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- 5 de septiembre de 2024
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El planeta Marte y los «canales» de Schiaparelli
SUCEDIÓ…
El 5 de septiembre de 1877
El planeta Marte y los «canales» de Schiaparelli
El 5 de septiembre de 1877 el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli (1835-1910) tras haber estudiado minuciosamente el planeta Marte con sus telescopios y haber acometido la tarea de elaborar su primera cartografía, aseguró haber descubierto unos misteriosos canales que surcaban su superficie. Al difundirse la noticia, muy pronto se empezó a contemplar la posibilidad de que dichos canales fueran artificiales, lo que sería, a su vez, una prueba de la existencia de vida inteligente en el planeta rojo. La polémica estaba servida.
Schiaparelli distaba mucho de ser un farsante. Fue un famoso y reputado astrónomo que se dedicó también a la historia de la ciencia, especialmente de la astronomía. Por entonces ya había destacado por su estudio de las estrellas binarias, los sistemas estelares compuestos por dos estrellas. En historia de la astronomía antigua había sido el primero en proponer que la esfera celeste de Eudoxo (408 aC -337 aC) no estaba concebida como una esfera material, sino como una parte del algoritmo de un cálculo análogo a la moderna serie de Fourier. Pero, como suele ocurrir, lo que le hizo más popular fue su hallazgo menos afortunado: el supuesto descubrimiento de los «canales de Schiaparelli».
Schiaparelli había observado telescópicamente Marte en el momento más idóneo para ello, durante la fase de oposición de 1877, cuando Marte y el Sol se encontraban en dos puntos celestes diametralmente opuestos con respecto a la Tierra, y creyó observar sobre su superficie unas estructuras lineales en red, como depresiones no muy profundas, de anchura variable entre cien y trescientos kilómetros, y de miles de longitud, que denominó «canales». No habiendo lluvia en Marte, estas estructuras serían el sistema a través del cual el agua y la vida se distribuirían por el planeta (desde los polos, de donde presuntamente se extraería el líquido elemento). Pero esto no fue del todo culpa de Schiaparelli, quien siempre se mostró muy prudente y nunca aseguró que tales «canales» fueran artificiales.
Ello no obstante, una mala traducción inglesa coadyuvó enormemente a la propagación de tal conjetura. Los «canali» italianos se tradujeron, ignoramos si intencionadamente, por «canals», que en inglés son cursos de agua artificiales, frente a «channels», que serían los naturales y una traducción más correcta.
El descubrimiento de los «canals» y la posibilidad de vida inteligente en Marte generó multitud de controversias. A nivel popular se desataron todo tipo de fantasías sobre los autores de tan colosal obra. Entre los círculos científicos, hubo astrónomos que secundaron las tesis de la vida inteligente en Marte, como el norteamericano Percival Lowell (1855-1916), que publicó varios libros defendiendo esta tesis y especuló sobre las características de esta formidable civilización marciana capaz de extraer el agua de los polos y llevarla hasta las regiones ecuatoriales menos frías. Su empecinamiento en defender que había vida en Marte acabó desprestigiándole como astrónomo y al final se tuvo que rendir a la evidencia. En cualquier caso, la bella e intrépida princesa marciana Dejah Thoris, de las novelas de Edgar Rice Burroughs, está claramente influenciada por las especulaciones y desvaríos de Lowell, que llegó a inventar todo un imaginario marciano.
Entre los que se posicionaron en contra, destacaron el italiano Vincenzo Cerulli (1859-1927) y el inglés Edward W. Maunder (1851-1928). Ambos propusieron que los canales eran ilusiones ópticas. También se opuso el naturalista y evolucionista colaborador de Darwin, Alfred Russel Wallace (1823-1913), quien afirmó que la temperatura y la presión atmosférica de Marte eran demasiado bajas para que hubiera agua en estado líquido. Curiosamente, el propio Wallace derivó posteriormente hacia el espiritismo y el ocultismo, aunque ignoramos si también hacia los extraterrestres…
Las primeras imágenes de Marte, tomadas por el Mariner 4 en 1965, pusieron fin a la polémica, demostrando que los canales habían sido, ciertamente, ilusiones ópticas. Y de vida inteligente, al menos hasta donde nos consta, tampoco. Una lástima por Dejah Thoris.
Fuente: educational EVIDENCE
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