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- 30 de abril de 2024
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La imprescindible sinergia entre ciencias y humanidades para una formación integral
La imprescindible sinergia entre ciencias y humanidades para una formación integral
Ambas forman parte de nuestro software básico como seres humanos
El alto grado de especialización logrado por todas las disciplinas académicas ha llevado, demasiado a menudo, a su aislamiento progresivo, desde la separación cartesiana entre ciencias y humanidades que se inició después de la publicación de El discurso del método de René Descartes, en 1637. Para este ensayo partiré de una proposición que pienso es fundamental: el objetivo principal tanto de las humanidades entendidas en sentido amplio (artes plásticas, filosofía, literatura, música, etcétera) como de las ciencias en todas sus vertientes, es contribuir al bienestar y la dignidad humanos. Y una sociedad formada por personas que se desarrollan en bienestar y dignidad puede ser más justa y libre. La formación secundaria, tanto la obligatoria como la postobligatoria, tiene que contribuir, fomentando también el esfuerzo recompensante y la capacidad de superar las trabas, dos aspectos que están estrechamente vinculados al bienestar y la dignidad. Ahora bien, si tanto las ciencias como las humanidades forman parte de este conjunto, ¿hasta qué punto una educación excesivamente compartimentada en disciplinas académicas casi estancas puede cumplir estos objetivos?
La especie humana es la única capaz de generar, utilizar y transmitir conocimientos de manera consciente. Los mismos mecanismos evolutivos que han modelado el resto de las especies, en la nuestra han permitido la génesis progresiva de un cerebro complejo, capaz de generar una rica, plural y compleja actividad mental. Esta actividad incluye muchos aspectos diversos y complementarios, desde los más instintivos, como por ejemplo el grupalismo y la sociabilidad, hasta los más elaborados, que incluyen el raciocinio y la creatividad, que generan la poesía, el arte, la filosofía y la ciencia, entre otras muchas manifestaciones. También nos han dotado de una curiosidad que nos empuja a la búsqueda de novedades. Todo esto nos ha permitido desarrollar múltiples sistemas para conocer e interpretar el mundo y para cambiarlo en beneficio nuestro. El arte, la filosofía, la historia, la literatura, la poesía, la ciencia y la técnica en sus múltiples especialidades nacieron con nuestro linaje, y los hemos ido especializando tanto que, necesariamente, los hemos tenido que clasificar de forma dicotómicamente cartesiana como ciencia y humanidades. Dentro del sistema educativo lo subdividimos en materias muy concisas.
Esta subdivisión tiene su lógica. Es imposible asimilar toda la enorme cantidad de conocimientos que hemos ido acumulando en una sola vida. Y también es imposible profundizar bastante en todos ellos. Sin embargo, si, como decía en la introducción, el objetivo principal de las humanidades y de la ciencia tiene que ser contribuir conjuntamente al bienestar y a la dignidad humanos, ¿es posible hacerlo sin un mínimo de interrelaciones entre ellas que nos permitan ver más allá de aquello que nos aporta cada materia?
Partiendo de la proposición anterior, sería fácil decir que la ciencia necesita a las humanidades puesto que precisa de las reflexiones filosóficas y artísticas, y también éticas y morales, del contexto social e histórico, etcétera. Y, del mismo modo, también sería fácil decir que las humanidades no pueden vivir de espaldas a la ciencia puesto que esta impregna todos los aspectos de nuestra vida, incluso de la misma investigación humanística, por ejemplo en las técnicas de análisis químico, física y genética que se usan en historiografía, o los adelantos en neurociencia para comprender mejor la esencia del ser humano en filosofía, por citar un par de ejemplos.
También sería fácil discutir si en los planes de estudio hay un equilibrio adecuado entre ciencias y humanidades. Los científicos tenemos la tendencia a pensar, y decir, que las ciencias están poco representadas en los estudios de secundaria, en comparación con las humanidades. Y si analizamos los horarios, sin duda es así. Y los humanistas tienden a pensar, y a decir, que habría que reforzar todavía más las humanidades para conseguir que los estudiantes tuvieran un nivel cultural adecuado. Dos visiones contrapuestas la solución a las cuales es compleja, puesto que los horarios de los estudiantes ya están, a menudo, demasiado saturados. ¿Cuál puede ser la solución?
Todo y la aparente, y a veces interesada, contraposición entre ciencias y humanidades, ambas forman parte de nuestro software básico como seres humanos. A pesar de esta separación cartesiana se han permitido grandes adelantos en cada una de las múltiples disciplinas académicas y, por lo tanto, hasta cierto punto se tienen que mantener así, la cuestión es si hay que mantener esta impermeabilidad entre las diferentes áreas académicas en los estudios de secundaria. O si se tendría que facilitar de alguna manera la interacción sinérgica entre humanidades y ciencias y entre ciencias y humanidades, para el enriquecimiento mental de los estudiantes. Y para evitar también esta sensación tan extendida que hacen poca ciencia y, a la vez, que necesitan más humanidades.
El cerebro funciona constantemente a estos dos niveles. Se ha visto, por ejemplo, que los niños usan el método científico de manera instintiva y preconsciente como parte del software básico del cerebro para descubrir y adaptarse al entorno. Pero también utilizan razonamientos filosóficos de forma igualmente instintiva para discernir los diferentes aspectos de la realidad. Y el arte como forma de expresión. Sus diferentes estructuras, encargadas de procesar las informaciones que nos llegan del exterior y los pensamientos propios y de generar respuestas conductuales, se encuentran también interconectadas entre ellas, y usan tanto razonamientos científicos como humanistas.
¿Esto significa que tenemos que mezclar ciencia con humanidades, o humanidades con ciencia? La fusión completa de saberes, como pasaba antes del Renacimiento, ya no es posible, ni siquiera deseable, puesto que la especialización es demasiado alta. Además, podría generar una amalgama de conocimientos seudocientíficos y pseudohumanistas, que hay que evitar. Pero ello no quita que sea importante, yo diría que imprescindible, que las diferentes áreas del conocimiento se comuniquen entre ellas, en una cooperación sinérgica pluridisciplinar formalmente equiparable a la que se produce al cerebro de cualquier persona, durante su actividad mental.
Dicho de otro modo, en lugar de una amalgama cientifico-humanista se trataría, utilizando las palabras del filósofo, ingeniero y escritor Salvador Pániker, «que los paradigmas científicos fecunden realmente los discursos filosóficos», donde yo añadiría a las humanidades en general. Y también añadiría que los paradigmas humanistas también fecundan las ciencias y los adelantos científicos, conservando todos ellos su identidad diferencial y sus estrategias de adelanto y descubrimiento.
Bibliografía:
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Bueno, D., Casanovas, J., y Garcés, M. (2019). Higher Education in the World 7: Humanities and Higher Education: Synergies between Science, Technology and Humanities. Global University Network for Innovation (GUNi). https://www.guninetwork.org/higher-education-in-the-world-7/
Bueno, D. (2022) Science and humanities during infancy and adolescence. Science of Learning Portal (IBE-IBRO). https://solportal.ibe-unesco.org/articles/science-and-humanities-during-infancy-and-adolescence/
Descartes, R. (1636) Discurso del método. Madrid: Alianza Editorial (2011) https://www.alianzaeditorial.es/libro/filosofia/discurso-del-metodo-rene-descartes-9788420674421/
Pániker, S. (2007) A propósito de un nuevo humanismo. En: El nuevo humanismo (John Brockman, ed.). Barcelona: Editorial Kairós. https://www.editorialkairos.com/catalogo/p/el-nuevo-humanismo?rq=El%20nuevo%20humanismo%20
Redolar, D. (ed.) (2022). Neurociencia cognitiva 2ª Ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana. https://www.medicapanamericana.com/es/libro/neurociencia-cognitiva-2e
Fuente: educational EVIDENCE
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