- Humanidades
- 11 de octubre de 2024
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Josep Vicenç Mestre: “Investigar no es un trabajo fácil ni agradecido”
Entrevista a Josep Vicenç Mestre, historiador y especialista en oratoria
Josep Vicenç Mestre: “Investigar no es un trabajo fácil ni agradecido”
Josep Vicenç Mestre (Òdena, 1990) acaba de publicar dos densos y voluminosos libros en la editorial Afers: ‘Paraules de president. Nació i Estat als discursos de Prat de la Riba, Puig i Cadafalch i Macià’ y ‘Nació i Estat: L’intent d’encaix entre Catalunya i Espanya (1833-1933). Por si no fuera ya de por sí extraña la publicación simultánea de dos obras tan ambiciosas, la doble naturaleza, orador e historiador a la vez, del Dr. Mestre, añade si cabe aún interés por su perfil profesional.
¿Prat, Puig o Macià? ¿Con cuál te quedarías?
Difícil de elegir. Prat de la Riba fue un joven-viejo, un ideólogo amalgamador de varias corrientes catalanistas, que buscaba traducir sus ideas y palabras en un proyecto político tangible. Por otro lado, Puig i Cadafalch fue un arquitecto pragmático que buscaba aplicar los ideales de Prat y que pretendía nacionalizar el Principado, con una intensa mirada hacia el pasado. Finalmente, Macià era un viejo-joven, un soñador inconformista, un idealista impertérrito que se adaptaba al contexto, un «Avi» [Abuelo] afable que se paseó por el territorio para reforzar el escaso poder político del autogobierno de la Generalitat republicana. Ninguno de los tres fue un gran orador en sentido estricto, pero con sus palabras transformaron la Catalunya de su tiempo.
“Ninguno de los tres [Prat de la Riba, Puig i Cadafalch y Macià] fue un gran orador en sentido estricto, pero con sus palabras transformaron la Catalunya de su tiempo”
Si no estoy equivocado, los libros que acabas de publicar son consecuencia de tu tesis doctoral, dirigida por el profesor Pich i Mitjana (UPF)… ¿Cómo fue el proceso de redacción? ¿Cómo supiste orientarte en el laberinto?
Efectivamente, estos dos libros representan dos tercios del conjunto del doctorado, que fue galardonado con el premio a la mejor tesis doctoral en catalán de la UPF. Cabe decir que hemos reescrito algunos fragmentos muy académicos, para convertirlos en dos obras de divulgación. Pese a que entre las dos tienen más de mil páginas, no son pesadas de leer, ya que filtran el conocimiento de casi todos los historiadores que hablan de Prat, Puig y Macià, de forma distendida y directa.
El proceso de redacción fue dificultoso, porque tuve que hacerlo por las noches durante la etapa en la que era Jefe de Gabinete de la conselleria de Economía. Durante la pandemia leí mucho, muchísimo. Subrayaba los libros que interesaban por la temática, los subrayaba y hacía resúmenes con cientos de citas. De esta forma llegué en los últimos seis meses con más de 2.000 páginas de referencias de decenas de libros de historia y de fuentes primarias.
Al tener muy clara la tesis, las preguntas de investigación y las respuestas, el trabajo más difícil fue crear un relato que tuviera sentido para el lector y que diera respuesta fidedigna al objeto de investigación. Fue una tarea muy solitaria y dura, pero ha merecido la pena.
¿Cuáles son los historiadores recientes que más te han influido y por qué?
Déjame barrer hacia casa. En lugar de decirte Tony Judt, Eric Hobsbawm o Margaret Macmillan, que también, mi formación histórica tiene más que ver con los grandes nombres catalanes de referencia, desde Josep Termes a Borja de Riquer, pasando por Jaume Sobrequés, Jordi Casassas, Agustí Colomines, Arnau González-Vilalta, Joan Esculies, entre otros muchos. Y, si me permites, precisaré tres que me han marcado personalmente.
En primer lugar, Josep Fontana. Recuerdo una conferencia suya en la UPF, donde pudimos discutir un par de horas sobre la historia de Catalunya. Al finalizar, nos dio un consejo que he guardado para siempre en mi memoria: “que el estudio de fuentes primarias no sirva para desenterrarlas de los fondos de los archivos para enterrarlas en el fondo de las bibliotecas”. Esta frase ha marcado mi investigación historiográfica y ha determinado qué tan importante era encontrar un tema interesante como hacerlo ameno para el público general.
En segundo lugar, Enric Ucelay-Da Cal, un genio y figura, con una profundidad de contenido enorme y un carácter provocador, que buscaba titulares llamativos para su teoría histórica. En sus clases del máster disfrutaba muchísimo, porque era como un cuento en el que tú escogías el final. Podías empezar por la blitzkrieg y terminar por la leyenda rosa y la leyenda negra.
Y en tercero y el que más me ha marcado, es Josep Pich i Mitjana. Fue él quien me encaminó a realizar el máster de historia del mundo y el doctorado en la materia. Si no fuera por él, por su afán y persistencia, muy probablemente no estaría aquí. He aprendido de su disciplina y constancia, de su modestia y al mismo tiempo, entusiasmo por estudiar y entender el catalanismo político.
¿Qué es ECO?
Estrategia, Comunicación y Oratoria SL. Es la empresa que fundé hace un año y medio. Nos dedicamos a la consultoría para empresas privadas e instituciones públicas en materia de comunicación, así como también en la formación de oratoria para altos cargos. He traducido la experiencia adquirida en los últimos años a la administración pública para ganarme la vida en el sector privado.
Durante un lustro estuve combinando mi labor docente en la universidad con la investigación y el asesoramiento institucional, pasando en dos ocasiones por el Parlament de Catalunya y en tareas directivas en tres consejerías del Gobierno de la Generalitat. Podría decirse que por la noche estudiaba los discursos de los presidentes pretéritos mientras, de día, preparaba palabras y gestionaba gabinetes de los políticos actuales.
¿Por qué la aparición de Lo Catalanisme inquietó tanto a los círculos catalanistas católicos?
El particularismo de Almirall fomentaba la regeneración, mientras que el tradicionalismo católico de Torras i Bages buscaba la restauración. Lo Catalanisme partía de principios liberales progresistas, republicanos, y partía de bases rurales pero fomentaba el progresismo urbano, que tendía a defender el federalismo. En contraposición, La tradición catalana partía de principios conservadores católicos, era más bien monárquica y, en este caso, las bases eran plenamente rurales populares y defendían un modelo regionalista.
Almirall era más voluntarista, mientras que Torras era más esencialista. Son nuestros Renan y Herder, respectivamente. Salvando las distancias, son las dos pulsiones de sístole-diástole que centrifugan el pensamiento catalanista. Y hete aquí que llega Prat de la Riba y es capaz de amalgamarlos, de concentrarlos, de encontrar los puntos de consenso para aglutinar un gran movimiento contra el asimilacionismo español y a favor del regionalismo (imperialista) que buscaba un modelo de Estado compuesto que habría satisfecho tanto a Almirall como a Torras.
¿Qué es un Estado y qué es una Nación? ¿Lo ha resuelto alguien satisfactoriamente?
Un Estado es un conjunto de personas ubicadas en un territorio determinado y organizadas con unas instituciones políticas, a través de las cuales toman decisiones para poder vivir en comunidad. Además, estas organizaciones definidas por personas en un territorio deben estar reconocidas por parte de otras entidades similares a nivel internacional. Politológicamente no podemos hablar de Estado hasta entrado el siglo XIX.
“Tal y como apunta Fontana, «si aclarar qué es el Estado resulta difícil, definir a la nación lo es todavía mucho más»”
Por otra parte, el problema de la teoría de la nación y del nacionalismo radica en su compleja naturaleza. No existe una definición única y válida para todas las naciones, ya que existen varias y pueden cambiar a lo largo del tiempo. Tal y como apunta Fontana, “si aclarar qué es el Estado resulta difícil, definir a la nación lo es todavía mucho más. (…) Muy a menudo se confunde la nación con el estado”. Aunque a veces la nación y el Estado se asimilan, en este libro podrá comprobar las diferencias, que se pueden entremezclar algunas veces, pero que en otras son sólo concomitantes.
¿Por qué fue tan importante la Mancomunidad?
En palabras de Prat de la Riba, en el discurso de constitución de la Mancomunidad del 6 de abril de 1914: La Mancomunidad cierra un período y abre, inicia, otro. Cerramos el período que comienza con la caída de Barcelona, con el decreto de Nueva Planta, con la supresión del Consell de Cent y de la Generalitat; e iniciamos otro, que es el mañana, que es el porvenir, que es el desconocido; pero un mañana, un porvenir, un desconocido, que la conciencia de nuestro derecho y de nuestra fuerza, y la dirección de las corrientes universales, que no son todavía el mañana pero van creándolo, nos aseguran que será triunfal para Cataluña y de estrecha hermandad con los demás pueblos hispánicos.
Ésta era la voluntad inicial de la Mancomunidad. Con el trasfondo, cómo no, de dotar a Cataluña de un cuerpo de Estado que diera sentido al alma nacional. En palabras también de Prat, del segundo discurso que analizamos en el libro, del 14 de mayo de 1917:
Ha llegado la hora de resolver el problema de su contenido, sus atribuciones. No hemos hecho la Mancomunidad para tener una Diputación mayor, ni para dar al alma catalana un pequeño cuerpo de administración subordinada, secundaria: una provincia. Todos, yendo más o menos allá, quien deteniéndose pronto, quienes viendo lejos todavía el término de su ideal, todos queremos para Cataluña un cuerpo de Estado, todos sentimos que la dignidad de la voluntad popular catalana exige imperiosamente, más o menos acentuadas o atenuadas, formas de Estado.
¿Cómo crees que se encuentra ahora mismo la cuestión esta del “encaje” (o no) entre Cataluña y España?
Dice Ferran Requejo que “con la historia no se entiende todo; pero sin la historia no se entiende nada”. Por eso, si da un paseo al libro de Nación y Estado se dará cuenta de que, de tanto intentar encajar un rompecabezas que no encaja, la situación está enquistada. Se han hecho muchos esfuerzos por descentralizar el Estado español que se han visto contestado por períodos con un centralismo asimilacionista extremo. Esto ha hecho ver, a algunos historiadores, que el Estado de las autonomías del régimen de 1978 se aproximaba bastante al ideal de Estado compuesto de Prat de la Riba. Él sólo habría dado distinción a las cuatro nacionalidades históricas y, de haber podido incidir en ellas, habría incrementado el grado de federalismo de facto que se impuso.
En cualquier caso, hacer afirmaciones de lo que hubiera querido Prat sería hacer una ucronía, sería hacer historia ficción. Por eso, si me preguntan por hoy como historiador tengo que abstenerme, porque todavía vivimos en el momento actual. Si me preguntas como ciudadano, creo que el ensamblaje es imposible porque existe un overlapping consensus, del que nos hablaba Rawls. Si hay visiones del mundo diferentes, lo único a que se puede llegar es una cohabitación. Pero para que esté ahí, hace falta voluntad de entender al “otro” de manera honesta y generosa.
¿Qué opinas de Aragonés i de Illa?
Son presidentes que han defendido y defienden sus ideales de forma legítima.
Aragonés, como reconoce en el prólogo que me escribe en Paraules de president (quiero recordar que tengo el honor de que todos los expresidentes de la Generalitat [vivos y con salud] han escrito unas líneas que dan valor al libro), quería “construir nación”. Su lenguaje ha girado en torno a la Cataluña entera, un concepto que recuerda a la “Catalunya entera” de Prat. Es un presidente independentista que ha ejercido la autonomía mermada por el 155. No ha tenido ni las condiciones ni el oportunismo suficiente como para encontrar la brecha para ampliar el autogobierno que buscaba.
“Ambos se han esforzado [Aragonés e Illa]-y lo harán más aún- para marcar un lenguaje moderado, sin estridencias, buscando más la tecnocracia que el entusiasmo”
Por otra parte, Illa ha dejado claro desde su gobierno a la sombra que quiere una Cataluña españolizada. Remarcó que defenderá el catalán, que restituirá las figuras presidenciales que le han precedido, pero a la vez hizo entrar la bandera española en el despacho presidencial, después de que desapareciera con la transición de 1978.
Ambos se han esforzado -y lo harán más aún- para marcar un lenguaje moderado, sin estridencias, buscando más la tecnocracia que el entusiasmo. Han sido producto de su sentimiento nacional y también de su particular modelo de Estado.
¿Cuáles son tus caminos inmediatos?
Próximamente voy a ser padre por segunda vez. Con Laura somos padres de Nilo, de año y medio, y ahora tendremos a Mar. Esto comportará una alegría inmensa y, al mismo tiempo, un compromiso con la familia que pasará por delante de todo.
Laboralmente, seguiremos remando en el sector privado desde ECO y haciendo docencia en la universidad.
Y tendremos que reservar las noches para investigar. Si veo que Paraules de president y Nació i Estat tienen buena acogida, continuaré la investigación con Companys, Irla, Tarradellas, Pujol, Maragall, Montilla, Mas, Puigdemont, Torra, Aragonès e Illa. Y esperamos que en breve haya alguna presidenta, también, que los hombres tienen 133 cargos de ventaja.
Investigar no es un trabajo fácil ni agradecido. Diría que incluso es duro y solitario. Pero vale la pena, ya que para hacer avanzar a la sociedad, es necesario que nos instruyamos en el conocimiento del pasado para no cometer los mismos errores o, como mínimo, entender qué somos hoy y qué queremos ser mañana.
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[1] Fontana, J. (1999). Introducción al estudio de la historia. Barcelona: Crítica, p. 203.
Fuente: educational EVIDENCE
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