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  • 23 de octubre de 2025
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La mente de los erectus

La mente de los erectus

Cráneo de Kocabaş. / Foto: Wikimedia. Autor: Erturac 

 

 

Licencia Creative Commons

 

David Rabadà

 

Homo erectus marcó un antes y un después en la evolución humana. La razón fue que su mente revolucionó la capacidad de inventiva entre nuestros pariente lejanos. De hecho, durante su evolución mejoró sus técnicas y estrategias para gestionar los recursos. Prueba de ello fue la nueva modalidad de talla de líticos, los bifaces o Modo II, que evolucionaron entre los 1,6 y los 2 millones de años. Pero la cosa no se quedó allí, puesto que llegó a establecer hogueras estables hace más de un millón de años. Pongamos por el caso los yacimientos de Koobi Fora y Swartkrans en Sudáfrica, todo ello a un tercio de su existencia, hace unos 1,6 millones de años. El mayor consumo de carne en su dieta y el uso del fuego al cocinar favorecieron una alimentación más blanda, lo que se abría a nuevas adaptaciones, al mismo tiempo que los chimpancés y los bonobos se estaban diversificando también por África.

La vida en grupo de los erectus y su capacidad de programar la búsqueda de recursos nos habla de cómo era su mente, una mente social. De haber evolucionado hacia la individualidad habría topado con la depredación por grandes felinos y con la competencia de las hienas. Homo y hienas pugnaron por la carne y el tuétano de los huesos durante milenios. Así pues, el erectus evolucionó hacia la cohesión y la colaboración grupales, evitando la competencia extrema con otros carnívoros. La prueba es que en el erectus se expandió la parte del cerebro relacionada directamente con el reconocimiento de individuos, su neocórtex. Esto conllevó un mayor cerebro, el doble de encefalizado que el de los simios anteriores. Y ya hemos dicho que tal órgano consumía muchas más calorías que el de sus antepasados. El cerebro humano actual consume entre el 20 y el 25% de lo que ingerimos, más del doble que la mayoría de primates actuales. Los cómputos para erectus dan valores superiores al 17%, mientras que para los Australopithecus se estima el 9 y el 11%, un dato similar a los chimpancés actuales.

Por lo tanto, el cerebro de los erectus se convirtió en un tejido celular muy caro de mantener, de tal manera que volverse más carnívoros fue casi obligatorio, es decir, la encefalización impulsó la dieta proteínica y no al revés. Para ello, erectus continuó potenciando el uso de líticos para obtener el tuétano y la carne de los huesos. De hecho sabemos que erectus se volvió muy carnívoro también por otras razones. Cabe mencionar el ejemplar africano KNM-ER1808 donde se observan grandes deformaciones óseas debidas al abuso de la ingesta de hígado, o los abundantes restos de animales en los yacimientos excavados de los erectus. Sabemos por ejemplo que los erectus consumían grandes cantidades de proteína de los animales que vivían por sus alrededores, como cocodrilos, pescado o tortugas, hace 1,95 millones de años. Quizás esto inspire una campaña publicitaria de los ganaderos en contra de los vegetarianos diciendo <<El este y el oeste no lo conquistaron con verduras>>, pero creo que estas ironías paleontológicas sobre los erectus no conseguirían una amplia comprensión entre los sapiens.

La encefalización de los erectus y su vida social no hicieron evolucionar todavía el gran hito de los sapiens, el habla articulada. La prueba la tenemos en las aberturas entre vértebra y vértebra. Éstas eran muy estrechas sin permitir el paso de nervios amplios que regularan el diafragma, algo sumamente necesario para el habla articulada. Por tanto, el habla articulada y el pensamiento abstracto de los sapiens, no se supone todavía en la mente de los erectus.

Sin embargo, sí hubo algo que compartieron erectus y sapiens a nivel cerebral, el canal de parto de sus mujeres. Con una cabeza tan grande en los bebés al nacer, las mujeres podían parir o no en función de la anchura de su pelvis. Aquí la evolución hizo lo que debía, o resolvía el tema, o provocaba la extinción del grupo. Si hoy en día estamos leyendo estas páginas es porque prevaleció la primera opción. La solución fue algo vinculado a la neotenia humana que ya hemos explicado anteriormente. Al poseer las crías un cerebro mayor sólo existía una solución para nacer: partos prematuros. Parece ser que, ya partir de los erectus, las crías nacían antes de su desarrollo para poder pasar por el canal de parto. Y al nacer tan inmaduros, se convertían en menos independientes que los bebés de los chimpancés y gorilas actuales. Es decir, el período de aprendizaje se alargó en Homo respecto a nuestros parientes y potenció la mejora de los núcleos sociales para permitirlo.

Si ahora analizamos en su conjunto al erectus, éste puso en marcha una bola de nieve que amplificó su encefalización y, con ello, mejoras culturales. Al potenciar su dieta carnívora, su cerebro quedó mejor alimentado, siendo un órgano que resultaba fundamental para mejorar la cohesión social y la fabricación de líticos, que a su vez optimizaban la obtención de recursos para seguir siendo carnívoros. Pero la misma dieta blanda llevó a la reducción mandibular que, a su vez, permitió la expansión de la cavidad encefálica. Las estructuras biológicas se equilibran durante su desarrollo, por lo tanto, a menor masa mandibular, mayor posibilidad de crecimiento entre parietales y occipitales. Es decir, esto favorecía la reducción mandibular a costa de una mayor expansión craneal. La prueba de los bucles anteriores fue que erectus aumentó significativamente su capacidad craneal durante toda su evolución. Ésta pasó de unos 800 c. c. iniciales a más de 1.300 al final de su existencia.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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