• A pie de aula
  • 30 de octubre de 2024
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El desmantelamiento de la FP

El desmantelamiento de la FP

El desmantelamiento de la FP

Foto de Andrea Piacquadio. Pexels

Licencia Creative Commons

 

Antoni Hernández-Fernández

 

Promover el aumento de las prácticas en empresas en la formación profesional, manteniendo las horas totales de los ciclos formativos, es en realidad un recorte encubierto de horas de profesorado, de contenidos y de prácticas de taller.

 

La implementación de la nueva Formación Profesional (FP) en España, prevista para el curso 2024-2025, se plasmó con la publicación en mayo de 2024 de cuatro reales decretos en el BOE, con los que se completaba así el marco normativo de la nueva Ley de Formación Profesional, en lo que se ha pretendido sea una transición definitiva a un sistema dual en todos los ciclos de Grado Medio y Grado Superior. Dice el Gobierno en el portal TodoFP que: “Se trata de un modelo único dirigido a toda la ciudadanía y conectado con la realidad económica para garantizar la empleabilidad de jóvenes y trabajadores y el éxito de las empresas”.

Con mucho menos ruido mediático que otros despropósitos de la LOMLOE, la reforma traslada horas que hasta el momento se impartían en los centros educativos a las prácticas en las empresas y entidades colaboradoras. Así, bajo el paradigma de aumentar las prácticas, de facto se está enviando a los alumnos a las empresas con menos preparación. Se promueve que los estudiantes alternen sus estudios en el centro educativo y su incorporación práctica a las empresas desde el primer año, eliminando gradualmente el módulo de Formación en Centros de Trabajo (FCT), que anteriormente se realizaba en general al final de la formación o, en los ciclos de dos cursos, durante el segundo, con las alumnos ya más sólidamente preparados.

Creo que todos coincidimos en que las prácticas en empresa son fundamentales en la formación profesional. Aumentar sus horas era algo deseado y necesario en algunas especialidades y ciclos (en los que la ley anterior marcaba un número de horas anormalmente bajo), mientras que en otros se deberían  haber reducido un poco, especialmente cuando las prácticas en empresa se han convertido, sistemáticamente, en algunos sectores y familias profesionales, en la manera de tener mano de obra barata. Pasa cuando las prácticas dejan de ser formativas para ser un curro mal pagado o gratis.

Es matemático: la mayor presencia de los estudiantes en las empresas reduce el tiempo de formación en el aula y el número de profesores necesarios. Hay una disminución de las horas docentes, porque no se suelen aumentar las horas a los tutores de prácticas, que se computan según el número de alumnos tutelados. Hay también una reducción de contenidos teóricos a impartir, en las familias profesionales donde estos predominan, así como de las horas dedicadas a talleres, prácticas o laboratorios, donde son esenciales. Pensemos en los ciclos formativos de mecánica, ebanistería, electricidad, peluquería, auxiliar de laboratorio o enfermería, por mencionar algunos, donde, controlados en la “burbuja” de los centros, los estudiantes aprenden los fundamentos de cada oficio, en aras de una preparación imprescindible antes de lanzarlos a las prácticas en las empresas.

Porque es allí, en las aulas y talleres de los centros educativos donde los estudiantes pueden equivocarse, mejorar sus habilidades prácticas y, en definitiva, aprender ayudados por sus profesores. Tras este cambio legislativo se ha puesto en entredicho la necesidad misma de la “formación profesional”, pues si te pueden mandar a una empresa, como los aprendices de antaño, a las primeras de cambio y sin apenas saber nada, porque no te han dado ni el tiempo ni la oportunidad, ¿de qué sirve la propia FP? La profundidad y calidad de la formación impartida en los centros es fundamental como paso previo a las prácticas en el mundo laboral, donde todo dependerá de la lotería de dónde te toque.

Además de esta nueva estructura dual, los nuevos ciclos formativos incorporan módulos sobre digitalización, sostenibilidad, inglés técnico y un “itinerario personal para la empleabilidad”, que  sustituye a los módulos de Formación y Orientación Laboral (FOL) y a los de Empresa e Iniciativa Emprendedora (EIE). Puedo entender lo de la digitalización, si realmente se ofrece una formación tecnológica sólida, con una didáctica específica de cada especialidad, así como la introducción del inglés como lingua franca, pero permítanme dudar de lo de la sostenibilidad y del mediático “itinerario personal” en centros masificados.

Por cierto, no olvidemos tampoco la incorporación del Proyecto Intermodular, que pretende simular situaciones reales del sistema productivo en el centro educativo: ¿pero no iban a hacer más prácticas en las empresas? ¿Para qué simular lo que se supone que se está viviendo más? Los proyectos son fundamentales en muchas especialidades de formación profesional, como es el caso de los ciclos formativos de diseño, que impartí bastantes años. Pero deberían ser proyectos que parten ya de un conocimiento profundo de la especialidad, con unas prácticas previas que permitan desarrollar las habilidades prácticas, constructivas por ejemplo, inherentes al proyecto. Ahora bien, de nuevo, imponer por ley una metodología, con un módulo obligatorio en todo ciclo formativo, sin mirar su adecuación en cada familia profesional, conduce al desmantelamiento sigiloso de la formación profesional.

De hecho, en algunos ciclos formativos donde ya existía un módulo de proyectos, ahora convivirán dos módulos de lo mismo. El sueño de la razón produce monstruos bicefálicos. Porque los proyectos, bien entendidos y realizados, ya eran ‘intermodulares’, ¿no? Sospecho que plantear esta nueva materia aligera a los gobiernos de la carga de buscar docentes de especialidades donde no los hallan: porque si es un proyecto intermodular, al parecer vale cualquiera para impartirlo…

En unos años recogeremos los frutos de este dislate. La esificación de la FP. De una FP a la que acuden cada vez más estudiantes desde la secundaria y la formación de adultos, a veces por interés o vocación, a veces por necesidad, o porque el acceso a la universidad se ha vuelto imposible; de una FP en la que se aposentan las esperanzas de las empresas y de una sociedad ávida de técnicos en muchos sectores productivos, personas preparadas que no se encuentran; de una FP de la que, dejémonos estar, depende el buen funcionamiento de la economía y de la sociedad.

Pero en el mundo al revés, el sistema parece empeñado en inculcar los ideales del neoliberalismo y los intereses empresariales en la educación obligatoria, mientras desmantela y reduce su inversión en la formación profesional, en una contradicción. O quizá no.


Referencias:

Boletines oficiales del estado (BOE) de la nueva formación profesional en España (mayo 2024):

Grado BásicoEnlace externo, se abre en ventana nuev

Grado MedioEnlace externo, se abre en ventana nueva

Grado SuperiorEnlace externo, se abre en ventana nueva

Cursos de Especialización


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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