- Ciencia
- 19 de septiembre de 2025
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Tierras raras al poder

Tierras raras al poder
España posee ciertos depósitos, pero son marginales, dispersos y con oposición ambiental

Las guerras no son casuales ni gratuitas. El trío Trump, Putin y Zelensky en la guerra en Ucrania no es un triángulo amoroso, sino un trío de intereses, ¿una de sus causas? Pues la minería de las tierras raras. Desde hace unas décadas las tierras raras se han convertido en elementos de gran interés económico geopolítico. Su historia comienza con Johan Gadolin, quien en 1794 analizó químicamente un mineral de Ytterby y descubrió en él una nueva “tierra” desconocida. Aunque Gadolin no aisló ese elemento puro, sus análisis abrieron el camino. Luego, y en 1880, el químico suizo Jean Charles Galissard de Marignac identificó nuevas líneas espectrales que pudo detallar como una tierra rara, el gadolinio. Pero no fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial que se alcanzaron las tecnologías suficientes para el destilado de estas tierras raras. En ello el llamado Proyecto Manhattan alcanzó los avances científicos en el refinamiento y separación del uranio para la bomba atómica, incluyendo así las tierras raras. El químico Frank Spedding desarrolló métodos de intercambio iónico para separar y purificar tierras raras usando resinas. Pero ¿qué son las tierras raras? ¿por qué ostentan tanta importancia geoestratégica?
El término “tierras raras” designa un grupo de 17 elementos químicos muy pesados que su mayoría se sitúa al final de la tabla periódica, principalmente los lantánidos juntamente con el escandio y el itrio. Se clasifican en dos grupos, las tierras raras ligeras (LREE) y las pesadas (HREE). Las tierras raras ligeras como el lantano, el praseodimio o el neodimio son más abundantes y relativamente fáciles de extraer. En cambio, las tierras raras pesadas como el disprosio, el terbio o el lutecio son más escasas, costosas y críticas. Por ejemplo, el terbio y el disprosio son los más caros al ser escasos y demandados. De media las tierras raras alcanzan entre los 60 y los 750 dólares por kilo. Añádase que las tierras raras densas son las más difíciles y costosas de extraer al ser su minería de alta toxicidad y contaminación al utilizar elementos ácidos y radioactivos en su refinado. Añadamos también que la demanda internacional de tierras raras sube y sube provocando lo mismo en sus precios. Y es que la importancia de las tierras raras reside en la necesidad de casi todos los ingenios modernos.
Las tierras raras ligeras son vitales en la fabricación de vehículos eléctricos, aerogeneradores, pantallas táctiles, iluminación de bajo consumo, baterías eléctricas y otros dispositivos. Las pesadas están asociadas al rendimiento térmico y magnético en condiciones extremas, es decir en chips, discos duros, drones y hasta misiles militares. En fin, que sin tierras raras olvídense de la tan anhelada transición verde, del ecologismo y de la tecnología punta que pretende reducir los hidrocarburos en favor de otras energías más “limpias” para desplazar a los motores térmicos basados en hidrocarburos por otros de eléctricos sin tantas emisiones de CO₂. En todo ello, y téngalo seguro, las tierras raras devienen esenciales en baterías, energía eólica, solar y otras soluciones alternativas al petróleo, gas y nucleares.
Las tierras raras son fundamentales en todo ello y China las posee en monopolio. China, y hace menos de dos décadas, fue la primera en darse cuenta seriamente de la importancia mundial de las tierras raras adelantándose a Occidente en su control, explotación y refinado. Hoy en día China ostenta el monopolio de estos recursos y de su posición geoestratégica. Ello, y tarde, ha impulsado que Estados Unidos, Europa, Australia e India diversifiquen y desarrollen capacidades propias para la extracción y refinamiento de las tierras raras. De todas formas, China siguen siendo el líder mundial en minería y obtención de tierras raras. Este país domina con gran amplitud el mercado global de estos minerales. En 2023 obtuvo más del 69 % de la producción mundial de óxidos de tierras raras, y controla cerca del 90 % del refinamiento global. Fuentes más recientes estiman que China procesa entre el 90–95 % del total. Este dominio se basa en costos laborales bajos, inversiones estatales masivas, y regulaciones ambientales laxas, lo que le ha permitido vender en un rango de precios más competitivo y desplazar a competidores occidentales. Pero además China, y para evitar críticas ambientales y políticas, explota recursos de sus vecinos como Myanmar.
¿Y qué pinta en todo esto el trío Trump, Putin y Zelensky con la guerra en Ucrania? Pues que entre ellos tierras raras, haylas. Se comprende entonces la guerra entre Putin y Ucrania en donde se esconden territorios ocupados por los rusos que albergan depósitos de tierras raras y litio, eso sí, bajo datos geológicos anticuados, falta de infraestructura y costes altos para su explotación. También se comprende que Trump pacte con Ucrania por la explotación de sus tierras raras dado que Estados Unidos, consciente del dominio chino, busca tierras raras donde sea e intente controlar Alaska, Ucrania, Groenlandia, Antártida y el Ártico en donde las tierras raras serán unos recursos de inversión segura. Por todo ello Trump quizás desee anexionarse Groenlandia con igual objetivo.
Y aquí debo acallar las voces de optimistas que predican que en España existen grandes depósitos detectados, pero que los ibéricos no se duerman en sus laureles dado que nuestras reservas son escasas, dispersas y no excepcionales. Las tenemos en Campo de Montiel (Castilla-La Mancha, Matamulas), en Sierra de Galiñeiro (Galicia), Almería y Fuerteventura, en este último caso son indicios interesantes, aunque bajo una fuerte oposición ambiental y escasa explotación activa. En fin, en España poca minería y de complicada ingeniería. En todo ello es verdad que la UE promueve la explotación de elementos estratégicos como wolframio, estaño y tántalo, pero estos no son tierras raras sino minerales críticos. Cabe decir que, al norte de Eurasia y América, en las zonas del Ártico, Groenlandia, Noruega y Suecia hay tierras raras ligadas a sedimentos alcalinos. Pero todo ello no podrá competir con el monopolio chino y hace comprensible lo que pretenden los nipones. Ante toda esta lucha geopolítica mundial por las tierras raras se entiende que Japón esté proyectando algo carísimo como explotar tierras raras a más de 2000 metros de profundidad bajo el mar. Allí dicen haber computado unos 500 años de reservas útiles de tierras raras para todo el planeta. Y no, no es ciencia ficción, es ficción científica.
Los nipones están impulsando un caro y ambicioso proyecto de minería en el fondo del mar cerca de Minamitorishima. Allí han hallado gran cantidad de lodo rico en tierras raras. Se estima que cada tonelada de lodo contiene hasta 0,66 % de óxidos de tierras raras con reservas potenciales de 16 millones de toneladas. Aunque se trate de algo muy deseado, existe ya una fuerte oposición ambiental por los posibles daños al ecosistema marino ante una demanda creciente en tierras raras a nivel internacional. Pongamos, por ejemplo, que del 2015 al 2023 ya se duplicó la demanda y se espera que volvamos a hacerlo del 2023 al 2050, y todo ello a pesar de que sus reservas globales se esperen bajas a finales del siglo XXI y que el reciclaje de las tierras raras en nuestros vertederos sea insuficiente en todo ello. Pongamos, por ejemplo, que deseamos convertir toda la flota de coches de Gran Bretaña a coches eléctricos, es decir unos 31 millones de vehículos, para ello deberíamos necesitar 7200 toneladas de neodimio, algo que equivale a toda la producción de este elemento mundial en todo un año. Y en todo caso, si todos los coches del mundo, unos 1400 millones, quisieran ser eléctricos, necesitarían tantas tierras raras que serían inalcanzables a nivel de toda nuestra corteza terrestre. Hay quienes predican que si reciclamos nuestros vertederos lograremos obtener las tierras raras necesarias, pero esta idea es errónea dado que de nuestros despojos quizás podamos obtener de media unos 6,7 gramos de tierras raras por kilo de residuo tecnológico, pero una mina de China ya obtiene 60 gramos por kilo de roca, es decir, diez veces más. Otro ejemplo sería España en donde tenemos unos 300.000 coches eléctricos y se espera que en el 2050 sean 5 millones de coches eléctricos. Por tanto, si lográramos reciclar los 300.000 coches vigentes, cosa imposible, no alcanzaría en absoluto para fabricar los 5 millones de coches esperados.
Ante lo anterior podemos concluir que el control de las tierras raras se ha convertido en un eje de conflictos global. China lidera con amplio margen su producción y refinamiento, lo que ha desencadenado esfuerzos internacionales para no depender de ella en tecnologías limpias, defensa y electrónica. En ello España posee ciertos depósitos, pero son marginales, dispersos y con oposición ambiental. A nivel global, la rivalidad geopolítica alrededor de estos elementos seguirá creciendo, pero el mundo seguirá temblando. Hay quienes dicen que deberíamos viajar más por China olvidando su dictadura para, y si no faltamos al respecto de sus gobernantes, seguir viajando por su dictablanda. Sus tierras raras andan entre todos nuestros intereses.
Fuente: educational EVIDENCE
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