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- 20 de noviembre de 2024
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Incompetències bàsiques
Incompetències bàsiques
Mercaderes
Mientras duró la fe ciberconstructivista, el malestar docente no se atrevía a asomarse por los medios de comunicación y las publicaciones pedagógicas. Pero la larga etapa del conformismo mayoritario (1990-2022) parece que ha terminado, gracias, en parte, a escritores como Damià Bardera o Xavier Díez, los dos implicados en este libro sobre el día a día en las clases de secundaria catalanas , y sobre todo gracias a las primeras fundaciones y asociaciones de padres comprometidas con la transmisión de conocimiento que van surgiendo últimamente y muchos otros autores que sería demasiado largo comentar aquí.
Incompetències bàsiques (Pòrtic) de Damià Bardera no es un libro precisamente original, pero sí eficaz. Es un digno sucesor del ya lejano Crónica de un profesor de secundaria (2001), del gran Toni Sala, un libro pionero, y del más reciente L’escola: espai en destrucció, de Xavier Díez (2022), y además en forma y estilo Bardera se asemeja a Sala, en el sentido de que es un escritor cortante, realista, irónico, directo y anti retórico. En este sentido, su libro no podía llegar en mejor momento: el pedagogismo catalán es ya claramente un cadáver político, y las sucesivas reediciones del mismo paquete de medidas políticas (recortes más pedagogismo romántico e infantiloide) ya no convencen a nadie.
Ha llegado un momento en el que en Cataluña parece muy chachi-progre eliminar aulas de acogida y se llama “fascista” a todo aquel que se atreve a exigir la alfabetización plena para todos. Hemos llegado a esta situación delirante porque hemos dejado que una retórica pseudo radical y neo rousseauniana, de origen empresarial, se apodere del discurso oficial y convierta una serie de delirios antidemocráticos en pura y simple disciplina burocrática.
Damià Bardera, que es un buen cirujano literario, describe perfectamente y con gran desnudo estilístico qué está pasando en un país que pide “atención personalizada” a sus docentes mientras les atribuye el cuidado de 250 alumnos, y donde palabras en principio positivas y éticas ( como “inclusión” o “diversidad”) se han convertido en trampas lingüísticas para pulverizar el sistema público y dejarlo atado de pies y manos a prácticas muy primitivas de caciquismo y capitalismo mafioso.
Y aquí pienso que el libro podría haber profundizado más, aunque el prologuista, Xavier Díez, pone nombre al fenómeno que nos está afectando y destruyendo la sociedad: thatcherismo. El diagnóstico de Bardera es exacto, pero es necesario empezar a plantear qué hacemos: para comenzar, podríamos hacer aflorar el mercado de las innovaciones pedagogistas y las vergüenzas del solucionismo digital, es decir, denunciar que la sustitución de las pedagogías serias por los sueños futuristas, uniformizadores y semitotalitarios forman una corteza activamente dedicada a retirar fondos públicos de las escuelas para repartirlos entre corporaciones y empresas totalmente ajenas al campo escolar. Cuando hablamos de “Neoliberalismo” nos referimos precisamente a esto: a dispositivos de apariencia progresista que sirven a una lógica extractiva y autocolonial. Hay que denunciar que estamos en manos de políticas ultraderechistas disfrazadas de humanitarismo, hablando de flujos de dinero y de nihilismo capitalista. Y es necesario proponer la inyección de pedagogía auténtica y contenidos emancipadores en una escuela que se ha acabado convirtiendo en un laboratorio de enajenaciones sociales.
En cuanto a las relaciones con el alumnado, el autor destaca: “Es importante no insultarles la inteligencia, no subestimarlos, no infantilizarlos, exigirles un buen rendimiento académico desde la coherencia y el honestidad” (p.45); es decir, hacer lo que no permiten hacer ni las leyes ni los reales decretos ni los currículos actuales, diseñados para hundir, humillar e infantilizar a los hijos de las mayorías sociales catalanas. El malestar docente no se resolverá hasta que la clase política no envíe a la papelera de la historia la mezcla de austericidio y romanticismo hipócrita, tecnocracia privatizadora y religión civil pedagogista que lleva demasiados años devorando nuestras escuelas.
El retrato de las élites pedagogistas catalanas no falta: “Estos pedagogos, con el inestimable apoyo del Departamento de Educación y las fundaciones amigas –por ejemplo, Fundación Bofill o Asociación Rosa Sensat, ambas privadas-, se han convertido en unos seres infalibles cuyas teorías no necesitan ser contrastadas ni validadas. Aunque no tengan los pies en el suelo, no deben dar ningún tipo de explicación a nadie –aún menos a los docentes- porque ellos y sus teorías se encuentran más allá del bien y del mal” (p.68). Quizás es que el Bien hoy en Catalunya habita en tres o cuatro cuentas bancarias.
Quizás añadiría que no nos encontramos ante un problema causado por incompetentes, sino provocado por mercaderes. Mercaderes como los que describía Adam Smith en sus textos más sutiles: cuando los mercaderes ostentan el poder, lo sufre la sociedad entera porque toda noción ética es enviada al exilio, en este caso un exilio interior que libros como el de Damià Bardera contribuyen a romper.
La pregunta principal, en Incompetències bàsiques, está planteada con toda transparencia: “El problema de los docentes es precisamente éste: ¿cómo podemos hacer pedagogía de un disparate educativo que, de tan extremo que es, de tan absurdo, de tan burocrático, se convierte en inverosímil para la inmensa mayoría que no se dedica a la docencia?” (p.74). En otras palabras, la distancia entre la teoría y la práctica es tan desconcertante que estamos entrando en una zona de desmoralización definitiva y terminal. Obviamente, este estado de derrota es provocado, lo han causado todos aquellos interesados en la privatización y la re elitización del conocimiento.
El sistema lo arregla de forma muy sencilla y perfectamente reaccionaria: los docentes transmisivistas, los que creen en el papel emancipador del sistema público, son tildados de “fascistas”, “corporativistas” y “ultraconservadores”, y lleva haciéndolo desde 1990, con efectos devastadores. Es decir, los que forman un gremio parasitario llevan décadas insultando y humillando a los mejores profesionales con los que el país contaba para levantar ciudadanía, cultura, valores y ciencia en nuestros barrios.
Mercaderes de cursos sectarios, mercaderes de pseudociencia salvífica, mercaderes de cinismo social y de proyectos decorativos. En Catalunya sufrimos una grave burbuja de cinismo oficial, que nadie se atreve a pinchar. ¿dejaremos entrar aire fresco algún día? Y quizás los docentes volverían a las aulas, y dispondríamos de una red saneada, modernizada, sin humedades en el techo ni ambientes tétricos, dotada como es debido y sin interferencias ni coacciones tecnofeudales.
Título: «Incompetències bàsiques. Crònica d’un desgavell educatiu».
Autor: Damià Bardera
ISBN: 978-84-9809-578-4
Editorial: Pòrtic
Idioma: Catalán
Número de páginas: 115.
Fecha de publicación: septiembre de 2024
Fuente: educational EVIDENCE
Derechos: Creative Commons