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  • 27 de noviembre de 2025
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La olvidada ‘Expedición de la vacuna’: una gesta sin paragón

La olvidada ‘Expedición de la vacuna’: una gesta sin paragón

La corbeta María Pita, fletada para la expedición, partiendo del puerto de La Coruña en 1803 (grabado de Francisco Pérez). / Wikimedia

 

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Xavier Massó

 

Hace ahora 223 años, el 30 de noviembre de 1803, zarpaba del puerto de La Coruña la corbeta ‘María Pita’, dando así comienzo la ‘Real Expedición Filantrópica de la Vacuna’, con la misión de llevar la vacuna de la viruela hasta los últimos confines del Imperio español. De ella dijo el descubridor del principio de la vacuna, el inglés Edward Jenner: “No imagino que los anales de la historia contengan un ejemplo de filantropía tan noble y extenso como éste”. Se la conoce también como ‘Expedición Balmis’, por el nombre de quien la encabezó, el cirujano y médico militar valenciano Francisco Xavier Balmis y Berenguer (1753-1819).

La viruela era una de las mayores plagas de la época. En 1796, el médico rural inglés Edward Jenner había descubierto que la viruela de la vaca –cowpox en el original inglés- era una variante leve de la mortífera viruela humana. Tomó suero de vacas infectadas y lo inoculó en un niño que quedó inmunizado. Había descubierto el principio de la vacuna. Publicó sus trabajo en 1798 y en el 1800 ya había llegado a España, concretamente a Puigcerdà, donde el doctor Francisco Piguillem obtuvo suero por su cuenta y empezó a aplicarlo exitosamente.

Con un amplio y brillante historial como médico, Balmis había llegado a ser nombrado médico honorario en la corte de Carlos IV. Enterado de las prácticas de Piguillem, convenció al rey de la necesidad de emprender la expedición. El rey, especialmente sensibilizado por haber perdido una hija debido a la viruela, aceptó promover y financiar tan ambiciosa campaña.

Balmis contó como segundo al mando de la expedición con otro destacado médico militar y cirujano, el catalán José Salvany y Lleopart (1778-1810); la enfermera-jefe era la directora del orfanato de La Coruña, Isabel Zendal (1773-????). Completaban el equipo sanitario dos médicos asistentes, dos prácticos y tres enfermeras. La intención no era solamente vacunar a la población, sino establecer también juntas de vacunación en las ciudades visitadas para garantizar la conservación del fluido y la vacunación a las generaciones futuras.

El mayor problema al que se enfrentaba la expedición era conseguir que la vacuna se conservase en buen estado durante la larga travesía. La solución de Balmis consistió en utilizar una reserva humana de 22 niños sacados del orfanato y no vacunados –uno de los cuales era hijo de Isabel Zendal-. Al partir se practicó la vacuna a dos niños, que fueron separados del resto. Al completarse el proceso patológico –entre nueve y doce días- y estar ya inmunizados, se les extraía líquido de las pústulas, que se inoculaba a otros dos niños, y así sucesivamente. Sólo uno falleció durante toda la expedición; el resto se fueron quedando en distintos lugares del viaje, adoptados por familias del lugar.

La tripulación de la María Pita la componían un total de 37 personas, además de los 22 niños. El barco llevaba consigo instrumental quirúrgico, instrumentos científicos y cientos de ejemplares del ‘Tratado práctico e histórico de la vacuna’, para irlos dejando por donde fueran. Llevó la vacuna hasta las islas Canarias, América, Filipinas y China. El número total de vacunados a lo largo de la expedición se desconoce, pero se estima que pudo rondar el millón y medio. Sólo en Cuba se hicieron 400.000 vacunaciones.

En Puerto Rico se llevaron una sorpresa: el médico catalán Francisco Oller Ferrer estaba practicando desde 1792 la inoculación preventiva de la viruela con linfa. En Venezuela, la expedición se dividió en dos grupos. Salvany se adentró hacia Colombia Perú y Bolivia, falleciendo a consecuencia de las penalidades del viaje en Cochabamba, el 21 de julio de 1810, siete años después de haber zarpado de la Coruña. Balmis, por su parte, pasó por Venezuela, Cuba, Florida, Texas y México. En 1805 partió con otro buque de Acapulco con rumbo a Filipinas. Pasó por China y, de vuelta, incluso vacunó a los ingleses en la isla de Santa Elena. Conocedor allí de la invasión napoleónica de España, se dirigió a Nueva España, donde arribó en 1810.  No regresó a España hasta 1814. Murió en Madrid el 12 de febrero de 1819. A su vez, Isabel Zendal, al regresar de las Filipinas, se quedó en Puebla (México) con su hijo y no regresó nunca a España.

Fue una expedición precursora de las intervenciones médicas preventivas y humanitarias, una gesta ambiciosa y admirable, desgraciadamente olvidada hoy en día. De la expedición Balmis dijo el gran Alexander von Humboldt: Este viaje permanecerá como el más memorable en los anales de la historia.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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