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  • 14 de octubre de 2024
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Juan Manuel Bonet, una vida vivida

Juan Manuel Bonet, una vida vivida

Juan Manuel Bonet, una vida vivida

Juan Manuel Bonet. Foto cedida por Fernando Castillo

Licencia Creative Commons

 

Fernando Castillo

 

Nada hay más difícil que escribir sobre alguien cercano y no caer en el elogio desmedido, sobre todo cuando al afecto y la afinidad electiva que sostiene la amistad se añade la admiración objetiva. Sin embargo, hay casos en los que hay que sucumbir a la recomendación de Eugenio d’Ors, siempre el inevitable d’Ors, nuestro Oscar Wilde, y, parafraseándole, avisar que, si a los museos se va a admirar, en este artículo se va a elogiar. Dicho esto, es momento de decir que el personaje es Juan Manuel Bonet, nacido en París, de madre francesa y traductora de Paul Morand, y que suele ser presentado como crítico de arte, comisario de exposiciones y poeta, unas ocupaciones que, con ser mucho y también exactas, siempre me han parecido insuficientes para definir a alguien que además de hacer de todo literatura, es un referente en el mundo del arte y de los museos españoles en el último medio siglo. Entregado desde su juventud a las listas y a los diccionarios, el método bonetiano es inseparable de la ficha, que en su caso más que un método es casi un concepto que aparece en su obra escrita, en sus exposiciones o en sus infinitos artículos de periódicos y revistas, o en las semblanzas necrológicas, que son una excusa para hacer un microensayo del personaje y su entorno desde las páginas abecedarias.

Sus intereses son tan variados como entrelazados a modo de madejas de cerezas, de manera que todos los que conocemos al personaje y su obra –tan extensa que es imposible reproducir siquiera una parte en un texto como este– apenas nos sorprende. En Juan Manuel Bonet hay erudición, se ha repetido continuamente, pero sobre todo hay una modernidad que le lleva, en un proceso de ida y vuelta, de las vanguardias históricas al arte actual, de la poesía a la fotografía, de la pertenencia al sevillano y ahora recuperado Equipo Múltiple con Quico Rivas, en los heroicos setenta cuando ejercía de  precoz crítico de arte en las páginas de arte de El Correo de Andalucía que dirigía su padre, el recordado Antonio Bonet Correa, a dirigir el IVAM dando un sello a la institución, que repitió cuando estuvo al frente del MNCARS, que ha tenido fortuna. Todo con el denominador esencial del libro en forma de una biblioteca grandiosa que es verdaderamente una obra en marcha pues resume sus intereses al tiempo que le sirve de fuente. Gracias a JMB, el denostado papel –los libros, revistas, grabados y sobre todo carteles– la poco apreciada fotografía, el desdeñado fotomontaje, la ilustración, las escenografías, las firmas –las conocidas y las que lo eran un poco menos– de la vanguardia española, europea y americana, entraron en los museos españoles debido a su impulso.

Son decenas los ámbitos de trabajo y de actividad de JMB pero nada como la recuperación de la vanguardia española, a la que contribuyó decisivamente junto con Jaime Brihuega, Valeriano Bozal, Eugenio Carmona y Juan Pérez de Ayala, una orquesta imprescindible para conocer el arte español de la Edad de Plata, y más allá. A este respecto no solo es necesario citar su imprescindible Diccionario de las vanguardias en España, sino también, y es una opción personalísima, como todas las citadas, el modélico Alicante moderno, una obra que debía de tener su continuidad en todas y cada una de las provincias españolas, o el texto dedicado a los pintores que escriben y a los escritores que pintan  en El poeta como artista,  y la pequeña  joya que supone su texto para del catálogo de la exposición en Guillermo de Osma La pintura del 27. En este aspecto hay que señalar que el desdén del autor hacia lo que ha escrito es proverbial, pues una parte esencial de su obra es la formada por los prólogos, las conferencias y los textos de los catálogos de exposiciones. Entre las dedicadas a artistas que le resultan especialmente cercanos habría que señalar a José Guerrero, Helmut Federle, Morandi, Manolo Millares, Alex Katz, Ramón Gaya, Oramas, Díaz Caneja, Bernard Plossu, Tarsila do Amaral… Y es que JMB ha destacado con mirada privilegiada y textos imprescindibles a numerosos artistas españoles de su generación que forman una nómina infinita de los que sobresalen Miguel Ángel Campano, Albacete, Dis Berlín, Luis Palmero, Charris, Sicre, Pelayo Ortega, Damián Flores, Galano, Mezquita, Aquerreta…. Sin olvidar, pues sería imperdonable, su entrega a Erik Satie o a Morton Feldman, dos referencias en su poética, como lo es también el poeta peruano José María Eguren. Todas estas contribuciones forman una obra dispersa, cuya consulta y reunión es un reto para los que en el futuro escriban acerca de Juan Manuel Bonet.

Los centros de JMB son muchos, variados y sobre todo inseparables de su vida y obra. Primero, Sevilla de formación, del Equipo Múltiple, de Cansinos Assens y Lasso de la Vega; luego un Lugo ancestral y ultraísta, de su tío abuelo Evaristo Correa Calderón y Ronsel. Después, Madrid, esencial y ramoniano, de Buades, de las Entregas de la Ventura, de Estación Central, del MNCARS y del Instituto Cervantes o de su ABC, al que es fiel desde hace decenios; la Valencia del IVAM y el Alicante dorado del pasado siglo; la cercana Lisboa de Almada Negreiros; Cracovia, poesía y entorno familiar; Buenos Aires y sobre todo Montevideo, dos focos rioplatenses a los que sucumbe; más tarde, Rio de Janeiro y Sao Paulo, puerta de entrada a su pasión brasileña. Pero también su París natal al que regresa como director del Instituto Cervantes, entregado a Cortázar y a Rayuela, a Modiano y a la Ocupación, una más de las pasiones compartidas, a la presencia española en la ciudad, al exilio, a su Valery Larbaud, a Henri Michaux, a su cercano Xavier Valls... Y es que desde hace décadas Juan Manuel Bonet ha enseñado a viajar y a mirar ciudades en ese modelo de diario, en realidad es mucho más, que es La ronda de los días. Un extraordinario librito en octavo que desde hace más de tres décadas ha servido a muchos de inspiración y modelo. Unas ciudades que están en el centro de su poesía, que es también literatura viajera, como muestran sus títulos Café des exilésPragaPostalesPolonia-Noche o el para mi muy cercano Nord-Sud. En fin, este es, extractado como el sustancioso Bovril, Juan Manuel Bonet.


Fuente: educational EVIDENCE

Derechos: Creative Commons

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