• Opinión
  • 30 de abril de 2024
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Materialismo

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La cantilena de la autoayuda y las recetas motivacionales

Imagen: Pixabay

Licencia Creative Commons

 

Andreu Navarra

 

Con el tema educativo, los sermones morales me van entrando por una oreja y me van saliendo por la otra, sin dejar ya demasiado rastro destacable. Ya lo decía Roland Barthes, que el lenguaje encrático, es decir, el argot burocrático e inercial de la gramática del poder, acababa convirtiéndose en un tipo de cantilena vacía y cíclica, como la de los bebés o los obseditos. Las mismas tonterías místicas que encontraremos en la propaganda bancaria, las reencontraremos en los programas electorales, en los currículums cretenses y rizomáticos, en las justificaciones políticas infantilistas y las diatribas dinamizadoras de plantillas.

La cantilena de la autoayuda y las recetas motivacionales. Capitalismo libidinal. No me interesa que me dinamicen, y me encantaría que alguien me respondiera una retahíla de preguntas que sí me preocupan: en primer lugar, ¿por qué mantenemos un sistema escolar explícitamente segregador desde hace más de cuarenta años? ¿Por qué hay maestros que pierden su plaza por haber enseñado las tablas de multiplicar? ¿Dónde va a parar el dinero público? ¿Cómo se financió la red Escola Nova 21? ¿Por qué compramos ordenadores obsolescentes, y sin posibilidad de disponer de un mantenimiento adecuado? ¿Por qué se me prohibía en algunos centros docentes explicar gramática o literatura? ¿Por qué no entendemos que el Decreto de Plantillas hará que fracasen todas nuestras iniciativas, porque genera un ambiente fétido y autoritario en muchos institutos?

¿Por qué nos da miedo el cultivo de la historia académica? ¿Qué pecado está pagando la literatura catalana, arrancada del Bachillerato? ¿Por qué pensamos que el saber libre no deslumbra nuestros jóvenes? ¿Cómo puede ser que pensamos que con caramelas y corrandas atraeremos al alumnado más desanimado? Cómo puede ser que nos pensemos que los videojuegos de la clase serán más seductores que los de casa? ¿Cómo es posible que impongamos planes de digitalización en centros que no tienen red de internet? ¿Por qué en Cataluña se tiene que ir a la escuela con anorak porque no funcionan las calefacciones, o no hay, o el centro no puede pagarlas? ¿Cómo es posible que haya centros docentes que expulsen o pierdan la mitad de su plantilla cuando llega junio? ¿Realmente alguien piensa que el profesorado obedecerá más a unos equipos directivos caciquistas que a unos equipos directivos surgidos de una plantilla orgánica y autogestionada? ¿Cómo es posible que alguien piense que enseñar, en Cataluña es torturar, o que sin enseñar nada realmente se aprende? ¿Por qué faltan miles de plazas públicas de FP cada año? ¿Por qué quedan libres el 60% de las plazas de sustitución? ¿Por qué parecen una herejía los cursos para pensar o desarrollar una cultura europea? ¿Por qué confundimos inclusión con exclusión? ¿Por qué impulsamos proyectitos con nulo impacto social en vez de comprometernos estructuralmente con la igualdad? ¿Por qué confundimos tan habitualmente el carlismo con el republicanismo? ¿Por qué hay maestras que son despedidas cuando se quedan embarazadas? ¿Por qué nos fiamos de gurús y estafadores y no de nuestros docentes veteranos?

Demasiada hojarasca falsamente espiritual. Creo que era Unamuno quien distinguía claramente entre espiritualidad y teología. Demasiada teología y demasiado poca administración republicanista nos cae como una losa encima. Hace falta simplificación, hace falta elegancia, bertradrussellismo. Inteligencia y discreción administrativa. Fe en la ciencia. Yo, que en literatura soy spinoziano y en política pimargalliano, me pregunto por qué estamos condenados a escuchar sermones trufados de tópicos cada mañana de nuestra vida, sermones sobre la vocación, los liderazgos, la zona de confort, los oficios de mañana, el futuro que ya es aquí… Bla, bla, bla; bla, bla, bla… ¿Realmente alguien se cree estas palabrerías? ¿Quién está realmente trazando una estrategia para los próximos treinta años? Todo son fuegos artificiales y escolasticismo del peor, verborrea espesa y culpabilizadora. Calvinimo carlista. ¿Y si nos hacemos preguntas sin metafísica para la educación real y concreta de nuestro presente? Estamos hablando de educar personas, no de confirmar nuestras fobias, manías antisociales o prejuicios rousseaunianos. Es hora de reconstruir un sistema educativo racional, no de perpetuar mantras estrabulados ni de reunirnos en misas civiles ideológicamente controladas por pigmeos políticos.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

1 Comments

  • Gracias, Andreu, son necesarias estas reflexiones, que cada vez están despertando más conciencias.

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