• Historia
  • 15 de mayo de 2025
  • Sin Comentarios
  • 10 minutos de lectura

¿Viva la república? Los empresarios catalanes durante los primeros tiempos republicanos

¿Viva la república? Los empresarios catalanes durante los primeros tiempos republicanos

¿Viva la república? Los empresarios catalanes durante los primeros tiempos republicanos

Arquitectos y empresarios de la Via Laietana 1908. / http://commons.wikimedia.org/

Licencia Creative Commons

 

Soledad Bengoechea

 

Durante los años que van del 1917 al 1923 Barcelona fue escenario de una gran conflictividad. Hasta el punto de ser conocida como la “ciudad del pistolerismo”. Posteriormente le sucedieron unas dictaduras militares que, al cercenar las libertades políticas y sociales, lograron apaciguar en parte la llamada “cuestión social”. En 1931 llegó la Segunda República, y con ella la ciudadanía recobró sus libertades perdidas. El sindicato anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que había impulsado la mayoría de las huelgas durante los años del pistolerismo, fue legalizado oficialmente. Durante los primeros tiempos de la República, su línea más moderada fue la que dominó la organización, pero más tarde fue desplazada por la tendencia anarquista partidaria del insurreccionismo. La conflictividad social volvió a crear un fuerte malestar entre las clases económicamente dominantes, que pasaron a la acción. Estas páginas van a tratar de ello.

 

La patronal formula soluciones

La serie de medidas que la CNT pedía (mejoras salariales, contratación de personal exclusivamente en las Bolsas de Trabajo de los sindicatos obreros, vacaciones pagadas, abono del jornal íntegro en caso de enfermedad o accidente, pensiones para la vejez, etc.) urgió al gobierno a sacar adelante un programa de reformas sociales. La amenaza del reformismo creó un profundo malestar entre la patronal catalana. Decidida a intervenir, hizo un llamamiento al empresariado español. La intención era realizar una reunión multitudinaria ante el presidente del gobierno provisional con el fin de hacer presión y evitar así la consumación de tal amenaza. El llamamiento resultó un éxito, ya que consiguió reunir en Madrid a más de 500 representantes de entidades patronales llegadas de toda España (lo que da una idea de la cantidad de asociaciones en las que estaba enrolada la patronal) y el 5 de junio de 1931 se organizó un solemne acto en el Palacio del Senado.

El presidente del Fomento del Trabajo Nacional (FTN) ofreció un documento al presidente del gobierno Niceto Alcalá Zamora y a los ministros de Economía y de Gobernación. La patronal se mostraba comprensiva con la agitación que los obreros llevaban a cabo en aquella primavera, porque consideraba que todo cambio necesita una adaptación. Sin embargo, consideraba que la cuestión social debía merecer una especial atención por parte de los gobernantes. Como solución, el dirigente del FTN pedía el establecimiento de una herramienta corporativa (no se indicaba a qué herramienta se refería.

En tiempos del pistolerismo este instrumento era la sindicación obligatoria de patronos y obreros). Culpaba de la deteriorada situación social en la ausencia de un instrumento jurídico adecuado para canalizar y resolver los problemas. Este instrumento debería estar dotado de la autoridad «tal vez más moral que legal» precisa para que sus decisiones fueran aceptadas por ambos grupos, capital y trabajo. Pedía, también, que se fortaleciera la autoridad del poder público, para que asegurara la normal vida jurídica del Estado. Respecto a las citadas reformas, señalaba que no les inspiraban temor, siempre que vinieran por la vía de la discusión democrática, refrendadas por las Cortes.

En febrero de 1932, cuando el texto parecía dispuesto para ser discutido en las Cortes la movilización de la patronal fue intensa. Los directivos del FTN contactaron con diversas entidades económicas, tanto de Cataluña como del resto de España (hasta un número de 48). Una representación fue nuevamente a Madrid para presionar directamente sobre los ministros y los parlamentarios. Fruto de estas reuniones surgió un documento que se envió al presidente del gobierno. Esta movilización consiguió que el proyecto nunca llegara a presentarse en Las Cortes.

Otra propuesta de la patronal catalana giró en torno a resucitar un “Sindicato Patronal Único”, una organización de combate como la que había funcionado en Barcelona durante los años anteriores a la Dictadura de Primo de Rivera bajo el nombre de Federación Patronal de Barcelona. Entonces, aquel sindicato, agrupando a la mayoría de los patrones catalanes, y aliado con el ejército, había sido una verdadera fuerza de choque contra la clase obrera, y contra los gobiernos de la Restauración. Sobre estas cuestiones, un frio día de enero de 1932, el jefe de policía de Barcelona hacía al redactor de “La Voz” las siguientes declaraciones:

«Acerca de la posible reaparición de un Sindicato Patronal que había actuado en otros tiempos en Barcelona, ​​debo decir lo siguiente: que lo mismo que son respetadas las asociaciones obreras que respetan la ley, lo serán las patronales que hagan lo mismo: pero no podría tolerar por un instante que ningún Sindicato, obrero o patronal, pretenda actuar al margen de la ley. Sobre esto tengo ideas muy concretas y muy claras. Dentro de la ley todo: la policía ayuda, protege y ampara. Fuera de la ley, nada: la policía será implacable».

La patronal catalana encaró mal la negativa de la autoridad a resucitar el “Sindicato Patronal Único”. Ello le impelió aún más a reorganizarse. El día 24 de diciembre de 1932  en la sede del FTN se celebró una asamblea a la que asistió un gran número de comisiones de distintas entidades económicas. Su finalidad estuvo expuesta por el presidente del FTN:

«Es la de establecer entre las asociaciones económicas de Cataluña una coordinación y relación permanente para obtener una más grande eficacia en la actuación que desarrolla cada una, dentro de su sector profesional, sobre cuestiones y problemas de orden general y que afecta a todas, tanto dentro del cuadro de la economía catalana, como en la esfera de la economía total de España; aunque de algún tiempo a esta parte las entidades más representativas vienen actuando de perfecto acuerdo, en todos los sectores de la economía catalana, la conveniencia de reunir sus fuerzas, se hace sentir cada vez con mayor intensidad.»

La asamblea aprobó el proyecto expuesto y, como estructura inicial, se acordó establecer un órgano de relación, una suerte de organismo patronal que tendría por nombre «Junta de Enlace de las Sociedades Económicas de Cataluña». Estuvo integrada por los presidentes de las sociedades adheridas que agrupaban a los diferentes ramos de la producción. Como líder fue nombrado Lluís Bosch-Labrús, presidente del FTN. Esta Junta tendría una comisión permanente constituida por los presidentes de algunas de las entidades enunciadas y, en teoría, haría varias funciones, entre ellas la de escuchar y responder a las consultas y dudas que pudieran tener los empresarios.

En realidad, esta entidad sirvió de elemento aglutinador de las fuerzas económicas catalanas. En manos de los empresarios, actuó como una verdadera herramienta de presión. Durante estos años de la República, y hasta la Guerra Civil, este organismo participó constantemente en la vida económica (industrial, comercial y agraria), política y social catalana. Cuando alguna rama empresarial tenía un conflicto se contactaba con el presidente de la Junta de Enlace para que esta entidad pudiera intervenir con toda la fuerza que le daban la gran cantidad de asociaciones patronales que tenía enroladas. También fue muy activa en todo lo que hace referencia a las relaciones con el poder político. Envió cartas y se relacionó tanto con miembros del gobierno como de la Generalitat siempre que le parecía que la situación así lo requería. Con esta actitud, la Junta de Enlace puso de manifiesto, una vez más, la relación que se daba entre el poder político y el poder económico.

El presidente de la Junta de Enlace de las Sociedades Económicas de Cataluña fue Lluís Bosch-Labrús i Blat, un industrial que a la vez dirigía los destinos del FTN. Por la importancia que este empresario tuvo como dirigente de la Junta de Enlace y del propio FTN, pasamos a dar a continuación unas pinceladas de su biografía.

Lluís Bosch-Labrús era ingeniero industrial. Fue elegido presidente del FTN en febrero de 1929 y continuó en el cargo durante la República. En la corporación representaba los intereses del sector metalúrgico que habían empezado a imponerse desde los tiempos de la Gran Guerra y a restar fuerza a la representación del textil, el sector tradicionalmente dominante dentro de las entidades desde su fundación. Militante de la Liga Regionalista, fue nombrado concejal del Ayuntamiento de Barcelona después de las elecciones de febrero de 1922. Durante aquellos años fue presidente de la Liga de Defensa Comercial e Industrial. En 1926 se le concedió el título de vizconde de Bosch-Labrús. Casado con Rafaela López-Guijarro, tuvo dos hijas. Murió en Ginebra, donde intentaba recuperarse de su enfermedad, el 15 de septiembre de 1942. Fue el encargado de convertir un bazar de ropa fundado por su padre en los grandes almacenes El Águila, que durante décadas fue una referencia en este sector en Barcelona y en toda España. Lluís Bosch-Labrús fue íntimo amigo de Francesc Cambó, dirigente de la Liga Regionalista.

La Junta de Enlace celebró el primer acto público unos meses después de su constitución, en abril de 1933, y a partir de ahí, y hasta la Guerra Civil, su actuación fue constante.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *