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  • 8 de mayo de 2024
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“Aprendizaje basado en proyectos. Un aprendizaje basura para el proletariado”

“Aprendizaje basado en proyectos. Un aprendizaje basura para el proletariado”

Aprendizaje basado en proyectos

Un aprendizaje basura para el proletariado

Portada / AKAL

Licencia Creative Commons

 

Andreu Navarra

ABP: Historia de un fraude descomunal

Por fin ha llegado a las librerías “Aprendizaje basado en proyectos. Un aprendizaje basura para el proletariado” (Akal), de Olga García Fernández y Enrique Galindo, uno de los libros más esperados de los últimos años, y que arroja luz sobre toda la macrooperación política que se esconde detrás de la imposición metodológica del llamado ABP.

El contenido de este libro es de un altísimo interés no sólo para docentes, sino también y especialmente para familias y alumnado preocupado por el derrotero actual que ha tomado el sistema educativo público en nuestro país. A la vez, se trata de un ensayo muy difícil de reseñar, porque todo lo que se dice en él es tan relevante, tan urgente, y a la vez está escrito con un espíritu tan sintético, que resulta muy arduo de resumir.

Por lo tanto, quizá la mejor estrategia consista en cederles la palabra a García y Galindo para que sean ellos mismos quienes nos expliquen el desarrollo de sus tesis, expresadas a través del análisis de las bases doctrinales del llamado “Aprendizaje Basado en Proyectos”, es decir, Kilpatrick, Dewey y sus discípulos conductistas, y el español Fernando Sáiz, quien desarrolló un desembarco inicial de esta metodología en la España de 1933; en un viaje que nos retrotrae hasta 1918.

En definitiva, el ABP no era la pedagogía emancipadora que nos prometían nuestros legisladores, sino el proyecto que pretendía sustituir nuestra escuela por la empresa neotaylorista: “El Aprendizaje Basado en Proyectos es la metodología que reproduce el tipo de trabajo colaborativo de las empresas de finales del siglo XX y del siglo XXI. En estas empresas los individuos operan bajo la ficción de que trabajan como iguales, intercambiando los puestos, siendo peones, líderes y estrategas, por el bien de la familia-empresa en la que el CEO les trata como colegas. Y no realizan un trabajo colectivo sin más, sino toda una serie de procesos o estrategias que deben maximizar el conocimiento y las habilidades de los individuos que forman parte del grupo, generando un producto con “impacto social”; transfiriendo esos conocimientos a otros lugares de la empresa o a otras sedes, de forma diversa y “original”, en cada momento, de tal forma que la formación, para que la empresa no reduzca su margen de beneficios, tenga coste 0” (pág.67). Por decirlo llanamente, en esto ha consistido básicamente el timo: en presentar una política corporativa como una pedagogía humanitaria.

Y esto sin haber hablado aún de consecuencias antipedagógicas, o incluso contra la salud pública y mental, porque el ABP, en realidad, en lugar de responder a una concepción natural de la estructura de la mente humana, lo que hace es someterla a un régimen de estrés continuado: “El aprendizaje por descubrimiento o por eterna novedad, contradice la propia arquitectura de la mente humana y sobrecarga las funciones de la mente humana”; y esto es así porque hay que “empezar de cero” al iniciar cada nuevo proyecto. “Hay que entender, de una vez por todas, que aprender no es, ni más ni menos, que un cambio en la memoria a largo plazo” (pág.50). Los retos, la anarquía metodológica, no pueden sustituir las ventajas de la instrucción directa, ridiculizada en las caricaturas que distribuyen los grandes medios de comunicación, presentando a profesores aburridos ante auditorios pasivos, cuando, precisamente, la clase activa es la que confronta, debate, comprueba, actualiza, evoca y pone en práctica los conceptos teóricos.

Así pues, los sistemas basados en retos y sin guiaje conceptual suficiente, causan, ¡oh, sorpresa!, cierta dosis de sufrimiento mental. Pero no es la única sorpresa que nos depara el libro: hay mucho más. Por ejemplo, la falta de una cultura pedagógica crítica que recoja los límites y las objeciones observadas por los mismos defensores del ABP: “En la actualidad, todos los defensores del ABP, salvo los más radicales (normalmente maestros de infantil y primaria seguidores del método Montessori o de la Escuela Waldorf) han terminado por aceptar que no se puede trabajar por proyectos, sea cual sea la modalidad, si no hay una formación básica en lectura, escritura y cálculo” (pág.36).

Y es precisamente aquí donde el extremismo binario de los legisladores, siguiendo instrucciones explícitas de la CEOE, ha hecho más daño, porque ha impedido precisamente que la escuela se ocupe con rigor de estas tres áreas fundamentales para el desarrollo integral de una persona en democracia. No estamos enseñando correctamente a leer, redactar y calcular. Éste es el muro que nos separa de una homologación racional suficiente. Por lo tanto, seguir insistiendo en este nihilismo interesado sólo puede significar dos cosas: estulticia inconcebible o un planteamiento ideológico clasista más o menos inconfesado.

Resulta que quienes diseñaron el ABP ya dejaron escrito que se trataba de un método especialmente apropiado para las etapas Infantil y Universitaria, y no para Primaria y Secundaria, donde los objetivos eran, prioritariamente, la lectoescritura y las habilidades matemáticas. ¿Qué han hecho nuestros legisladores e intelectuales orgánicos? Precisamente destruir los currículos de Primaria y Secundaria con una radicalidad metodológica puesta al servicio del adoctrinamiento de clase social. Así pues, la llamada “Escuela del Ser” se ha acabado convirtiendo en una cultura de la inmovilidad social inducida a través de la escuela pública, dedicada al mantenimiento de un orden social vertical.

Resulta difícil, en un libro tan sugestivo, encontrar fragmentos más representativos que otros, resumir de algún modo el fondo de un ensayo tan lúcido: “Los alumnos se merecen el máximo respeto, y la prueba más básica de ese respeto es no experimentar con ellos metodologías, modas y prácticas sin que se tenga la evidencia, no ya de que puedan producir una mejora significativa en su aprendizaje (sería lo deseable), sino que no van a producir resultados costosos e irrelevantes, cuando no contraproducentes, en algún sentido” (pág.74). ¡Sorpresa! Resulta que estamos legislando contra nuestro alumnado más vulnerable. ¿Cómo ha podido ocurrir? No faltan las hipótesis: “Respecto de las estrategias que se utilizan para difundir las modas educativas Marta Ferrero menciona las tesis de Nathalie Carrier. Son dos las estrategias fundamentales: el atractivo y la credibilidad percibida, y son más funcionales que criterios científicos como la evidencia y la practicidad. El lenguaje biensonante, el acompañamiento del marketing, la difusión interesada de las grandes corporaciones mediáticas, son elementos indispensables para crear una opinión desfavorable sobre la escuela pública y una corriente de opinión propicia para la implantación de metodologías salvíficas como el ABP, al servicio de intereses ajenos a la educación” (pág.74).

Bienvenidos a la cocina del precariado cognitivo de hoy y mañana, en un mundo condenado a la desregulación disruptiva y radical. A través de la LOMLOE hemos sido sometidos a una inmensa operación de disciplinamiento social, a través del cual la principal organización de la Patronal ha conseguido asaltar los currículos académicos para cumplir con su sueño de manipular a los nuevos ciudadanos en un sentido plenamente satisfactorio y adaptado a sus planes de expansión económica. A coste cero y aprovechando para tratar de sofocar todo conato de disconformidad social futura a través de una filosofía totalitaria y extraordinariamente agresiva, basada en el absolutismo economicista, el pragmatismo utilitario antiintelectual, la vigilancia digital y el libre comercio de datos. Y a esto se le llama progresismo, y nadie pide perdón, mientras que, y esto es lo más preocupante, se condena a la invisibilidad y el ostracismo cualquier alternativa humanista, socialista en el sentido clásico o, sencillamente, racional.

Bienvenidos al entramado de una Ley Orgánica que nos está hundiendo en una distopía social pesadillesca, recibida entre aplausos, como dejó escrito Orwell cuando señalaba que las nuevas dictaduras se establecerían de forma incruenta e incluso deseada, en nombre de la Libertad, tal y como es preceptivo en un sistema basado en el Capitalismo Libidinal. Si no logra un éxito absoluto este proyecto de control social a gran escala, es porque aún quedan restos de regulaciones laborales y sociales, y porque en el fondo esta utopía dictatorial economicista es inaplicable aún en una sociedad que se debe ocupar de muchos otros problemas, no sólo de la cultura del rendimiento a cualquier precio, por encima de cualquier atisbo de ética social y profesional.


Título: Aprendizaje basado en proyectos. Un aprendizaje basura para el proletariado

Autores: Olga García Fernández y Enrique Galindo Ferrández

Editorial: AKAL

Idioma: español

ISBN: 978-84-460-5480-1

Páginas: 192


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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