• A pie de aula
  • 26 de septiembre de 2024
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Alguien lo hará

Alguien lo hará

Alguien lo hará

Imagen generada mediante IA

Licencia Creative Commons

 

Víctor Guiu Aguilar

 

Alguien habrá. Seguro. No lo sabes muy bien pero siempre hay alguien. Pasó en mi más tierna infancia, cuando iba tras los papás trasteando con las cosas que me da la vida, con los juegos a los que correspondía, con la inocencia del que sabe que hay alguien detrás. Siguió en mi época de educación primaria, cuando salíamos con la familia y descubrieron la utilidad del móvil y los dispositivos electrónicos. No daba mal en las cenas ni en las salidas con los amigos. Era como una despedida momentánea de sus arduas labores. Desconexión intermitente abierta al mundo.

En el cole todo fue bien. Incluso me traían el bocata cuando se me olvidaba. Me escondía el móvil en la cartera, en silencio. Mis padres me decían: por si pasara algo. Nunca pasó, eso creo. Recuerdo un par de veces la bronca que se llevaron mis profesores. Qué se sabrán ellos más que mis padres, ¿no? No estaba nada mal, los ponían en su sitio. Me tenían manía. Eso estaba claro. También recuerdo algunos trabajos para clase, ya saben, cartulinas, bolas de corcho que asemejan planetas pintados… Eran chorradas, pero no íbamos a ir con una chapuza cualquiera. Además, a muchos compañeros se los hacían en casa. No iba yo a ser menos. Lo de las notas ya lo he dicho, me tenían manía.

En Jefatura y Orientación me tenían frito. Además, mi madre siempre decía que el gran problema es que no conocían a sus hijos. Empezaron a buscar algún trastorno, algo que me podía pasar. Era muy listo, decían ellos. Igual el trastorno lo tenían todos los profes. Mamá contaba a sus amigas cómo me habían fastidiado, que no me habían sabido tratar, que así me iba académicamente, que vaya trabajo habían hecho, que no se merecían lo que cobraban, con tantos meses de vacaciones.

El paso al instituto no fue mucho mejor, aunque yo tampoco me enteré de gran cosa. Allí les llegaban las notificaciones y bajas y tuve que aprender a escaquearme reglamentariamente. Ya no era un niño, tenía que aprender. Pronto me di cuenta de que tampoco era menester hacer gran cosa, con aguantar una bronca de vez en cuando y algún movimiento en falso por si me quitaban el móvil. Poco más. El olvido era bastante repentino, es fácil buscar algún culpable. La tutora llamaba bastante a casa, hasta que dejó de llamar. No estaba mi madre para llamadas. Mi padre ni se enteraba. Oía otra vez mucho lo del “qué se habrán creído”. Incluso amenazaron con expulsarme alguna vez algunas semanas. Mi madre les debió poner en su sitio, les dijo que me plantarían allí en la puerta y a ver qué iban a hacer, que siempre era lo mismo y que con mi hermano pasó algo parecido. Si es que no nos motivan, no saben hacer su trabajo, siempre haciéndonos aprender chorradas que no sirven para nada. Para qué me van a servir todas esas tonterías en la vida si lo que yo quiero hacer es, fundamentalmente, nada.

Las reuniones con los psicólogos del insti eran de risa. Estaban empeñados en mandarme tareas y en hacer que mi madre me mandase tareas. Que si tenía que hacerme la cama, que si debía tener algunos deberes y tareas básicas en casa, que si había que acostumbrarme a unos horarios… y la manía de tenerme alejado del móvil y de que no jugase a los videojuegos. Que dormía poco, decían. Y lo de leer, que da hasta risa: ya sé leer. Mis padres tampoco son malos, cuando me quitaban el móvil acudían a las pocas horas para cogerlo, no sé cómo se atreven a quitarte algo que es suyo.

Parece una cárcel, te están siempre controlando. Pasó con mis primos también. Cualquier amigo mío te lo puede decir, aquí siempre es lo mismo. Luego los papeles. Que a rellenar esto, que a rellenar lo otro. Mis padres están hartos. Eso creo. Yo no he hecho ningún papel de esos. Qué más dará. Siempre habrá alguien. Cuando me matriculé en los grados, lo mismo, llamadas desde el IES para que no se me pasara el plazo. Luego fue mi madre y me lo tuvieron que hacer ellos, deben creerse que cualquiera puede rellenar un papel en internet. Como si fuera esto descubrir los trucos para pasarme una pantalla del videojuego, que bastante tiempo dedico yo en ver a mis youtubers favoritos para controlar todos los trucos.

Eso sí, mucho papel, pero mis padres dicen que se les caerá el pelo si me pasa algo.

Siempre vamos igual con los plazos, con los papeles, con las entradas, con los pagos. Mi primo va a la universidad y también hay alguien que se lo hace. No se va a poner él. Es mi derecho y el suyo. El otro día me contó que fue con sus padres a poner firme a un profesor, que no sé qué se piensan. En serio, para qué preocuparme de todo eso, tengo otras cosas mejor que hacer. Y el tonto de mi tutor diciéndome que eso se acaba tarde o temprano, que algún día los tendré que hacer yo cuando nunca lo he hecho. El otro día los escuché un poco. Le decía mi madre al tutor que ya no sabía qué hacer conmigo. Da igual, ya me lo harán, que para eso cobran.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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