciones deben ser enseñadas. Aun así, y lamentablemente, la idea que ha prevalecido en la educación desde las décadas de 1970 y 1980 ha sido que leer es algo natural en los niños, lo que ha influido en la instrucción y en la formación de los docentes en lo referente a cómo enseñar a leer.

«Stanislas Dehaene ha realizado un trabajo de neuroimagen muy interesante en el que demuestra que hay factores que deben producirse en el cerebro inmaduro de los niños de cinco, seis y siete años para facilitar que se dé la conexión entre el habla y el texto»

No puedo hablar por su país, pero sí por el mío: no se ha enseñado ni transmitido a los docentes el necesario y específico conjunto de conocimientos sobre cómo funciona el sistema lingüístico, qué es el lenguaje oral, cómo contribuye el lenguaje oral a la transición de la lectura, la escritura y la ortografía, y cómo podemos enseñar mejor esta habilidad biológicamente secundaria de manera adecuada. El neurocientífico francés Stanislas Dehaene ha realizado un trabajo de neuroimagen muy interesante en el que demuestra que hay factores que deben producirse en el cerebro inmaduro de los niños de cinco, seis y siete años para facilitar que se dé la conexión entre el habla y el texto. Si no lo logramos llevarlo a cabo correctamente durante los primeros tres años de escolarización, será muy difícil adecuar posteriormente esta carencia de conocimiento.

En un mundo ideal queremos que los padres lean a sus hijos casi desde el día en que nacen. Foto: IA_GROK

 

¿Qué papel deberían desempeñar las familias en este proceso?

La respuesta puede suscitar controversias. Pienso que en Australia hay sectores que atribuyen a los padres demasiada responsabilidad, casi hasta el punto de que se encarguen de asegurar que sus hijos ya lean antes de ir a la escuela. En primer lugar, debemos recordar que no todos los padres están alfabetizados en el idioma vehicular de instrucción. En Australia, al menos una cuarta parte de nuestra población no es originariamente angloparlante y utiliza domésticamente su propio idioma -creo que también el suyo es un país muy multicultural-. Por lo tanto, no podemos partir de la premisa que los padres hayan sido alfabetizados en inglés, además del hecho que algunos, simplemente, sean analfabetos.

En un mundo ideal queremos que los padres lean a sus hijos casi desde el día en que nacen. Queremos que los bebés escuchen un lenguaje complejo, que experimenten la alegría de los libros y la magia de otros mundos a los que nos conduce la literatura: su rico vocabulario, sus complejas estructuras oracionales, los conocimientos previos y todo aquello a lo que queremos que estén expuestos. Pero debemos recordar que eso no equivale a enseñarles a leer; así como ponerles hermosas sonatas de Mozart no es enseñarles a tocar un instrumento musical. A ver, me encantan los conciertos para trompa de Mozart, pero repetir el concierto una y otra vez no enseñará a los niños a tocar la trompa, aunque pueda ciertamente ayudarles a amar y apreciar la música.

«Me encantan los conciertos para trompa de Mozart, pero repetir el concierto una y otra vez no enseñará a los niños a tocar la trompa»

Así que, en definitiva, aceptaremos todo aquello que los padres puedan hacer por su cuenta, pero también asumiremos la responsabilidad en la escuela de educar a todos los niños, independientemente de su punto de partida, de su idioma o entorno lingüístico o de que algunos provengan de entornos familiares bastante caóticos y desfavorecidos. En esto último no podemos influir directamente, pero sí podemos hacerlo en el entorno educativo de la escuela.

Si bien la lectura es fundamental en la educación primaria, algunos abogan por retrasar su introducción, argumentando que el desarrollo de la primera infancia debería priorizar el juego, la exploración y las habilidades sociales sobre el aprendizaje académico formal. Desde su experiencia, ¿cómo responde a este enfoque?

Creo que no deberíamos pensar en dicotomías binarias. En Australia, los niños suelen empezar la escuela alrededor de los cinco años, y la mayoría cursa un año de preescolar a los cuatro; incluso algunos empiezan a los tres. Sin embargo, creo que todo el mundo conviene en que la atención durante la etapa preescolar debería centrarse en el desarrollo del lenguaje oral, el desarrollo social, el aprendizaje de compartir, esperar su turno, el desarrollo de la empatía, el juego imaginativo y todos los aspectos del desarrollo cognitivo, la experiencia en diferentes entornos de forma segura con adultos responsables. Por lo tanto, el desarrollo social, lingüístico y cognitivo de los niños se estimula principalmente a través del juego. Jugar es lo que hacen los niños, y queremos brindarles entornos enriquecedores que fomenten su oportunidad de jugar. Todas estas cuestiones son biológicamente primarias.

Pero también hay actividades en las que podemos aprovechar el juego de forma más intencional durante la etapa preescolar. Por ejemplo, si el centro decide organizar una jornada de disfraces y hablar sobre diferentes ocupaciones, y ofrece ropa para niños, herramientas y equipos que utilizan personas en diferentes profesiones, se les está induciendo a aprender nuevo vocabulario y nuevos conocimientos. También creo que es importante desarrollar conceptos como la conciencia de la letra impresa y el reconocimiento de su propio nombre cuando lo vean escrito. La mayoría de los niños quieren empezar a aprender su nombre en la etapa preescolar. Y también pueden reconocer nombres de profesiones, establecimientos, etc.

Sabemos que conocer los nombres y sonidos de las letras es uno de los factores que predicen el éxito lector posterior. Así las cosas, ¿deberíamos impartir instrucción formal de lectura durante la etapa preescolar? No. Ahora bien, ¿existen oportunidades para enseñar el sonido de las letras, el conocimiento de los números y los conceptos numéricos durante la etapa preescolar de forma atractiva y práctica? Por supuesto. Y creo que cuando hacemos eso contribuimos a que los niños tengan éxito más adelante.

¿Hasta qué punto es importante la comprensión lectora para el éxito académico?

Hay algo que debemos tener presente: cuando un estudiante de 14 años, a mitad de secundaria, tiene dificultades para leer, no sólo pierde acceso al currículo, sino que también experimenta vergüenza y a menudo no disfruta de la escuela. Esto es muy perjudicial para la autoestima, el sentido de propósito y el optimismo sobre el futuro.

«Debemos considerar muy seriamente la importancia del éxito en la lectura para el éxito académico y para el éxito en la vida»

Por lo tanto, creo que debemos considerar muy seriamente la importancia del éxito en la lectura para el éxito académico y para el éxito en la vida. Y debemos recordar que, en nuestras economías industrializadas del primer mundo, como en las que nosotros vivimos, los empleos para personas con baja alfabetización y aritmética están desapareciendo rápidamente debido a la llegada de la inteligencia artificial.

Un ejemplo: las cajas de autopago en los supermercados. Hubo una época en que, al ir al supermercado, la única forma de pagar y salir era interactuando con una persona que marcaba números en la caja o escaneaba los artículos. Ahora, en Australia, e imagino que es similar en España, compramos principalmente en el supermercado a través de cajeros de autopago. Este es un ejemplo de la naturaleza cambiante de nuestra fuerza laboral y de que el avance de la tecnología y la inteligencia artificial implica que menos empleos para trabajadores no cualificados, y los empleos para trabajadores más cualificados estarán donde estén las oportunidades de empleo.

Así pues, la persona que diseña e instala el hardware para esas cajas de autoservicio es alguien que ha tenido éxito en lectura y éxito académico, fue a la universidad y se graduó en informática. En cambio, la persona que trabaja en la caja del supermercado pudo haber dejado la escuela después del octavo curso. Por lo tanto, creo que este es un gran problema de compromiso social, económico y cívico: nuestros estudiantes tienen que ser lectores y escritores competentes.

Investigaciones recientes subrayan la importancia de fomentar los tres niveles clave de comprensión lectora: literal, inferencial y crítica desde los primeros años de educación, ¿apoya este enfoque?

No estoy al corriente de una división así del proceso de aprendizaje lector, pero me suena bastante bien. Y creo que es fundamental empezar por la comprensión literal, simplemente ayudando a los niños a descifrar lo escrito. En esto consiste, precisamente, la descodificación: comprender que los garabatos escritos en la página representan palabras habladas.

Si me dieras una página escrita en árabe, sabría que es una lengua escrita que seguramente tendrá todas las palabras de mi vocabulario. Pero si no puedo descifrar árabe, no comprenderé nada. Por lo tanto, el conocimiento del código es fundamental para poder descifrar las palabras en un texto. Y desde el principio, buscamos la comprensión literal, ya que queremos desarrollar la automaticidad y la fluidez. Queremos que la lectura sea cada vez más sencilla. Es algo que ocurre sin mucho esfuerzo consciente; queremos que los niños lleguen lo más rápido posible al punto en que su esfuerzo mental se destine a la comprensión.

«Creo que es fundamental empezar por la comprensión literal, simplemente ayudando a los niños a descifrar lo escrito»

En inglés, e imagino que también en español, usamos mucho el lenguaje figurativo. Es una parte importante del idioma y, con las correspondientes diferencias regionales, es también una parte importante del inglés australiano, tanto hablado como escrito. Sabemos que los niños necesitan ir más allá del significado literal de las palabras. Incluso si decimos algo como «llueve a cántaros», eso es lenguaje no literal, o describir a alguien como un caballo negro, que, de nuevo, es lenguaje no literal. Esto lo hacemos en inglés. Es importante trabajar en particular a los escritores de ficción, que utilizan con frecuencia un lenguaje no literal. Nos compelen a extraer conclusiones y a detenernos para pensar en su significado. Y eso hace que leer ficción sea, en muchos casos, más ameno.

Si leemos un libro de texto, no pretendemos que deba inferirse tanto, sino que el autor de un libro de texto de física, por ejemplo, explique los principios de la física con mucho cuidado, secuencial y literalmente. Pero cuando leemos ficción, tenemos que basarnos en esos recursos. Y cuando leemos artículos de periódico, también tenemos que inferir. Y luego, sí, ese nivel superior es la evaluación crítica de lo leído, lo que puede implicar incorporar nuestros conocimientos previos y decir que creemos que algo es factualmente incorrecto. O que creemos que algo está sesgado o que omite información importante. Así que creo que es una buena jerarquía en la que pensar.

Es fundamental empezar por la comprensión literal, simplemente ayudando a los niños a descifrar lo escrito. / Foto: IA_GROK

 

En los últimos años, los libros de texto se han ido eliminando gradualmente de las aulas. ¿Qué impacto puede tener esto en el aprendizaje curricular?

No me considero una experta en este tema, pero creo que probablemente significa que crea más margen para la variabilidad en lo que se enseña y cómo se enseña. Y no estoy segura de que eso sea positivo. La publicación de libros de texto es un gran negocio, sí, y se puede decir que algunos se lucran con las escuelas. Pero creo que los libros de texto sí tienen un lugar importante en la educación y en las aulas, y pueden ayudar a garantizar la coherencia entre lo que se enseña y lo que se aprende, además de proporcionar un nivel de responsabilidad y transparencia, y también pueden apoyar al profesorado.

«Los libros de texto escritos de forma coherente y en correspondencia con el currículo son herramientas útiles. Y al igual que los profesionales sanitarios utilizan sus guías clínicas en su trabajo»

No creo que sea una buena idea que el profesorado esté hasta medianoche programando sus clases del día siguiente y descargando material de internet, a veces de dudosa calidad, confiando en que lo que encuentre aborde esta parte específica del currículo. Por lo tanto, creo que los libros de texto escritos de forma coherente y en correspondencia con el currículo son herramientas útiles. Y al igual que los profesionales sanitarios utilizan sus guías clínicas en su trabajo, deberíamos adoptar medidas que, con una sólida base científica, faciliten el trabajo de los profesionales de la docencia.

¿Considera importante una perspectiva multidisciplinar —que incorpore pedagogía, lingüística, psicología y periodismo— para fomentar el hábito lector y la participación?

Creo que, para la enseñanza inicial de la lectura, quizás dejaría de lado el periodismo, pero sí que son fundamentales sin duda la lingüística y la psicología, a través de lo que llamamos la ciencia del aprendizaje. En primer lugar, la lingüística, la psicología y la pedagogía se centran en cómo estructuramos las tareas, ya sea enseñando explícitamente o permitiendo que los alumnos aprendan por descubrimiento. Por lo tanto, creo que estas tres disciplinas, en particular, deben informar a nuestros docentes sobre su perspectiva del proceso lector.

Necesitamos que nuestros docentes tengan conocimientos de psicología cognitiva sobre la complejidad del proceso lector en los cerebros jóvenes. Necesitamos que comprendan cómo funciona la memoria de trabajo y la teoría de la carga cognitiva, y que nuestros sistemas de atención, en particular en los niños, son muy frágiles y se sobrecargan con facilidad. Por lo tanto, necesitamos dividir las nuevas tareas y habilidades en pequeños compartimentos, repetirlos y volver a practicarlos más tarde.

La lingüística es fundamental para la enseñanza de la lectura y tiene una importancia particular en inglés debido a la historia de nuestra lengua y a lo que llamamos ‘préstamos de otras lenguas’, incluido el español, debo añadir. Al asimilar vocabulario, también hemos adoptado ortografías que, a simple vista, pueden parecer inusuales.

«Necesitamos que nuestros docentes tengan conocimientos de psicología cognitiva sobre la complejidad del proceso lector en los cerebros jóvenes»

A veces, por desgracia, escuchamos a profesores que no entienden la historia del inglés; oímos decir cosas como: «El inglés es un idioma muy aleatorio». «No se pueden aprender las reglas ortográficas en inglés». «Solo hay que memorizar cómo se escribe esta palabra». Y eso no es útil como forma de pensar ni como método de enseñanza. Así que, sí, apoyo totalmente la aportación multidisciplinar en nuestra forma de pensar sobre el proceso de lectura y escritura y en cómo preparamos a los profesores para esa labor tan importante.

Disponemos de sobradas evidencias en la literatura científica y la psicología cognitiva acreditando que el acto físico de los niños al escribir letras y formar palabras, coadyuva en el proceso de ‘mapeo ortográfico’. Foto: IA_GROK

 

En Suecia y en EE. UU han retomado los textos impresos y las clases de caligrafía. ¿Qué nos dice la ciencia cognitiva sobre el paulatino abandono de escribir a mano en una buena parte de las escuelas occidentales?

Es una muy buena pregunta. Pienso que hemos infravalorado la escritura a mano y que estamos pagando un alto precio por ello. Creo que disponemos de sobradas evidencias en la literatura científica y la psicología cognitiva acreditando que el acto físico de los niños al escribir letras y formar palabras, coadyuva en el proceso de ‘mapeo ortográfico’, concepto, este último, que fue introducido por Linnea Ehri. Sabemos que cuando los niños aprenden a leer, el proceso de escritura ayuda a fijar en su memoria a largo plazo la apariencia, la ortografía, el sonido y el significado de las palabras. También sabemos que, cognitivamente, escribir es una tarea más compleja que leer. Leer es una tarea de reconocimiento, escribir es una tarea de recuperación, y cualquiera que haya aprendido otro idioma sabrá que a menudo puede leer en ese idioma textos, pero que, en cambio, no sería capaz de escribir por sí mismo en esa lengua. Eso me sucede a mí con el francés.

Por lo tanto, las escuelas que reflexionan activamente sobre la conexión entre la lectura y la escritura, y promueven una mejor ortografía, construcción de oraciones y una mejor construcción general del texto, y se centran en la escritura caligráfica como un registro propio, ayudarán mucho mejor a los estudiantes a estructurar el texto.

Si los estudiantes no saben escribir una oración ni entienden que una oración gramatical tiene un sujeto y un verbo, y expresa una idea completa, entonces su escritura será muy desordenada y caótica, como vemos en estudiantes universitarios de primer año que simplemente escriben como si estuvieran hablando, ya sea en el papel o en la pantalla del ordenador; lo que se conoce como ‘flujo de conciencia’. Porque desconocen que el lenguaje escrito tiene su propio registro y sus propias convenciones, y que los escritores usan herramientas como la puntuación para ayudar al lector a inferir el significado del texto.

«No conozco ninguna evidencia convincente sobre que el acceso temprano a iPads o portátiles en el aula haya beneficiado a los niños. Creo que escribir a mano es mucho más beneficioso que usar un teclado»

Por lo tanto, soy una firme defensora de la enseñanza de la escritura de alta calidad y, al mismo tiempo, de la eliminación de los dispositivos en las aulas. No conozco ninguna evidencia convincente sobre que el acceso temprano a iPads o portátiles en el aula haya beneficiado a los niños. Creo que escribir a mano es mucho más beneficioso que usar un teclado.

¿Qué es la alfabetización equilibrada y cómo se implementa eficazmente?

Bueno, esa también es una muy buena pregunta. Mi respuesta, con un toque de humor, es que no tengo ni idea, porque la «alfabetización equilibrada» ha esquivado astutamente cualquier definición a lo largo de los últimos años. Se trata de un término que no estoy segura de cuándo se introdujo en el campo de la enseñanza de la lectura, y que tengo entendido que fue tomando fuerza tras el Informe del Consejo Nacional de Lectura de EE. UU, publicado en el año 2000. Después se realizó una investigación nacional en Australia en 2005, y posteriormente en Inglaterra en 2006. El resultado de esas investigaciones fue que el concepto llamado Lenguaje Integral (WL), que había sido promovido, respaldado y adoptado por los sistemas educativos de los países angloparlantes en particular, no era eficaz para garantizar el éxito en la inmensa mayoría de los niños. Es decir, estaba dejando atrás a demasiados alumnos.

Así que, en mi opinión al menos, lo que ocurrió con motivo de estas investigaciones es que se produjo una aceptación, aunque reticente y a regañadientes, de que, efectivamente, los niños necesitan aprender a decodificar, que la instrucción fonética probablemente sea importante, y que quizás se nos había ido la mano con la focalización casi unívoca en el aprendizaje de la decodificación. Así que se optó por añadir la fonética a la mezcla, y al cóctel resultante se le denominó alfabetización equilibrada.

Pero el problema sigue siendo que no existe una definición aceptada de «alfabetización equilibrada», y que esto lleva al eclecticismo, promoviendo la idea de «haré un poco de esto y un poco de aquello y, vaya, aquí tengo este libro en mi escritorio; se lo leeré a los niños esta mañana”. Pero no, lo que ocurre en la práctica es que se recurre a textos de lectoescritura equilibrada, lo que crea una fuerte dependencia en los lectores de este tipo de textos de grandes editoriales, como la colección Fountas & Pinnell publicada por Heinemann, y se da muy poca importancia al conocimiento del profesorado.

Me preguntabas antes sobre la lingüística y la psicología, y su importancia para orientar nuestra forma de pensar sobre la enseñanza de la lectura. Bien, ocurre que en la enseñanza de la lectoescritura equilibrada el conocimiento estructurado del profesorado no sirve para nada y queda a un lado. Tenemos evidencia de esto en Australia, Estados Unidos y otros lugares del orbe angloparlante, que demuestra que los profesores ni han de estar ni se les espera, porque no encajan en cómo funcionan estos sistemas. Por lo tanto, creo que la alfabetización equilibrada es algo muy eufónico y que suena tranquilizador: un nombre muy alentador y muy ingenioso, y poca cosa más.

«La alfabetización equilibrada es algo muy eufónico y que suena tranquilizador: un nombre muy alentador y muy ingenioso, y poca cosa más»

¿Quién no quiere equilibrio? Queremos un estilo de vida equilibrado, una dieta equilibrada y una cuenta bancaria equilibrada. Queremos equilibrio en todo, pero lo opuesto, si queremos decirlo así, a la lectoescritura equilibrada es enseñar de forma estructurada y explícita, con un alcance y una secuencia determinados, y una enseñanza impartida por profesores que conocen muy bien el sistema de escritura que enseñan a los principiantes. Así que, sí, creo que la lectoescritura equilibrada es un experimento fallido.

¿Cuál es su evaluación sobre enfoques como el citado Lenguaje integral (WL)? ¿Qué efectos a largo plazo podrían tener en los estudiantes? Con base en la evidencia existente, ¿cómo se puede fortalecer la relación entre la lectura, la escritura y la expresión oral?

Creo que fue Reid Lyon, un experto en lectoescritura y neuropsicólogo del desarrollo, en Estados Unidos y actualmente jubilado, quien acuñó el término «víctima instruccional». Por lo tanto, creo que el lenguaje integral (WL) y la alfabetización equilibrada son responsables de un gran número de «víctimas instruccionales». Es decir, niños que hubieran podido aprender a leer, escribir, pronunciar y deletrear perfectamente, a los que no se proveyó de una instrucción de suficiente calidad, muy particularmente durante los primeros tres años de escolarización.

En Australia, por ejemplo, hay un primer año escolar que se llama de forma diferente en cada estado. En el mío, se denomina ‘fundamentos’. Luego vienen el primer y el segundo grado. Sabemos que, si llegas a tercer grado, es decir, a mitad de primaria, y no eres un lector competente, tienes sólo un 20 % de posibilidades de recuperarte. Esto depende de que recibas apoyo intensivo de alta calidad. También sabemos que, resumiendo, se necesitan cuatro veces más recursos para abordar un problema de lectura en cuarto año que en el primer año.

«Por desgracia, la enseñanza según el modelo de la ‘lectoescritura equilibrada’ deja a los niños a su aire sin intervención y, cuando la hay simplemente consiste en más de lo mismo»

Por desgracia, la enseñanza según el modelo de la ‘lectoescritura equilibrada’ deja a los niños a su aire sin intervención y, cuando la hay simplemente consiste en más de lo mismo, como una recuperación lectora, que no ha aborda realmente su necesidad subyacente de comprender cómo se relacionan el habla y la letra impresa. Así que se les anima a adivinar, a mirar imágenes y, de hecho, lo que hacemos al enseñar de esa manera, como muchos han observado, es instruir en los hábitos de los lectores con dificultades. Así, sin darnos cuenta, estamos enseñando a los niños a convertirse en lectores con dificultades en lugar de lectores competentes.

Creo que el lenguaje integral y la lectoescritura equilibrada tienen muchas explicaciones que dar sobre esto, pero pienso que los auténticos culpables son los responsables políticos y los académicos de la educación que han apoyado y perpetuado a sus defensores.

Escribir a mano es mucho más beneficioso que usar un teclado. / Foto: IA_GROK

 

¿Podría explicar los principios clave del programa Five from Five (cinco de cinco)?

Cuando escucho Five from Five, solo quiero asegurarme de que estamos hablando de lo mismo. Para mí, se refiere a una plataforma creada en Australia en los últimos 10 años. Fue impulsada por Jennifer Buckingham, una reconocida científica de la lectura y defensora de políticas educativas en Australia.

Se trata de una plataforma diseñada sobre las llamadas «cinco grandes ideas» que surgieron del informe del Plan Nacional de Lectura de US del año 2000. Estas cinco grandes ideas recogen la importancia de la conciencia fonológica, la fonética, la fluidez, el vocabulario y la comprensión. Por lo tanto, el sitio web Five from Five se creó para brindar acceso sobre esa información a padres y maestros, especialmente a los padres, que a veces son conscientes de que la instrucción lectora que reciben sus hijos no es tan rigurosa como debería. Y ese ha sido uno de los problemas de los últimos años en Australia: la variabilidad entre escuelas, probablemente también dentro de ellas, en la enseñanza de la lectura.

Hasta hace poco, incluso en mi estado, Victoria, cada escuela del sistema público podía tomar sus propias decisiones sobre cómo enseñar a leer. Ahora eso ha cambiado, pero solo desde este año. Five from Five se diseñó para evitar esos problemas a los padres, de modo que pudieran acceder a información de alta calidad basada en evidencia y, cuando fuera necesario, acudir a su escuela y promover un diálogo sobre la adopción de diferentes enfoques para la enseñanza de la lectura. En algunos casos, los padres han tenido que usar esa información para buscar servicios de tutoría cuando, desafortunadamente, sus hijos se están quedando atrás. Así que se ha convertido en una plataforma de traducción de conocimientos.

¿Cómo se debería apoyar a los niños con dificultades de lectura y escritura?

En mi mundo ideal, todos los niños estarían expuestos a una enseñanza explícita, estructurada y de alta calidad, impartida por profesores que conozcan bien el funcionamiento de su sistema de escritura. Por eso, a menudo hablamos de los tres niveles de instrucción en un marco de respuesta a la intervención.

El nivel uno es la instrucción en el aula convencional, que debería satisfacer las necesidades del 80 al 85 % del alumnado. El nivel dos es el apoyo en grupos pequeños, que podría necesitar entre el 10 % y el 15 % del alumnado. El nivel tres es el apoyo individual, que podría necesitar aproximadamente el 5 % del alumnado.

Si asumimos que estos niños reciben una instrucción de alta calidad desde el principio, significa que estamos utilizando herramientas de seguimiento de su progreso para identificar tempranamente a los que empiezan a retrasarse. Este es el primer nivel, y la prioridad es detectar cuanto antes a los que empiecen a tener dificultades. Una vez detectados, no debemos hacer con ellos algo diferente a lo que ya se les ha enseñado. Al contrario, deberemos aumentar las dosis de esa instrucción de alta calidad en el nivel dos y, si es necesario, en el nivel tres.

Ahora bien, lo que ocurre a veces es que a los niños se les enseña en un aula de alfabetización equilibrada. Si se detecta que tienen dificultades y que se están quedando atrás, entonces se produce una intervención explícita centrada en la decodificación y resulta que estarán siendo instruidos bajo un modelo sistemático de fonética sintética, que es completamente distinto al que habían estado recibiendo en el aula. De modo que pasan tiempo en un grupo reducido, donde se les dice que así es como se lee y luego, cuando vuelven al aula se encuentran con un mensaje completamente diferente sobre el proceso de lectura y sobre qué deben hacer cuando se encuentran con una palabra desconocida. Y esto a mi juicio es empeorar las cosas.

Anita Archer, de Estados Unidos, afirma que no se debe intervenir para solucionar un problema de nivel uno. Hay que tener una instrucción adecuada en el aula convencional y mejorarla continuamente. Y si hay un pequeño número de niños con dificultades, se los ha de detectar tiempo y proporcionarles la intervención y el apoyo adecuados, pero no para que hagan algo diferente y se les enseñe bajo otros criterios, sino simplemente aumentando la dosis de refuerzo.

¿Cómo influyen las tecnologías emergentes como la IA, la inteligencia artificial y las pantallas digitales en el desarrollo de la lectoescritura?

No creo que lo sepamos todavía, y me preocupa que los principiantes utilicen estas herramientas. Una cosa es que nosotros, como lectores y escritores expertos, utilicemos una plataforma de inteligencia artificial para sintetizar u organizar ideas, algo que en realidad podríamos hacerlo nosotros mismos. Pero esto es muy diferente de lo que ocurre con los principiantes que no han desarrollado esas habilidades.

«Podríamos perder siglos de habilidades adquiridas con esfuerzo, y me preocupa que haya un grupo más reducido de buenos escritores en cualquier población, mientras que el resto dependerá de la IA»

Puede que sea una gran herramienta para apoyar el desarrollo de esas habilidades, pero sabemos que estas cosas son difíciles de aprender para los niños y requieren mucha instrucción, apoyo y retroalimentación, y me preocupa que dejemos de enseñarlas porque esperamos que los estudiantes simplemente usen la IA. Recopilarán textos fragmentados y poco organizados, y le pedirán a la IA que los arregle. Eso me preocupa porque podríamos perder siglos de habilidades adquiridas con esfuerzo, y me preocupa que haya un grupo más reducido de buenos escritores en cualquier población, mientras que el resto dependerá de la IA.

Quizá soy una pesimista, pero no me entusiasma la actual perspectiva educativa. Creo que la educación ha caído en la costumbre de adoptar modas e ideas prematuramente, sin esperar a ver qué dice la evidencia real, y no es así como, por ejemplo, funcionan las cosas en la medicina y la salud. Si pensamos en los ensayos clínicos, por ejemplo, los medicamentos y los dispositivos médicos deben pasar por pruebas muy rigurosas y por diferentes fases, buscamos situaciones y reacciones adversas y recopilamos datos rigurosos antes de poner algo en manos de los profesionales. Sin embargo, la educación ha dado un giro radical y me preocupa mucho que estemos experimentando sin control con los niños.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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