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  • 23 de octubre de 2024
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Diego Hidalgo: “Ha desaparecido el botón Off de nuestros dispositivos”

Diego Hidalgo: “Ha desaparecido el botón Off de nuestros dispositivos”

Entrevista a Diego Hidalgo, activista, escritor, emprendedor, diplomático y mago

Diego Hidalgo: “Ha desaparecido el botón Off de nuestros dispositivos”

Diego Hidalgo. / Foto: Javier Arias. Cortesía Fundación Telefónica

Licencia Creative Commons

 

Andreu Navarra

 

“El despliegue tecnológico que marca nuestra época no se corresponde plenamente con los intereses de la humanidad y es urgente retomar el control”: así empieza Retomar el control. 50 reflexiones para repensar nuestro futuro digital (Catarata, 2024), el nuevo libro de Diego Hidalgo, que vuelve al ruedo tras su imprescindible Anestesiados (2021).

 

¿Qué es la “tecnología gaseosa”?

Se trata del último estadio de la tecnología, en el modelo que propongo de las tres edades de la tecnología digital. Cuando esta entró en nuestros hogares y en nuestras vidas a partir de los años 1970 y 1980, esta fue más “sólida” en el sentido de que, como los sólidos, nosotros controlábamos en gran medida la distancia que manteníamos con ella. Luego, con la popularización de los smartphones, se hizo más “líquida” y los humanos empezamos a tener una mayor dificultad para contenerla y definir nuestra relación con los dispositivos conectados.

La tecnología gaseosa que se está desplegando ahora se asemeja más a los gases, apoyándose en dispositivos que adhieren más a nosotros, siempre conectados, diminutos o invisibles, como son los relojes inteligentes, los altavoces conectados y pronto quizás, la tecnología implantable que nos prometen. Como los gases, la respiramos de forma consciente y permanente y ya no tenemos el poder de decidir si estamos conectados o no.

“La tecnología es diseñada de tal manera que perdamos el control de la relación que mantenemos con ella”

“Dificultades de concentración, falta de atención hacia los seres más próximos, ansiedad… Las consecuencias de esta adicción son cada vez más conocidas. El simple hecho de tener el smartphone cerca aumenta los niveles de cortisol, la hormona asociada al estrés” (p.15). ¿Por qué nos cuesta tanto reaccionar?

Precisamente porque la tecnología es diseñada de tal manera que perdamos el control de la relación que mantenemos con ella. Ha desaparecido el botón Off de nuestros dispositivos y, sin que nos diéramos cuenta, este nos otorgaba cierto poder sobre ella. Existe una asimetría creciente entre las plataformas tecnológicas y el propio usuario, que piensa que las está utilizando mientras que, en realidad, a menudo son ellas las que lo utilizan a él. Nos empujan hacia comportamientos cada vez más automáticos, desprovistos de intencionalidad, optimizados en función de los intereses de las empresas que diseñan estos productos. Y su principal interés es que pasemos el mayor tiempo posible con ellos, tomar el control de nuestra atención y condicionar nuestras decisiones.

¿Cómo podemos frenar la “atrofia total de nuestra persona” (p. 91)?

La tecnología nos asiste de forma cada vez más sofisticada en casi todo lo que hacemos. Esto puede resultar muy cómodo en el momento porque brinda eficiencia en nuestras vidas y nos ahorra esfuerzos. Si preguntamos a alguien: “¿Quieres renunciar a la vida de tal manera que ya no tengas que hacer ni elegir nada y te conviertas en un ser totalmente pasivo?”, probablemente conteste que no. El problema es que se trata de una espiral y, sin darnos cuenta, vamos renunciando a ejercer nuestras propias facultades y a tomar nuestras propias decisiones en áreas cada vez más extensas de nuestras existencias. Y si no cortamos esta dinámica en algún momento, estas se empobrecerán.

Para tener la fuerza de voluntad que permita arbitrar a favor de nuestros intereses a más largo plazo, es imprescindible tomar consciencia de lo que sucede al final del camino si aceptamos que la tecnología lo haga todo por nosotros. En un mundo en el que ya no tuviéramos que caminar para desplazarnos, aún así nos interesaría seguir haciéndolo para no perder esta habilidad, evitar una atrofia muscular total, no depender de terceros para movernos y también porque nos haría sentir mejor. Pasa algo similar con la asistencia cognitiva que tenemos que limitar si queremos seguir ejerciendo nuestro pensamiento.

“Tenemos que cultivar todo aquello que nos hace humanos y conservar algunas prerrogativas aunque suponga un esfuerzo”

Para no quedarnos absorbidos en un mundo automatizado en el perímetro reservado al ser humano se reduzca inexorablemente, tenemos que entender que la eficiencia no es un fin en sí y tenemos intereses superiores. Tenemos que cultivar todo aquello que nos hace humanos y conservar algunas prerrogativas aunque suponga un esfuerzo.

“En España, según un estudio publicado por Cyber Guardians en 2024, los problemas de salud mental en menores de 20 años se ha cuadruplicado entre 1997 y 2021” (p.20)… Tremendo, ¿no?

Hemos tardado en admitir este fenómeno pero llevamos años observando un deterioro vertiginoso de la salud mental, especialmente en los menores. Lo que resulta asombroso es que las estadísticas coinciden en gran medida en la mayoría de los países en los que disponemos de datos y este aumento de problemas de salud mental se dispara a partir del principio de la década 2010. Esto coincide con el periodo en el que el smartphone se generaliza y las personas están conectadas en todo momento. Estudios como este muestran no solo una correlación temporal sino una relación de causalidad entre la hiperconexión y este fenómeno.

¿Es verdad que tenemos menos sexo en Occidente en plena era del Tinder?

Esto dicen las estadísticas en muchos países. En Francia, por ejemplo, ha bajado 15 puntos la frecuencia de las relaciones en los últimos 15 años y, en los menores de 35 años, los videojuegos y las redes sociales son ahora más populares que el sexo.

¿Por qué no deberíamos vivir en un hogar smart?

Cuando conectamos cualquier elemento a internet, nos exponemos a vulnerabilidades que pueden ser explotadas. Un hogar smart puede ser hackeado por terceros y podemos perder el control de los sistemas que gobiernan nuestro hogar. Pero además, gran parte de los dispositivos que permiten convertir nuestro hogar en smart tienen como objetivo aprender más sobre nuestros hábitos y nuestras vidas y sacar el mayor provecho posible de este conocimiento. Los robots aspiradores como el famoso Roomba, por ejemplo, no solo aspiran el polvo de nuestros hogares sino una cantidad de datos. Esta fue una de las principales razones por la que Amazon intentó comprar esta compañía. Lo mismo sucede con termostatos inteligentes (Nest fue adquirido por Google). Todo aquello participa de un sistema en el que nuestras existencias son cada vez más transparentes y susceptibles de ser explotadas.

“Desde un punto de vista cognitivo y de motricidad, la escritura a mano también supera por creces la que se realiza a través de dispositivos”

¿Por qué la tecnología acrítica perjudica a los aprendizajes?

En determinados contextos puede favorecer el aprendizaje. Pero existen poderosos argumentos a favor de limitar drásticamente su perímetro, especialmente en la educación escolar. Entre otros, los dispositivos favorecen una distracción constante para los alumnos y afectan la concentración. También sabemos que la lectura en papel es muy superior a la lectura en pantallas en términos de comprensión lectora. Desde un punto de vista cognitivo y de motricidad, la escritura a mano también supera por creces la que se realiza a través de dispositivos.

Hace poco hemos lanzado la campaña “Por una escuela Off” que resume todos estos argumentos e invita a repensar la digitalización de los centros escolares (offm.org/educacion).

¿Sigues con tu teléfono Nokia 3310 sin conexión a internet?

Absolutamente. Ya estoy conectado gran parte del día y cuando no estoy detrás de mi ordenador, quiero mantener distancia con las distracciones que vehiculan los smartphones. El hecho de no tener uno también limita la cantidad de datos que se ceden a las plataformas y permite ejercer de forma autónoma funciones como la memoria o la orientación. No existe esta tentación permanente de preguntar a internet lo que debemos hacer, pensar o en qué fijar nuestra atención.

¿Hay realmente un peligro de extinción con una IA descontrolada?

En Retomar el control presento algunos escenarios muy preocupantes en los que parece que resultaría muy difícil prevenir consecuencias catastróficas de una IA fuera de control. Sin embargo, el principal riesgo que veo en la IA tiene que ver más con el hecho que se empodere de nuestras vidas de tal manera que nuestro papel como especie vaya disminuyendo drásticamente y terminemos siendo seres totalmente pasivos y desprovistos de toda voluntad y todo margen de maniobra. Nuestro lugar en este mundo se asemejaría al de un animal doméstico. Este sería otro tipo de extinción, aparentemente menos violento, pero igualmente poderoso.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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