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- 20 de octubre de 2025
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Ramón Espejo: «Más que alumnocentrismo, lo que tenemos es un pedagogocentrismo»

Ramón Espejo Foto: Cortesía del autor
CARA A CARA CON
Ramón Espejo Romero, profesor del Departamento de Filología Inglesa y Norteamericana de la Universidad de Sevilla y escritor
De Ramón Espejo sólo puedo honorar sus palabras y gestos. Él, profesor titular en el Departamento de Filología Inglesa y Norteamericana de la Universidad de Sevilla, me regala con sus opiniones lo que es evidente en educación, pero que muy pocos lo explicitan, el desastre en la enseñanza nacional.

Especializado en literatura y teatro estadounidense, ha centrado su investigación en autores como Arthur Miller, Edward Albee, Tennessee Williams y Eugene O’Neill, explorando también la influencia del teatro norteamericano en la escena española del siglo XX. Recientemente, ha publicado El laberinto educativo y el aprendizaje fake, una obra que analiza críticamente el estado actual del sistema educativo español, destacando las voces de docentes y profesionales que se enfrentan a los desafíos diarios de las aulas. Esta entrevista era, simplemente, necesaria para Educational Evidence.
¿Qué le motivó a escribir El laberinto educativo y el aprendizaje fake?
Supongo que la preocupación por el estado de la educación y el deseo de conocer más y entender mejor qué está pasando exactamente y por qué. Desgraciadamente, es un tema tan polarizado, politizado y tan lleno de silencios y de manipulación que cuesta discernir entre lo que es verdad y lo que no. Personalmente, siempre he creído que a veces damos muchas vueltas para recorrer una distancia muy corta (esos estudios tan caros que terminan demostrando que un 99% de las personas tienen menos hambre después de haber comido) y en el caso que nos ocupa la mejor forma de saber qué está pasando de verdad es preguntar a los que están ahí todos los días dando la batalla. Es lo que hice: preguntar, a mucha gente. En el libro comparto aquello que me dijeron con los lectores.
«En la superficie los partidos políticos parecen tener visiones distintas de la educación, pero la realidad es que coinciden en casi todo»
En su libro, menciona que los debates educativos en España están oscurecidos por diatribas políticas y jerga técnica. ¿Cómo afecta esto a la calidad de la enseñanza?
A mi modo de ver, son dos cosas distintas. Las diatribas políticas no lo son en realidad. Es uno de mis principales hallazgos en el libro y algo que en absoluto imaginaba cuando lo inicié. En la superficie los partidos políticos parecen tener visiones distintas de la educación, pero la realidad es que coinciden en casi todo, quizás por razones diferentes, pero la educación que tenemos es la que los políticos quieren que tengamos, y hablo de todos ellos. Han encontrado dos o tres temas sobre los que discrepar públicamente para que parezca que piensan diferente, pero son cortinas de humo. Claro, sin un modelo educativo alternativo, no podemos albergar esperanzas de que nada mejore. Estamos donde ellos nos han llevado y donde quieren que estemos.
En cuanto a la jerga pretendidamente técnica, vuelve a ser, como dice Javier Orrico en el prólogo del libro, un trampantojo. Enmascara el poco rigor de esa ciencia sin método científico que es la pedagogía y busca identificar como expertos a personas que meramente formulan opiniones y deseos, fingiendo que son verdades reveladas e incuestionables.
¿Qué entiende por «aprendizaje fake» y cómo se manifiesta en las aulas actuales?
Las familias piensan que sus hijos van a los colegios e institutos a aprender. Todo les lleva a pensar eso. Se levantan temprano, preparan su mochila, van a unos edificios que parecen centros de enseñanza, tienen sus deberes, sus notas. Todo parece normal. Pero lo cierto es que los chicos aprenden cada vez menos, si es que aprenden algo. Puede que se entretengan, que algunos consigan aprender algo, pero los pocos datos que tenemos nos hablan de un alarmante retroceso del aprendizaje. Si, como me dijo Álvaro Marchesi, tenemos el mejor sistema educativo de la historia, ¿por qué los chicos saben cada vez menos y poseen menos capacidades? Montones de actividades, de clases con metodologías que llevan nombres en inglés, de horas pasadas en el aula, parecerían implicar que allí se aprende. No es así. Como las fake news, todo parece una cosa, pero tristemente, es otra.
«Si, como me dijo Álvaro Marchesi, tenemos el mejor sistema educativo de la historia, ¿por qué los chicos saben cada vez menos y poseen menos capacidades?»
¿Qué es eso del alumnocentrismo? ¿Qué evidencias científicas existen al respecto?
El alumnocentrismo, y en mi opinión, es un nuevo tecnicismo estúpido que asegura que los alumnos aprenden por sí mismos son la necesidad de profesores doctos en su materia. Yo no conozco ningún docente que imparta clase para sí mismo. Todos trabajamos para nuestros estudiantes. Algunos lo hacen con verdadero compromiso y otros para salir del paso, pero al final cualquier docente, salvo alguno con un ego descomunal y que disfrute escuchándose, tiene al alumno en el centro. Esto es así desde que existe la enseñanza. Los pedagogos utilizan el término alumnocentrismo, que es una obviedad bastante simplona, para desacreditar todo lo que ideológicamente les incomoda. Les molesta que el profesor enseñe y se ha tratado de acabar con ello con esta cosa del alumnocentrismo. En cuanto a las evidencias científicas, en educación solo un 10% de lo que se pretende científico lo es. Y ese 10% no avala precisamente nada de lo que hasta hace poco se postulaba como científico, incluido el alumnocentrismo.
¿Cuáles son las principales consecuencias de esta crisis educativa para la sociedad en general?
Una sociedad cada vez más vacua y superficial, sin criterio, desesperadamente consumista, que se cree cualquier cosa, en la que solo importa lo inmediato, donde las adicciones crecen exponencialmente, en la que el móvil es el centro de nuestras vidas y en la que a mucha gente le estalla la cabeza sin un argumento que tenga más de dos frases, una sociedad de chavales que tienen instalada de serie la infelicidad y el cinismo, en la que cada vez importa menos todo porque hemos perdido la esperanza y no sabemos quiénes somos ni a dónde vamos o queremos ir.
«Los pedagogos utilizan el término alumnocentrismo, que es una obviedad bastante simplona, para desacreditar todo lo que ideológicamente les incomoda»
¿Cómo influye la burocratización y la imposición de nuevas metodologías en el trabajo diario de los profesores?
La burocratización es un instrumento más de control y a veces se utiliza contra el profesorado, para tenerlo sometido. La mediocridad de la clase política les hace pensar que tener muchos papeles cumplimentados supone que el sistema está bajo control, cuando lo cierto es que está enteramente fuera de control. Los papeles se rellenan, pero nada de lo que contienen puede tomarse en serio porque a los de arriba no les importa lo que en ellos ponga y los que los rellenamos hemos aprendido a hacerlos para salir del paso. Aun así, es desmotivador que el docente tenga que emplear su tiempo en eso, en lugar de dedicarlo a tareas mucho más productivas. Y las metodologías, esas sí que están en el centro. Más que alumnocentrismo, lo que tenemos es un pedagogocentrismo. Son ellos y sus ocurrencias los que verdaderamente ocupan el centro de la educación. Y eso para los docentes que quieren hacer bien su trabajo es muy desmotivador y contribuye a que el sistema se deteriore aún más.
¿Qué medidas considera esenciales para recuperar la calidad y el sentido crítico en la educación pública?
Hablarlo. Falta diálogo sincero y sobre todo no se escucha a la comunidad educativa. Todo se habla en los despachos, entre los políticos y sus asesores, y nadie se interesa por lo que pasa de verdad en los centros. Difícilmente podemos hacer nada por mejorar algo en esta vida si no tenemos como primer paso una visión clara de la realidad. En el ámbito educativo vivimos (o viven, quienes mandan) en una realidad paralela, donde todo es de color de rosa. Hasta que no nos quitemos las gafas de no ver será imposible que nada mejore. En ese diálogo debería estar solo la gente a la que le preocupa la educación de verdad. Los que solo piensan en los votos, en sus carreras profesionales, en impartir ideología y hacer ingeniería social, esos deberían estar desterrados de cualquier intento de mejora porque son quienes nos han traído hasta aquí.
«Creo que si la sociedad civil supiera lo que de verdad ocurre en la educación demandaría soluciones»
¿Cómo puede la sociedad civil contribuir a mejorar el sistema educativo?
Es fácil: creo que si la sociedad civil supiera lo que de verdad ocurre en la educación demandaría soluciones. Pero, por encima de todo, lo que lleva décadas intentándose es que la sociedad civil no se entere de nada. Hablo de una sociedad civil responsable y con sentido cívico. Está la otra sociedad civil de familias que han renunciado a educar y a las que no les importa nada más que tener el mejor coche o el móvil más caro y de esas poco podemos esperar.
¿Qué les diría a los jóvenes que se forman actualmente en un sistema que usted considera en crisis?
Que muchos de los que les doran la píldora, les hacen la ola, se lo ponen todo facilísimo y no les exigen nada para que no sufran. En ello, no solo no les hacen ningún favor sino que son grandes impostores: solo se preocupan por sí mismos. Lo más curioso es que no hace casi ni falta decírselo porque muchos estudiantes lo saben o al menos lo intuyen.
¿Qué mensaje final desea transmitir a los lectores preocupados por el futuro de la educación?
Que esto no lo van a cambiar los políticos ni los pedagogos y si cambian algo será para estafarnos aún más. Que se impliquen, que exijan, que fiscalicen la labor de los centros en los que están sus hijos, que no crean que las notas significan nada porque son otra gran mentira. Que hablen con sus hijos y detecten si realmente están aprendiendo y qué es lo que están aprendiendo en realidad. Me encantaría poder terminar con una nota de esperanza, pero creo que la situación no es esperanzadora. Hay muchos intereses en que esto no cambie y son muy poderosos. Dicen que en otros países hay un movimiento que busca frenar el deterioro educativo. Aquí también lo hay en algunas zonas (Cataluña, Valencia), pero se enfrenta a enemigos muy poderosos. Desenmascararlos, desde luego, puede ayudar. Vencerlos es otra cuestión.
Fuente: educational EVIDENCE
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