• Opinión
  • 6 de mayo de 2024
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Educar proviene del latín ‘Educare’

Educar proviene del latín ‘Educare’

Educar proviene del latín ‘Educare’

Lo que la máquina no puede hacer, por ejemplo, es desarrollar el sentido crítico, la capacidad de discernimiento, la ironía

Imagen de Marc Pascual en Pixabay 

Licencia Creative Commons

 

Pau Gener Galín

 

El término Educar proviene del latín Educare, que literalmente vendría a decir, Criar o Alimentar. Se puede inferir un significado derivado que sería algo como Formar o Instruir. La etimología, una vez más, ya nos está indicando y dando la clave de bóveda sobre este asunto. ‘La llave de girar el taller’, que decían los artesanos, herreros, etcétera.

Habría que hacer hincapié o al menos subrayar que vivimos en un siglo XXI que avanza a marchas forzadas. La tecnología avanza tanto rápido que para cada nueva generación, cada seis meses hay novedades. No descarto que pueda ser bueno, pero sí que creo que hay que poner atención en esto, puesto que no todo vale.

Asistimos a algunos hechos relacionados con la tecnología a la que tienen acceso los niños, que se podría llegar a argumentar que significan un retroceso en conocimientos básicos. Ya no hay que saber escribir bien, ya lo hace la máquina. Ya no necesito saber orientarme, ya lo hace la máquina. Ya no preciso memorizar nada más, ya lo hace la máquina.

Lo que la máquina no puede hacer, por ejemplo, es desarrollar el sentido crítico, la capacidad de discernimiento, la ironía.

Querría asumir que todo el mundo reconoce estos valores como esenciales en la condición humana. Y a buen seguro, esto debería hacerse desde la formación, la educación en su sentido etimológico.

O sea, se debe querer que las nuevas generaciones aprendan a pensar. Que no se delegue todo en la máquina. En el campo de la lectura y la escritura esto se podría ver muy claro.

Y hay que recordar que los campos de la lectura y la escritura son herramientas fundamentales de aquello que se podría decir que nos hace humanos. No solo en cuanto al auto-conocimiento, sino también a la capacidad de comprensión y empatía hacia los otros.
Ya no somos monos que bajamos del árbol. Supimos hacer fuego. Aprendimos a leer y a escribir.

Aprendimos a respetar una idea de civilización, a pesar de que en esto todavía tenemos carencias que habría que mejorar.
Y todo empieza desde la educación, en su sentido etimológico. Alimentar a las nuevas generaciones con estímulos positivos. Que puedan hacer una humanidad mejor, por ellos, por el planeta y por los de su propia especie.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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