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- 9 de octubre de 2025
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¿Somos docentes o qué (hostias) somos?

Imagen creada mediante IA
Cuando la profesión de docente tiene poco de docencia
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Ser docente y no tener tiempo suficiente para preparar las clases, para elaborar materiales propios de los que después los estudiantes puedan beneficiarse, para actualizar los conocimientos en la materia de la que somos especialistas, para formarnos en lo que justamente contribuye a ser mejores profesionales, en definitiva, no tener tiempo suficiente para ejercer de profesores y profesoras, que es lo que en esencia somos, es una anomalía que convierte los centros educativos actuales en distopías.
Y es esta distopía la que vivimos aquéllas y aquéllos que en algún momento de nuestras vidas académicas nos atrevimos a pensar en la docencia como una profesión que nos dignificaría porque nos permitía compartir y transmitir nuestros conocimientos a los demás y así hacer de los mundos posibles, mundos mejores.
Porque no nos equivocamos ni nos dejamos embaucar por la “nueva mirada”, la de Mar Romero, por ejemplo, que dice que en la escuela no se viene a aprender, sino a vivir, como si vivir aprendiendo no fuera posible; incluso era preferible aquella otra que decía que a la escuela se viene a jugar, el motivo por el cual muchos profesores y profesoras abandonan la profesión.
Pasamos más horas llenando formularios digitales, leyendo mails y respondiéndolos, grabando todo tipo de hecho, incluso el más banal (cuando el alumno va al lavabo, cuando va a llenar la botella de agua, cuando se ha dado un golpe y pide hielo, cuando va a buscar el bocadillo que se ha dejado en casa y que su madre, padre, abuelo, abuela, hermano mayor… ha tenido que llevarle etc. ), que haciendo de profesores y profesoras.
Dudar de si somos o no docentes es un ejercicio más racional y metódico que la mismísima duda metódica de René Descartes.
Un sentimiento de desubicación y desorientación invade nuestra psique a menudo, no sabemos si estamos en Matrix o en clase. ¿Podría ser que sólo sea profesora en mi imaginación? ¿Es entonces cuando miras a tu alrededor y no encuentras ningún elemento que te anuncie o demuestre que estás en el aula, ¿dónde está la pizarra?, ¿dónde está el yeso? Y, peor aún, ¿dónde están los libros de texto? ¿Acaso en este universo finito, de recursos finitos y limitados, lo primero en agotarse han sido los libros de texto? ¿O quizás los han quemado al estilo Fahrenheit 451?
Instamos al departamento de Educación y Formación Profesional a que lea a Luri y tantos otros que, como él, no se cansan de recordar la importancia de su presencia física en las aulas. ¿Qué es un aula sin pizarra, qué es un aula sin yeso?, ¿qué es un aula sin libros de texto? ¿Acaso no es algo que la categoriza, que la adjetiva, la califica y define?
Nadie imagina un campo de fútbol sin porterías, pero, sin embargo, sí podemos imaginarnos un aula sin profes. De hecho, queda poco para que ésta sea la nueva realidad.
¿El menosprecio hacia nuestra profesión sirve para justificar el sueldo que nos pagan? Siempre con el respeto por bandera, todo el mundo sabe que un monitor, tallerista, animador… cobra menos que un docente; y cobra menos porque son menos los estudios que se requieren. ¿Es esto lo que pretenden? ¿Reconvertir nuestra profesión en otra para pagarnos menos?
Páguennos, señores que se rodean de grandes expertos, pero que denuestan y silencian la voz de quien entra cada mañana en el aula y tiene que resolver los problemas que ustedes mismos inventan.
Después de la vorágine, aterrizas de nuevo y te sitúas como puedes, y aprovechas que entre trámite y trámite existe un espacio virgen, liso, abierto e indiferenciado, un espacio de fuga, donde poder ser lo que se es, un transmisor de conocimiento.
Hoy, conoceréis a Sócrates, su pensamiento y su muerte, lo conoceremos de la mano y de los diálogos de su discípulo Platón y tendremos la oportunidad de mejorar la especie.
Dicen algunos, sin duda para ustedes irrelevantes y poco importantes, como por ejemplo el propio Platón, que la estética va de la mano de la ética, que lo bueno es lo bello y a la inversa, pero la nueva pedagogía quiere asegurarse de que ningún ser que busque la luz, que ningún alumno, llegue nunca a descubrirla, le negamos la posibilidad de alcanzarlo o de acercarse a la realidad, vivimos eternamente, pero en la ignorancia eterna, que nos asegura una vida feliz, pero eternamente aburrida.
Sois fealdad y tratáis de imponer esta mirada antiestética allí hasta donde llega vuestro poder, pero siempre olvidáis que somos seres racionales, que la razón nos ilumina y que el alumnado tiene todo el derecho a ser ilustrado con la inequívoca ayuda del docente.
Fuente: educational EVIDENCE
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