- A pie de aula
- 31 de enero de 2025
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Innovación educativa o corrupción delictiva

Innovación educativa o corrupción delictiva

A menudo me encuentro en cursos magistrales que me dicen que no debo impartir clases magistrales. Añaden que debo innovar entre mis alumnos sin que ellos memoricen. Entonces es cuando pregunto cómo debo enseñar conocimientos a mis alumnos innovando sin clases magistrales a memorizar, y la respuesta es que debo aplicar la innovadora educación por competencias, pero no me detallan cómo. Es decir, al final me han vendido un qué hacer sin explicarme cómo hacerlo. Yo a eso lo llamo simple y llanamente un timo. Sería como ir al médico para que te sanara y que este te dijera que tú debes curarte, pero obviamente sin indicarte una terapia, ¿ven la estafa? Pues eso hacen los cursos con clases magistrales que te dicen que no debes impartir clases magistrales, pero sí las competencias.
La educación por competencias, y sin especialidades a evaluar, trae consigo otra gran novedad, la detonación de las notas numéricas. En Cataluña, por ejemplo, empezó a aplicarse en primaria durante el curso 2016 – 2017. Meritxell Ruiz, por aquel entonces consejera de enseñanza de la Generalitat de Catalunya, acusaba a España de educar con un modelo del siglo XIX mientras que Cataluña ya lo hacía con uno del XXI, el de competencias sin la memorización por medio. Así lo afirmó por televisión en marzo de 2017. Luego en 2019 la Consejería de Educación impuso la evaluación por competencias como innovación en todos los centros, pero ésta ya había sido propuesta por la UNESCO en 1973, y por tanto nada de siglo XXI. Aun así, aquel modelo fue implantado como innovador y comenzó a reducir en Cataluña el peso de las especialidades. Luego la LOMLOE española plagió lo mismo en el 2020 y las competencias y el fin de la memorización se volvió metástasis por todo el país. Ahora ya no se valora la capacidad de memorizar, sino la capacidad de deambular.
Uno de los indicadores de una buena enseñanza es la capacidad de recordar ideas, algo que debe hacerse con esfuerzo para que se instale en nuestra mente. Ahora sin esta capacidad, la debacle de esta educación por competencias está asegurado, algo que han dejado claro los informes PISA en 2023.
Hoy la política nacional sigue ciega a la realidad pensado que la no memorización es una innovación educativa. Desgraciadamente poco tiene de innovador ya que fue planteada a principios del siglo XX por John Dewey, posteriormente introducida por escuela de La República en los treinta, reflejada en la escuela franquista en los sesenta por el ministro Villar Palasí, y hoy en día escrita en nuestras leyes educativas desde la LOE de 2007 hasta la LOMLOE de 2020. Y todo ello con la paradoja que el mismo Dewey planteaba ya por 1929, que lo que está mal es tomar una teoría y convertirla en ley. En fin, que la no memorización lleva tiempo entre nosotros, y claro está, sea de la izquierda o de la derecha, muchos ni se acuerdan.
Pero no sólo la política presiona por esta innovación vacía de contenidos, sino que hasta muchos docentes se hallan convencidos que llevan haciendo mucho tiempo lo mismo, memorizar, y aunque sea eficaz, se debe cambiar urgentemente e innovar sea como sea. Esta convicción llega hasta el extremo de confundir lo nuevo, e innovador, con lo bueno, y lo viejo, y eficaz, con lo malo. Sólo un ignorante se obstinaría en llamar mejor sólo a lo innovador, dado que no se trata de innovar el sistema educativo, se trata de mejorarlo. Queme usted su hogar y lo habrá innovado, pero en el caso que crea que lo ha mejorado, no provoque un incendio en casa de los demás. Este ha sido el error de las pedagogías románticas, les ha parecido muy divertido organizar unas fallas valencianas en vivienda ajena, ya que resulta más fácil atacar y desprestigiar la didáctica profesional que sustituirla por prácticas eficientes. Con la pedagogía sucede que se puede creer en ella, pero no en sus charlatanes. Estos, acomplejados por no ser científicos, y la pedagogía no es ciencia al no usar el método científico, se aferran a cualquier cosa de apariencia científica para dotarse de mayor credibilidad ante la sociedad.
Pero algo flagrante está sucediendo últimamente, y con el fragor de la IA, en donde se afirma que esta debe ser quien ayude a los alumnos faltos de vocabulario, sintaxis y conocimientos a expresarse en ausencia de su ignorancia y no memorización. Se acabaron las redacciones y sus correcciones dado que los chavales ya se lo encontrarán todo hecho, mientras las empresas tecnológicas obtienen sus beneficios gracias al vació ignorante de los usuarios y el aporte de sus datos personales. En esta línea perversa también han propuesto la educación híbrida entre docentes y la IA sin aulas y con los alumnos en casa conectados a Internet. No dudo que el futuro nos depare grandes avances, y hasta que nos introduzcan especialidades desde una conexión, deseo que segura a nuestras mentes, pero predecir el futuro con imposiciones me parece una temeridad. Y es que el futuro es incierto por más que deseemos que algo ocurra.
Resulta obvio que la obsesión por el futuro en la innovación forma parte de las quimeras de nuestro sistema educativo. Realmente si se desea mejorar la educación en el futuro, no hay que olvidar unas competencias elementales, las de las asignaturas instrumentales. Sin un dominio amplio de la lectura, escritura y el cálculo bien memorizado es imposible aprender el resto de los conocimientos y sus competencias. Las normas del cálculo, escritura y lectura no van a quedar obsoletas ante las competencias del siglo XXI, sino todo lo contrario, serán más necesarias que nunca ante la vorágine digital de la inteligencia artificial y otras facilidades en la redacción de trabajos sin esfuerzo. Sí estamos realmente interesados en instruir a nuestros alumnos para su futuro hay que ofrecerles una lengua y unas matemáticas bien estructuradas. A partir de ellas podrán leer, aprender y afrontar el resto de las materias del currículo. Las innovaciones y la inteligencia artificial no han esterilizado la necesidad de leer, escribir y memorizar correctamente.
Fuente: educational EVIDENCE
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